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Foto del escritorCharles Gutierré

Historia de Vladimir Gutierré

Actualizado: 25 may 2022

Vladimir Gutierré MI HISTORIA: EL POETA ERRANTE DEL BODEGÓN DE PIETRENKO

Este viejo Bodegón estaba ubicado a metros de la Estación Sorrento de la playa  Ferroviaria del Belgrano Cargas, Barrio Empalme Graneros de la ciudad de Rosario. Olivé al 2200, una calle en donde hice mis primeros pasos de niño y parte de mi adoslescencia.


Calle que recuerdo con mucha tristeza y a la vez con mucha emoción por haber convivido con vecinos, amigos de mis padres que siempre estaban en los tiempos dificiles y en la alegría de las fiestas navideñas. (Créanme que ciertos Domingos recorro aquella calle como si todavia fuera mía).


Pasaron muchos años de aquel tiempo memorable e inolvidable, por ello, a pesar de mi edad ya bastante madura, por mis recuerdos y nostalgias es que me tomé el atrevimiento de escribir una parte de una historia de vida: Voy a comentar solamente una vida de un personaje que admiré de chico y ya también de adoslescente cuando me contaba su pasado, su forma de ser, de pensar, sus ideas y por sobre todo el amor que sentía por nosotros, los jóvenes. Y por los Argentinos.

Por aquélla época ha estos boliches se los denominaba Fonda, Pensión o Bodegón y el de nuestra historia de hoy, el de Pietrenko, tuvo una larga y apasionante vida durante los años 1942 / 1976. La mayoría de los clientes eran europeos de nacionalidades como: Polacas, Ucranianas, Yugoslavas, Lituanas, Checoslovacas, etc., todos refugiados de la 2da. Guerra Mundial. ( A todos los llamabamos ("Polacos") El propietario se llamó Mijail Pietrenko, natural de Rusia. En los alrededores de la Estación Sorrento del Belgrano Cargas, precisamente en la calle Olivé, se fue armando el barrio invencible de Empalme Graneros. Sus primeros parroquianos se afincaron en esas latitudes.

El propietario se llamó Mijail Pietrenko, natural de Rusia.

Las mesas y sillas eran de madera, ya un tanto las pobres convalecientes por soportar las grandes borracheras de aquellos entrañables parroquianos en sus crudos inviernos.

En un rincón al fondo del Bodegón, en una mesa casi en la penumbra por la falta de luz, yacía nuestro personaje: El Poeta Escritor VLADIMIR GUTIERRÉ. (Lo bautice con mi apellido porque nunca supe el verdadero).


Se lo admiraba mucho por que era un idealista soñador, muy prudente y por tanto a menudo se lo parecía muy tímido y reservado para los demás.

Compartía su rica vida emocional y sus apasionadas convicciones con tan sólo unas pocas personas. Por las tardes se lo veia por los terraplenes del Ferrocarril al lado de las vías en su ranchada. Algunos pudieron confundirse profundamente cuando se lo juzgaba  como reservado y frío.

Vladimir tenía una marcada escala interior de valores y unos principios claros y honrados por los que estaba dispuesto a sacrificarse por sus pocos amigos.

Fue más admirado porque supo ser muy considerado y hasta hizo mucho por ayudarlos y defenderlos. Era una persona preocupada, atenta y generosa con el prójimo. Si su entusiasmo por algo o alguien se veía amenazado, el se convertía en un luchador incansable.  

El nos decía que había nacido en una ciudad siberiana llamada Balahta de una Provincia de Rusia y que su familia fue muy adinerada, dueña de campos y curtiembres. La 2da. Guerra Mundial lo trajo a la Argentina y jamás se lo escuchó hablar de su familia de allá. Muy pocas veces nombraba a su madre (Hanna) y a su hermana (Natasha).

Cuando el alcohol comenzaba hacerle efectos escribía poemas de amor  y se los entregaba a los más jóvenes en la puerta del Bodegón. Cuando volvía a su pieza de los fondos de la Pensión de Pietrenko, se lo solía escuchar murmurando muy bajito estrofas de sus canciones pero en polaco, con una marcada nostalgia y emoción. (Estrofas que yo rescate de un cancionero popular de Argentina):

“No cantes hermano no cantes, que Moscú está cubierta de nieve y los lobos aúllan de hambre, no cantes que Olga no vuelve.”

Desde muy corta edad, quizá desde los cinco o seis años, supo que cuando fuese mayor sería escritor, asi nos contaba. Entre los diecisiete a los veinticuatro años trató de abandonar ese propósito, pero lo hacía dándose cuenta de que con ello traicionaba su verdadera naturaleza y que tarde o temprano habría de ponerse a escribir libros.

