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Foto del escritorCharles Gutierré

PEPPINO LUONGO

UN RESTAURANTE CON HUELLAS DE NATIVOS E INMIGRANTES

Walter Minor walterhistorias@gmail.com

Entre una hermosa vegetación que cubre la falda del Cerro Largo, se hunde en el verde natural ese espacio que alguna vez un rematador, de forma muy acertada, lo loteo bajo el nombre de “Bella Vista”..


Zona muy utilizada por la tribu de Catriel por ser el mangrullo natural que domina una zona  regada por el agua permanente del arroyo Hinojo, el sitio también fue utilizado posteriormente para la cría de ganado por parte del blanco en tiempos en que gobernaba Juan Manuel de Rosas.


La paz en la frontera había permitido esa convivencia que se rompió a la caída del Restaurador y provocó varios conflictos que terminaron con el nuevo dominio catrielero.


Cuando estos sucumbieron, las sierras, que eran muy valiosas para la explotación de la piedra, fueron declaradas reservas fiscales, creciendo en su contorno las chacras pertenecientes a la inmigración, especialmente la Ruso- Alemana.


Precisamente, la tierra de un colono de esta nacionalidad gestó lo que luego sería un paraje conocido como Bella Vista, que con el correr de los años produjo este fenómeno lugareño llamado Pepino Luongo.


Un restaurante con un pasado hecho sobre huellan nativas y europeas, que amalgama perfectamente esa mezcla en su servicio de avanzada muy particular por lo familiar y amistoso.

Peppino Luongo. El comercio que le dio vida a un lugar y una historia que merece ser contada, a solo cinco años de su creación.


ANTECEDENTES

Diego y su hijo Dino Carlo en los cimientos

Hasta principios de 1800, la población blanca de la Provincia de Buenos Aires no llegaba a ocupar ni siquiera la tercera parte del territorio bonaerense.

Lo que había se aglomeraba muy cerca de la mayor concentración de personas que era precisamente Buenos Aires.


Hacia el centro, la zona que hoy ocupan, Azul, Olavarría y Tapalqué, apenas había sido visitada para reconocerla en sus accidentes geográficos, mediante unas pocas expediciones que buscaban espacios para una futura avanzada, a la que, una vez detalladas las aguadas, pastos y serranías, le seguiría la instalación de fuertes y fortines que lograrían una extensión de las fronteras con el nativo.

Sin embargo, pasarían algunos años todavía hasta que se llegarían a formar núcleos poblacionales que germinarian en futuros pueblos para multiplicar las zonas de siembra y generar riquezas para el país.

Aunque ya se había instalado el Fuerte Independencia, en Tandil, no fue sino hasta el gobierno de Juan Manuel de Rosas que la zona central de la Provincia se pobló con campos para la ganadería, mediante la fundación de Azul y Tapalqué.


 Las tierras de estos dos Partidos, fue cercenada varios años después para crear el pueblo de Olavarría, por lo que la zona de nuestra ciudad, a la que vamos a referirnos hoy, perteneció antiguamente a la localidad de Azul.


Las sierras que hoy observamos sobre Sierras Bayas y sus alrededores, fue habitada primeramente por las comunidades indígenas, pero al carecer de la documentación correcta para saber desde que tiempo databan, vamos a tomar como primer habitante “con papeles”, a un italiano llamado Galo Sotuyo.


Este era un ganadero que fue beneficiado con una vasta extensión de campo en tiempos del restaurador, dejando como legado hasta nuestros días el nombre de un Cerro: Cerro Sotuyo.

El mencionado Cerro de Sotuyo, el arroyo Hinojo  y varios accidentes más, formaban parte de este campo, que además, contaba entre otras cosas, con una imagen muy importante para el lugar que desarrollaremos más adelante: El Cerro Largo.


A la caída de Rosas en 1852, la frontera volvió a tensarse y a pesar de tener dueños esos campos, fueron abandonados por temor a los malones.


En 1857 la Tribu de Catriel se asienta en Nievas, pero la serranía era su lugar predilecto para encerrar el ganado, dominar el panorama desde lo alto y conseguir piedras para hacer boleadoras, flechas y otros elementos. De esta manera, tendríamos que los  primeros canteristas, fueron los nativos.

Dino, Claudia y Diego. La familia como base del comercio.

En 1876 tiene lugar el llamado “Malón Grande”, donde todos los nativos se unen para defenderse del despojo a que iban a ser sometidos. La zona que había ocupado Sotuyo fue la guarida predilecta para ellos y en ese lugar se produjeron varios hechos de sangre en ese período.

Pero la suerte para los catrieleros ya estaba echada, debido a los adelantos tecnológicos y a los intereses de grandes capitales.


