Mi Amigo “El Ciruja”
Como es mi costumbre, antes y después de hacerles conocer al principal protagonista de este relato, los ubicaré en el tiempo, y lugar en la cual se desarrollaron los hechos., destacando, personas y personajes de esa época.
Una de las inundaciones mas grandes del Río Reconquista, fenómeno natural que ocurrió en la primavera de 1967., afectó a las localidades de Moreno, Merlo y de otras ciudades río abajo, de las cuales es vecino el Reconquista.
Publicaciones de la fecha, hablaban de mas de 50 muertos, una cantidad incontable de desparecidos, 120.000 evacuados, daños totales en viviendas y posteriores enfermedades.
Ya Para ese entonces había adquirido unos terrenos en Moreno, luego, una casa en el partido de Merlo, la cual tendría como destino descanso y recreación de nuestra familia, principalmente el contacto de mis hijos pequeños con la naturaleza.
Esta inundación me sorprendió, sabia de los riesgos por la cercanía con el río, pero nunca imaginé algo así. Felizmente para nosotros, un par de manzanas de ese barrio, debido a la altura del terreno quedaron como una isla, sin afectarnos.
“En 1959 el por aquel entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires Oscar Alende encomienda al Director de Hidráulica del Ministerio de Obras Públicas, el ingeniero Carlos Francisco Roggero, el estudio de una solución para el problema de las crecidas del Reconquista. En 1964 el estudio concluyó que se debía construir una presa reguladora del cauce del río. La obra se inició en 1967, costó 1200 millones de pesos moneda nacional y se concluyó en 1972. Se la bautizó con el nombre del ingeniero Roggero quien recientemente había fallecido”.
Dicha obra dio por controlado el caudal de aguas de ríos y arroyos, dando solución definitiva al problema de las inundaciones.
Recibimos aviso de parte de una vecina cercana, que había algunas familias con niños solicitando poder acceder a nuestra casa, aun deshabitada, hasta tanto bajen las aguas y puedan volver a sus domicilios.
A esta vecina conocedora del barrio y su gente le autorizamos a darles ingreso a nuestra propiedad, pudiendo hacer uso de todas las instalaciones.
Así ocurrió, y unos días después, cuando las aguas lo permitieron me acerque a la casa.
Para ello debí caminar cinco cuadras con el agua a la cintura hasta llegar al barrio.
El sol brillante reflejaba sobre algunos sitios inundados, el terreno estaba tal me lo habían comunicado, totalmente seco.
Esos vecinos que habitaban la casa, pudieron solucionar en forma transitoria sus necesidades básicas, permaneciendo unos diez días.
A medida que el agua bajaba, ellos hacían las tareas de limpieza y reconstrucción de sus casas que les permitirían convertirlas nuevamente en habitables.
En un terreno lindante, también de mi propiedad había un hombre que había ingresado y armado un sitio techado con una chapa haciendo ángulo con la medianera de una casa vecina, tapaba sus extremos con lonas para protegerse del frío o posibles lluvias, durante el tiempo que le tocara estar fuera de su casa.
A su lado, tres perros, un conjunto de latas que utilizaba como elementos para cocinar, la infaltable parrilla, tejida con alambres de algún alambrado de campo distraído.
Hombre de edad difícil de determinar, por su aspecto su cabello blanco y tupida barba.
Si bien se había ubicado en un rincón, casi al frente del terreno, estaba dentro del mismo.
Me costo mucho decidirme a encararlo para iniciar un dialogo que me permitiera saber que haría en un futuro próximo.
Me acerqué lentamente hacia el, y lo llamé.
—señor, don….
Sin responder se vuelve hacia mi y me dice.
—-Me llamo Rosendo.
—-Buen día Rosendo, yo me llamo Carlos, dígame, ¿que lo trajo por aquí?
—-Me trajo el Río de las Conchas.
—-Si, el reconquista.
—-¿Donde vive?
—–En el Palacio del lago del Bosque.
—–¿ esta lejos el palacio?
—–Por esta calle, 10 cuadras, hacia donde va la bajante., ¿ quiere saber cuando me voy?