“Aunque el sol nuevamente ilumine, aunque sigue cayendo la nieve. Aunque el sol nuevamente ilumine, aunque sigue cayendo la nieve”.

Escribió su primer poema a la edad de cuatro o cinco años (se lo dictó a su madre Hanna). Cuando estalló la guerra de 1939-1945, escribió un poema patriótico que publicó el periódico local de balahta, lo mismo que otro, de dos años después, sobre la muerte de Rasputín y fue por ello que tuvo que escaparse de Rusia.


Nos hablaría mucho del Presidente Stalin, que estuvo entre los Bolcheviques revolucionarios que impulsaron la Revolución de Octubre en Rusia en 1917 y más tarde ocupó la posición de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1922 hasta que el cargo fue formalmente suprimido en 1952, poco antes de su muerte. Gracias a Vladimir conocí lo que era el Partido Comunista.

“Rumbo a Siberia mañana saldrá la caravana, quien sabe si el sol querrá iluminar nuestra marcha de horror”


Sus mejores temas estarán determinados por la época en que vivió -por lo menos esto es cierto en tiempos tumultuosos y revolucionarios como el de aquella época-, pero antes de empezar a escribir había adquirido una actitud emotiva de la que nunca se libraría por completo.

“Pienso en Moscú, mi Olga tal vez a otro amor se entregó No cantes hermano, no cantes por Dios”.


El deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insistió en que ningún libro estaba libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política, aseveraba.

“Unidos por crueles cadenas, por la estepa mil leguas haremos, caminando con rumbo a Siberia, no cantes que es cruda la helada”.

En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales o simplemente descriptivos y casi no habría tenido en cuenta lealtades políticas. Pero con el tiempo se vio obligado a convertirse en una especie de panfletista del Partido Comunista.

“Ya Moscú esta cubierto de nieve y la nieve ha llegado a mi alma. Ya Moscú esta cubierto de nieve y la nieve ha llegado a mi alma”

Vladimir Gutierré

“Escribo por necesidad espiritual y publico porque considero útil compartir mis sueños con el pueblo en que me tocó nacer y por quien todos los días renazco en la esperanza. Igual con personas de otras latitudes, como Argentina, a las que me acerca el canto.”

“Escribo porque estamos hechos de palabras y creo en ellas, si digo ABRAZOS construyo puentes, si digo MAR construyo un faro y una orilla para llegar a alguien.”

 “Escribo sobre la vida y la muerte, sobre el amor, la amistad, la familia. Escribo unas veces con humor y otras con dolor. La poesía para mí ha sido catarsis, consuelo, explicación última de lo inexplicable e inasible”.

“La poesía ha sido para mí, la puerta de mi propia liberación. Ética y estética han ido de la mano, posiblemente porque los poetas decisivos en mi obra y en mi vida fueron, en ese orden”.

“De ese aparente vacío salen los temas de la poesía, o de la muerte misma, un tema predilecto porque he estado en contacto con ella desde mi infancia. Aun así, considero necesario escribir de aquello que se puede salvar, acerca de la solidaridad humana, la justicia social y sobre todo, de la belleza encontrada en un gesto, un detalle o en un lirio que brota en medio de un estanque, aunque sólo sea un estanque.” Es lo último que Vladimir Gutierré escribió.  Su vida se apagó una madrugada en aquellos Morales del Ferrocarril Belgrano de la Playa Sorrento, su cuerpo apareció colgado de una soga de una de sus ramas… Más tarde, Basilio Rumaniuk y El Checo Strilúk: "Los árboles no tienen culpa, dirían sus dos grandes amigos cuando lo vieron colgado ya sin vida..."


Yo también te vi muerto en ese árbol Vladimir, junto a vecinos del Barrio Estanque y no fuiste capáz de avisarnos que ya no querías vivir más. Pienso que fuiste muy egoista a sabiendas de todo el mor y admiración que sentíamos por vos.


Lo más triste es que todos tus poemas jamás fueron para nosotros, para aquellos jóvenes que vos entregabas en la puerta del Bodegón de Pietrenko cuando estabas nostálgico con ganas de escribir.

Asi lo pienso hoy, pero no por ello voy a olvidar tu persona de bien, tus charlas, de tu familia, de tu pequeño Pueblo de Rusia, de tus ideales políticos que no me convencieron en mi plena juventud para que yo me integrara al comunismo.


Tu vida y tu muerte tuvo que ver por el amor de una mujer. GRACIAS POR TODO VLADIMIR...!!!

“Pienso en Moscú, mi Olga tal vez a otro amor se entregó.  No cantes hermano, no cantes por dios. Mi amor, Olga, mi Olga.”

Narración de Carlos Gutierre

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