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Foto del escritorCharles Gutierré

Mis carnavales de Empalme Graneros 1° parte

Actualizado: 30 sept 2019


Aquellos bailes de carnaval en el club Reflejos

Mis recuerdos de este festejo se remontan a mi adolescencia, las historias que quiero contarles son las que viví allá entre los 12 y 18 años de edad. Si les cuento que en mi infancia mi madre a los 3 hermanos  y para todas las fechas de carnaval nos disfrazaba de “mexicanos” para luego salir por las tardecitas a caminar para “mostrarnos” ante los vecinos de las calles Olivé, Juan B. Justo, Av. Génova, creo que sería muy aburrido, pero hay que decir que fehacientemente se usaba disfrazarces en los carnavales de aquellos tiempos.


Por aquella época la mayoría de las calles de Empalme Graneros estaban sin asfaltar, a las calles de tierras las limitan zangas que hacían de desagües (hoy cloacas) de las viviendas circundantes. En cada una de las esquinas existía una “boca de tormenta”, o sea, un grifo que “aguas sanitarias de la nación” colocaba en la red de sus cañerías de agua potable para abastecimiento ante posibles casos de incendio.

Los improvisados tarros de lata para cargarlos de agua y salir a mojarnos entre los chicos de la cuadra.

A estos grifos se recurría cuando las canillas y las piletas de nuestras casas no daban abasto para llenar los baldes que usaban nuestros padres para mojarse entre vecinos. Más de una vez las mujeres (nunca los hombres), se cambiaban la vestimenta empapada y salían diciendo “Basta que ya me cambié”, JA. JA, el carnaval no terminaba hasta que ya nadie quedaba en la calle.

Nosotros, los adolescentes, armábamos nuestra artillería de “Bombitas”, (siempre había una chata o un Jeet), llenábamos 2 inmensos fontones que se usaban para lavar la ropa, por supuesto que no eran de plástico, mas bien de chapa galvanizada que fabricaban los “hojalateros” de la época, y salíamos a “bombardear” a las chicas de los otros barrios con nuestros globitos, en este caso, siempre “las presas mas codiciadas” las encontrábamos en barrio Industrial. Creo que era uno de los barrios de los alrededores que más chicas salían a las calles en las tardes de carnaval.

Las chatas de la época con nosotros arriba buscando las mujeres de otros barrio

Y a la noche estaba el “corso” y después los “bailes de carnaval”. Siempre éstos se hacían en la Av. Alberdi en el barrio de Arroyito.

Corsos de la Av. Alberdi - Barrio Arroyito

Hoy viene a mi memoria uno que se hizo en Empalme Graneros sobre la Av. Genova, entre Progreso y las vías del Gral. Belgrano. Por esa Avenida desfilaban diversas carrozas y también las diferentes “conocidas murgas” que llegaban de los distintos lugares de la ciudad.

Y por supuesto “El Club Reflejos” no podía quedar ajeno a esta fiesta, una de esas noches tuvimos la oportunidad de ver de cerca al “Rey” de la época, Palito Ortega.

Con algunos ahorros la llevé a mi mamá un tanto ya enferma y tuvo que soportar una larga espera. Si, hasta las 4 de la mañana que llegara el artista compositor e interprete de “Mi primera Novia”. Ni para las imnundaciones de Empalme se vio a tanta gente caminar por los alrededores del legendario Club.

Hay tantas anécdotas que uno pudiera contar de aquellos bailes de carnaval ya que tuvo la suerte de participar de los realizados por Clubes como Rosario Central, Gimnasia Esgrima, Provincial, Servando Bayo, Unión y Progreso, Belgranense, Caova… todos trayendo a los máximos artistas nacionales e internacionales, pero me quedo con los bailes sencillos de mi barrio Empalme.

 

UNA HISTORIA DE VIDA:

Una Rubia diferente

Me quiero quedar en esta oportunidad con un recuerdo inolvidable de uno de aquellos bailes de carnaval. Un querido y amado amigo mío, PALOLO (cantante del Grupo Los Indómitos) conjunto moderno que amenizaba los bailes de los clubes de rosario por aquella època. Esta vez actuaba en el Club Reflejos y allí fuimos con la barra.

En plena fiesta y estando en la barra del buffet tomando una naranja “social” con los amigos, se me acerca un señor mayor que desde hacía un rato nos merodeaba. En un momento me llama, me separa del grupo, y me propone que saque a bailar una chica y que si yo lo hacía, el después se iba a encargar de invitar, a la barra y a mí, todo lo que quisiéramos consumir.

Con los años uno ha tenido miles de sorpresas de vida, pero a mis 16 años jamás había tenido una propuesta semejante. Sintiéndome un “galán ganador” le dije que me indicara cual era la chica que había que sacar a bailar.

De un lugar prudencial, más bien oculto, señaló a una mujer mayor y a una chica rubia, pero antes me advirtió que esta chica tenía un problemita en una de sus piernas (era renguita). Le dije que no importaba y hasta esa mesa, cuando volvieron los temas de Palolo, Carlitos arremetió. No voy a entrar en detalles de todo lo que me costó sacar a bailar (aún con la ayuda de la madre) a esta hermosa chica de una hermosa caballera rubia, la cuestión que la chica bailó conmigo, y toda una tanda de 45 minutos, suelto o como sea, bailó y por momentos se dirvirtió al compás de las canciones de Palolo.

Después, el hombre de la propuesta, con toda una emoción reflejada en su rostro, se acercó a la barra del buffet, intentó cumplir lo ofrecido, a la cual nos negamos, entonces me agradeció, me miró con ojos brillosos y me dijo, ya siendo las una de la madrugada, que se retiraba con su familia. Antes de que partiera le pregunté: “Señor; usted es familiar de la chica, ¿Tío? ¿Padrino?”. Me contestó un tanto emocionado y con ojos brillosos: “Soy el Papá”.

Mientras mis amigos bromeaban distraidamente, levante la vista por sobre ellos y miré como salían por el portón del club de calle Génova, una mamá enlazada al brazo de una hija cojeando... y a un hombre detrás, perdón, a un PADRE FELIZ mostrando su espalda ancha y  más erguida que nunca.


Carlos Gutierre - Hasta próximas historias

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