Una vez despojados de sus tierras, el sector correspondiente a Sierras Bayas se declara reserva fiscal y sus alrededores son ocupados por la inmigración. Uno de los inmigrantes que ocupa la zona del arroyo Hinojo es otro italiano, el primero que se dedica a la explotación de la piedra en Olavarría: Ambrosio Colombo.


Entre las chacras linderas a las de Colombo se encontraba la 866 perteneciente al colono Ruso Alemán Juan Pedro Schwindt. Esta chacra, con los años, sería cortada en diagonal por la ruta Nº 76, quedando la mayor extensión al Norte y un triángulo menor sobre el Sur.


A mediados del siglo 20, Este pequeño triángulo se fraccionaría en lotes y sería rematado bajo el nombre de Bella Vista, que es el lugar al cual nos referiremos.


LOTEO CON EL NOMBRE DE BELLA VISTA

Cerro Indiano. La calera que le dio su nombre a la zona

Aquella zona lindera al Cerro Largo, era conocida como “Cerro Indiano”, por la simple razón de que a pocos metros de allí se encontraba una calera con el mismo nombre. Muy cerquita de ella había un lugar de paso llamado hostería “La Esperanza”.


Estas dos construcciones fueron utilizadas por los dos rematadores que tendrían a su cargo la venta de los 187 lotes: Luis L Sallies y José Iturralde.


Texto del anuncio de Remate Bella Vista

“Barrio Parque “Bella Vista”

Le ofrece la oportunidad de una inversión a “OJOS CERRADOS” . Está ubicada en el kilómetro 19 de la Ruta 76 – pavimentada- recostada sobre las faldas de Sierras Bayas y frente a la Hostería “La Esperanza” y fábrica de cal “Cerro Indiano”. En conexión con la Ruta 3 – vale decir – con camino pavimentados desde los mismos lotes a Buenos Aires, Mar del Plata, Necochea, Bahía Blanca, etc.


ALLÍ SE REMATARÁN LOS 187 Lotes  El domingo 18 de noviembre

Magnífica loteada con superficie de 726 a 1.744 metros, que colocamos al alcance de todos en condiciones liberalísimas. En 60 mensualidades sin interés o al contado con 10 por ciento de descuento, venta a elección y con opción. Base uniforme de 10 pesos por lote y por mes. ¿Quién no compraría en estas condiciones?. Ünico desembolso inmediato el importe de 10 cuotas y las 50 restantes se abonarán mensualmente a partir del 1º de enero de 1952. Comisión 3 por ciento. Plano del Ingeniero Horacio A. Piatti, aprobado por la Dirección de Geodesia bajo el número 78-181-51. Escrituración por y ante el escribano Juan F. Inmeroni. Y… Recuerde bien esta fecha: DOMINGO 18 de NOVIEMBRE 15 HORAS. Solicite carteles completos y mas información con mas información y planos a los martilleros.


NOTA: A fin de realizar un cómodo servicio de traslado y que será completamente GRATUITO, se ruega al público que quiera reservar pasaje con anticipación, y hasta el día VIERNES 16, dirigiéndose a los martilleros.


LUIS L SALLIES Y CIA  Sdad. Resp Ltda.   - José Iturralde ”

1952. Bella Vista despoblado con el Cerro Largo al fondo

Según el relato Jorge Enrique Pavone llegó a Bella Vista en 1952, junto a su papá Enrique “El primero que compró unos lotes en Bella Vista fue mi tío, Nicolás Pavone. Nosotros veníamos a hacer quintas ahí. Después mi papá primero adquirió tres lotes en un principio y luego tres mas”.


“Lo único que había construido cuando se loteó, era una quesería grande que pertenecía al mismo Schwindt. Tenía un tambo y el que hacía los quesos era un hombre de apellido Luedker”.

Mi papá fue el primero que construyó acá luego de los loteos. Fuimos la primera familia en establecernos en el lugar. Yo tenía 13 años por aquel entonces.


Siempre comimos lo que se generaba acá o lo que nos ofrecía la naturaleza. Una granja digamos. Todo cocinado a leña.

Acá había instalado dos cabaret hasta cerca de los años 80. Cuando se fueron empezó a llegar gente. Fariña primero, luego un tal Nessi, Juan Toscani, mi hermano y yo también hicimos nuestra casita.

Este lugar siempre fue conocido como “Cerro Indiano”, por la calera que estaba acá cerquita. Esa calera cerró al poco tiempo de lotearse Bella Vista..


Yo fui comprando terrenos de a poquito y junté ocho que luego le vendí a Diego. Ahí construyo el restaurante.


