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El paraíso salvaje de Formosa | EN EL CAMINO


El Parque Nacional Río Pilcomayo es un paraíso de pescadores pero también es un reservorio de yacarés, boas y pájaros carpinteros.

Surubíes, mandubíes, corvinas, dorados, pacúes. El paraíso del pescador parecería encontrarse en el extremo norte del país, donde se juntan las aguas del río Pilcomayo con las del río Paraguay, es decir, justo en la esquina noreste de Formosa.

En ese punto está la ciudad de Clorinda, uno de los mayores receptores turísticos de la provincia y el magnífico Parque Nacional Pilcomayo, al límite con la República del Paraguay, que con sus 47.754 hectáreas resalta entre los humedales de importancia internacional.

Ambos ríos no son los únicos. Más sur está el Bermejo, también reservorio de peces gigantes donde la práctica del deporte del pique se ve favorecido por la tranquilidad y el silencio, apenas cortado por el gorjeo de un pájaro o el grito agudo de los monos que se asoman en la copa de los árboles.

En las aguas formoseñas la captura de ejemplares de enormes dimensiones, preferidos por la exquisitez de sus carnes, exceden las exigencias del pescador y funcionan como un atractivo magnético para delegaciones de aficionados que llegan a sus costas, en cualquier época del año, provenientes Sudamérica, en busca de codiciadas especies de valor deportivo.

Las zonas recomendadas se encuentran en el río Paraguay y sus afluentes -Dalmacia, Herradura, Colonia Aquino, arroyo Ramírez, boca del Río Bermejo, Villa Emilia y boca del riacho Pilagá- donde cada pescador puede extraer un máximo de diez piezas diarias, aunque esto puede variar según la especie y la temporada. Se requiere de una licencia deportiva que es otorgada por la Dirección de Fauna provincial.

El paraíso salvaje de Formosa | EN EL CAMINO

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