Le respondí con otra pregunta.
—–¿ su casa estará habitable.?
—–Si, mi casa y el río son amigos desde hace más de 100 años.
Los Romero me permiten vivir allí y cuidar el “Palacio.” de los Bisabuelos.
Además no salí de la casa por miedo al río, salí buscando a mi otro perro “mancha” que se perdió, de paso comprar algo para comer.
Ya a esta altura de la conversación, y como iba el relato, decidí dar por terminada la entrevista, evidentemente la misma me confundía en la medida que continuaba.
Cuando Regresé cuatro días después, Tanto Rosendo como las familias, habían dejado la casa. Limpia y ordenada la vivienda. En el terreno solo encontré unos ladrillos y cenizas que delataban que en ese sitio cocinó y habitó alguien.
Meses después, decidí conocer el lugar, que supuse imaginario, “Lago del Bosque”.
Camine por la calle Dean Funes, (de tierra en ese tiempo) cruce las vías del Sarmiento, la ruta 7 continúe exactamente 8 cuadras, las casitas circundantes comenzaron a ralearse, descubriendo rápidamente un inmenso bosque con distintas variedades de árboles.
Un vivero, construido en forma circular, vidriado, molinos, restos de cemento y columnas de lo que alguna vez fuera una base para sostén de maquinarias. Caños, enormes llaves esclusas.
A continuación, un puente de material adornado con columnas a cada lado, y debajo un pequeño dique. El agua corría con fuerza y caia en cascada varios metros abajo para continuar su camino y desembocar en el reconquista, a doscientos metros de allí.
El pequeño dique permitía formar un lago artificial, por eso fue bautizado “ Lago del Bosque”.
1950 - Lago del Bosque II
Crucé el puente, y luego de una curva apareció el inimaginable Palacio Juan Carlos Romero.
Una construcción y un entorno que en su momento de apogeo habrá sido un lugar paradisiaco.
Muchos años de abandono, ventanales faltantes, techos perdidos entre la vegetación, paredes con tizne de tiempo de atajar humo de cocina improvisada.
Instalaciones lujosamente revestidas, pero lamentablemente saqueadas.
Animales de corral que deambulaban a su voluntad picoteando lombrices y algún grano de maíz, resto de su ultima comida.
De frente a la tranquera, golpee las manos, luego llame, silbe, hasta que apareció Rosendo.
Al reconocerme se acerco a la tranquera, su aspecto no había cambiado, le estreche la mano y comenzaron mis preguntas.
—-¿ quien vivía aquí y que hace usted habitándola?
Este es el Palacio de Juan Carlos Romero, fallecido, su familia me permite vivir aquí, cuidar que nadie se meta ni robe nada, yo junto metales y cartones en la zona.
La dueña murió con más de cien años.
Actualmente, me dijeron que la municipalidad se hizo cargo y expropio todo el lago del Bosque, y la chacra Romero como le dicen, creo que lo quieren reconstruir.
“Chacra Romero o Palacio de Lago del Bosque, fue construida a mediados del siglo XIX, diseñada por el Arq. Pedro Benoit quien en 1859 proyectó el trazado del pueblo de Merlo, el diseño de la iglesia de La Merced, de la primera escuela D. F. Sarmiento, de la catedral de La Plata y de la catedral de Mar Del Plata.”
“Hacia 1870 en las cercanías de Merlo en las cercanías de Puente de Márquez En la desembocadura del arroyo Torres en el Río Reconquista el señor Juan José Romero construyó un tajamar formándose así un pequeño lago artificial para el disfrute de su familia en las épocas de veraneo que dio nombre al lugar: Lago del Bosque.”
Con la promesa de volver y entregarle la foto que le había tomado, regresé varias veces sin encontrarlo. En mi tercer intento, salio otro habitante del lugar.
Luego de comentarle el motivo de mi visita, me dijo que la Municipalidad había trasladado a Rosendo, dándole una vivienda para el lado de Cascallares cerca de la Represa.
A mi amigo “el ciruja” no volví a verlo.
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