PEPPINO LUONGO

UN RESTAURANTE QUE CAMBIÓ LA VIDA DEL LUGAR

Diego con Jorge Pavone, primer habitante de Bella Vista

Según Pavone, todo cambió cuando él le vendió los ocho lotes de su propiedad a Diego Capri, para que este construyera un restaurante.

“Acá nunca hubo luz hasta que gracias a Diego que puso el restaurante, pudimos obtenerla. Siempre nos iluminabamos con lámparas a kerosene y últimamente con la pantalla de gas. Había que ir a dormir temprano.


Ahora miro el restaurante con todas las luces prendidas y parece que hubiese un barco en la oscuridad”


El nombre de Bella Vista fue otra de las cosas que se recuperaron con la llegada de este establecimiento gastronómico. “Recién ahora resurgió con el nombre original de Bella Vista por el local de comidas, de lo contrario esto seguiría siendo “Cerro Indiano”.


LA HISTORIA DE PEPPINO LUONGO

Pero ¿Cómo es la historia de este restaurante tan importante para la zona de Bella Vista?..

Bien, para saberla, vamos a meternos un poco en la vida de  Diego Fernando Capri, el emprendedor olavarriense, gestor de Peppino Luongo,  nacido 28 de mayo de 1974.


Todo comenzó cuando Diego instaló el primer servicio de motomandos que tuvo Olavarría, al que llamó “Servi Tutti”. Este emprendimiento le permitió juntar el dinero necesario para concretar el anhelo de visitar la tierra Italiana de dónde habían venido sus abuelos, hacía 50 años.

En el año 2000 comienza su aventura de mochilero, cuando junto a un primo deciden hacer un viaje de mochileros, recorriendo Italia, España y Francia.


Los abuelos de ambos eran hermanos, por lo tanto, en Sicilia tenían parientes en común. Así que organizaron un viaje que empezaría en Roma, de Roma a Sicilia, visita a los parientes y después continuar el viaje hacia Francia y España.

LOS ABUELOS

Abuela Carmela

“Mi abuelo vino en el año 1950 desde Messina, en el buque “Santa Cruz”. En la primera Guerra estuvo como preso civil en Africa y cuando volvió a Messina decidió trasladarse para acá.

El tenía mucha diferencia de edad con los hermanos, entonces cuando decide venir, se fue a la casa de los hermanos, que habían venido antes y tenían quintas muy cerca de La Maxima. Ellos se iban en un carro a Cerro Negro y Loma Negra a vender frutas y verduras durante dos días. Después volvían.

Ellos tenían como cliente a uno de los jefes de Cerro Negro, entonces, aprovechando la situación, le dicen que desde Italia venía a instalarse un hermano de ellos que era constructor, para ver si le podía dae empleo.

Así que cuando mi abuelo vino, estuvo dos días en Olavarría, los hermanos lo cargaron en el carro y lo llevaron hasta Cerro Negro.  Allá le dieron una casita en un lugar donde vivían todos, tipo regimiento y empezó a trabajar ahí”.

Mi abuelo se casó acá. El venía todos los domingos desde La Providencia hasta Olavarría en el único colectivo de línea que había y fue construyendo lo que luego fue almacén y hoy es la casa nuestra”.

En el año 64, el abuelo de Diego fallece en un accidente laboral en Cerro Negro. Es entonces cuando su abuela, que tenía hijos muy pequeños, recibe la indemnización de la empresa, se traslada desde La Providencia a Olavarría e instala el almacén en la construcción que estaba haciendo su abuelo, en el barrio Hipólito Irigoyen.

“Mi abuela Carmela fue muy audaz, porque apenas hablaba castellano  y no sabía leer ni escribir. Sin embargo, con ese negocio nos crió a todos.

Ahora que tengo el restaurante, no me olvido de esas cosas que son parte muy valiosa de mi vida”.


EL VIAJE A ITALIA

Ford T al frente del Cerro Largo en los años 60.

“Cuando llegamos a Sicilia fuimos a visitar a los parientes de mis abuelos. Al tercer día que estábamos allá, decidimos salir desde Mili Sampietro (Messina) hacia Parmina, así que había que salir para la estación.


Un Tío nuestro estaba cobrando la pensión en la montaña. Era una casita que pagaba a los jubilados, así que nos quedamos en la cola despidiéndolo, con las mochilas y todas las cosas encima. Era fácil notar que éramos foráneos en ese pueblito de montaña, así que se formó una rueda y empezamos a charlar.


Uno de los que estaba formado en la cola pregunta quienes éramos nosotros y le empezamos a contar la historia. Les dije que era nieto de Carmela y de Salvador.


De pronto de la cola sale uno y dice, ¿así que sos hijo de Carmela?... “io sono Peppino Luongo”, y le mandó saludos a mi abuela.

El me contó que con mi abuela habían sido amigos en la infancia.

Así que nos despedimos y nos fuimos en el tren a Parmina.  En el recorrido, con mi primo nos acordábamos a cada momento de Peppino Luongo.

Hicimos Italia, muy poquito de Francia y nos quedamos mucho en España”.


VUELTA A LA ARGENTINA Y REGRESO A ESPAÑA

“Al volver a la Argentina sigo haciendo mandados. En el 2003 mi primo vuelve España para instalarse y yo en el 2003 andaba con ganas de cambiar de aires, entonces le digo a mi primo que me iba a Italia, pero que pasaba antes por España para saludarlo.


Vuelvo a España, me quedo en Lérida, entro en un restaurante y aprendo a cocinar ahí.

Me vuelvo en el 2006 y me decido a poner el restaurante, así que entre mi señora y yo nos pusimos a buscarle un nombre”.


NACE PEPPINO LUONGO

El restaurante Peppino Luongo en plena construcción

“Gente amiga que también opinaba decía “por qué no le ponés “ Lo de Capri”, por mi apellido, o “El boliche de Carmela”, por mi abuela y todo relacionado con la familia.

Tantos nombres dando vueltas, hasta que en un momento mi esposa dice…!ponele Peppino Luongo!!.... Así que la diseñadora, que ya tenía el logo del restaurante, le pone el nombre y lo cuelga en Internet.


Me gustaron las letras y ahí quedó… Yo quería un nombre que la gente preguntara, ¿Por qué ese nombre?.. y la verdad es que acertamos… El año 1951 es cuando vino mi abuela a la Argentina.

Así que Peppino Luongo abrió en Olavarría, el 28 de mayo de 2008, precisamente el día de mi cumpleaños número 34.


PEPPINO EN BELLA VISTA.

Al poco tiempo de instalado el Restaurante en la esquina de Cerrito y Necochea, Diego tiene la idea de hacer un emprendimiento gastronómico distinto, estableciéndose en una zona pintoresca del partido, alejado de la gran ciudad: El paraje Bella Vista.

Es así que le compra ocho lotes a Jorge Pavone, para construir lo que sería el nuevo Peppino Luongo y se pone en acción para dejarlo concretado con la apertura de sus puertas el  12 de diciembre de 2010.

El amplio lugar tiene la hermosa vista del Cerro Largo como fondo y una frondosa vegetación que lo mantiene verde y atractivo todo el año. En su interior, la decoración está conformada principalmente por elementos que pertenecen a la historia familiar.

“Hay muchas cosas que tienen que ver con mi familia. La balanza que era del almacén de mi abuela, la máquina de cortar fiambre también… todo está relacionado en este lugar.

La gente que trabaja acá son mi señora (Claudia Troia), que además de ser la cajera se dedica a realizar los postres, la esposa de un amigo de toda la vida que es como mi otra mano derecha junto a mi esposa y un par de empleadas mas”.


LA ANÉCDOTA

Hay una historia muy particular, dentro de la zona del emprendimiento comercial, que incluso sorprende al propio Diego y que a su vez la confirma el propio Jorge Pavone.


“En el cruce (de Sierras Bayas y la Ruta 76), a pocos metros de acá, hubo un restaurante llamado “El Rancho”…ese lugar era del abuelo de Diego. El abuelo supo tener el Bar América en Coronel Suárez y Lavalle, que lo cerraron y pusieron El Rancho. En la década del 60, en ese lugar, la gente que iba a la fábrica San Martín se tomaba alguna copita ahí y se iba en bicicleta a trabajar”.

Con medio siglo de diferencia, la historia vuelve a repetirse a través de un componente de la misma familia que apuesta a colocar un emprendimiento comercial en el mismo sector, prácticamente inexplorado … ¿Genética?....


PEPPINO HOY

Imagen nocturna. "Un barco en la noche" segun Pavone

El restaurante, luego de tres años de establecido en Bella Vista, es el alma del lugar. Cada fin de semana la gente lo ha elegido como la primera alternativa para salir del asfalto y el ruido, y meterse de lleno en la tranquilidad de un espacio relajante y natural.


La buena atención forma parte de un estilo “familiero”, que como buen italiano desarrolla Diego Capri, una persona muy celosa de todo lo que sea una atención personalizada y amena.

“Me ha pasado tener buenos cocineros al lado mio pero es como que no me convencen. Y no porque sean malos cocineros, sino porque ya estoy habituado al sabor mio.


Es como que cocino para mi ”.

Esto es Peppino Luongo. Un lugar para visitar y comer bien, con toda la calidez del inconfundible estilo familiar italiano, heredado de sus abuelos.

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