top of page

Una pareja y uno de sus pequeños hijos fueron masacrados en un pasillo de Tablada.

  • Foto del escritor: Charles Gutierré
    Charles Gutierré
  • 8 may 2022
  • 6 Min. de lectura

Desde un auto dispararon y mataron a una pareja y a su hija de 6 años. Otro nene de 4 años, corrió a la casa de la abuela y se salvó. Tercer triple crimen del año con niños como víctimas.

El pasillo donde cayeron agonizantes Gabriela Altamirano y su hija Ambar. Rodrigo Morera, pareja de Gabriela, murió en la vereda.


“Este barrio está desmadrado, pero no es de hoy ni de ayer, ya lleva su tiempo. Hace unos años atrás, tres o cuatro, las balaceras eran de noche. Pero ahora son a toda hora. El viernes fue un hervidero de balaceras. A dos, tres o cinco cuadras. Estamos esperando que nos maten así se termina”.


Abrumada por la realidad, una vecina de Tablada contaba este sábado su diario vivir a metros de donde una familia había sido exterminada la noche del viernes. Fue alrededor de las 23 en Garibaldi entre Necochea y Chacabuco cuando una pareja y sus dos hijos pequeños fueron emboscados y tres de ellos terminaron asesinados a balazos. Fue el tercer triple crimen en el que una familia, con niños pequeños, fue masacrada en solo 98 día de 2022.


Gabriela Aymará Altamirano, de 25 años; Tomás Rodrigo Morera, de 27; y sus hijos Ambar Auriazul, de 6, y un pequeño de 4 años llegaban para visitar a la abuela de los nenes en la casa en la cual Gabriela se había criado. Cuando bajaron del auto y se adentraban en un pasillo, paso un vehículo desde el cual partió una lluvia de disparos. Gabriela y Ambar cayeron agonizantes al piso; Rodrigo murió en la vereda y el nene de 4 años corrió en medio del pandemónium y logró entrar en la casa familiar.

“Hablan de ajuste de cuentas y acá no hubo ningún ajuste de cuentas. Ellos eran una familia de laburantes que no se metían con nadie. Rodrigo hacía chapería y pintura de autos. Le metía 12 o 14 horas por día de laburo para tener bien a su familia. Mi sobrina se crió acá y cuando formó pareja se fue a vivir con su compañero al barrio Alvear. Mataron una nena de 6 años y el nene alcanzó a correr y a meterse en la casa. ¿De qué ajuste de cuentas me hablan?”, se preguntó sin consolación un pariente directo de Altamirano. “Lo que pasa es que en este barrio y en Rosario ya no se puede vivir. Te matan como un perro, estés metido en algo o no tengas nada que ver. Mataron a una familia, amigo”, relató el hombre mientras apretaba entre sus dedos un plomo calibre 40 que había quedado incrustado en una puerta de chapón al final del pasillo. “¿Qué te puedo contar? La nena quedó tirada sobre el cuerpo de la mamá, una chica que conocemos desde que empezó a caminar y tenía un balazo en la cabeza. Las dos tiradas en el pasillo donde Gabriela se crió. Las llevaron al hospital pero ya no había nada que hacer. La criaturita de 4 años se salvó porque corrió. Le nació correr porque si se quedaba paralizado lo hubieran asesinado a él también. Tablada no es esto. Es un barrio difícil, ¿cómo que no? Pero no es esto. En Tablada no se mataban hace unos años abuelas, madres, embarazadas, nenitos. Había códigos. Esto se fue al carajo. En esto ganan unos pocos y perdemos todos. Lo que sí queda clarísimo es que a los políticos no les importamos, más clarito echale agua”, comentó uno de los vecinos del pasillo del horror. Como en el triple crimen de Colombia al 1300 bis, ocurrido el sábado 23 de abril, el cuatro integrante de la familia, en aquel caso un nene de 6 años, se salvó de ser asesinado porque corrió y se refugió en la casa de su abuela.

Acostumbrados a la violencia No es la primera vez que en Garibaldi entre Necochea y Chacabuco resuenan detonaciones de arma de fuego. Y por el relato de los vecinos no será la última. Ubicada a unos 200 metros de “La U”, o el Corredor Ayacucho, y a 300 metros de Uriburu y Grandoli, la primera cuadra de Garibaldi está acostumbrada al rugir de las armas semiautomáticas. La fisonomía del barrio está un tanto modificada porque sobre Chacabuco se están realizando obras de cloacas. De tanto escuchar, los vecinos pueden diferenciar con alta precisión los calibre disparados sólo por el sonido. Esa porción de territorio está en litigio entre al menos cuatro firmas del crimen organizado. Según los vecinos allí disputan Los Funes y en su contra gente que responde a René “El Brujo” Ungaro, Brian Ismael “Pocha” Sánchez, y los descendientes del “Chanchi” César. De estos tres últimos, uno es un reconocido aliado de Esteban Lindor Alvarado; y las otras dos son franquicias de la banda de Los Monos. Así se paran en el campo de batalla. Las antiguas alianzas ya no se reconocen. Y tampoco las nuevas. Trece días atrás, la madrugada del 26 de abril, a 400 metros de la escena del triple crimen del viernes, en la esquina de Esmeralda y Presidente Quintana, sicarios asesinaron a un hombre que aún no fue identificado de nueve disparos. Lo habían maniatado con el cabestrillo que sostenía uno de sus brazos lesionado. En el bolsillo del jean de la víctima había una nota manuscrita que decía: “Que peleen, si no que corran”. Al tratar de identificar a la víctima los pesquisas se toparon que no había ningún registro en Rosario. Entonces enviaron las fichas dactiloscópicas a Buenos Aires para determinar si estaba domiciliado en la capital del país. ¿Otro guerrero importado de una villa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a Rosario? Está bajo investigación si Rubén Darío M., un ciudadano paraguayo con residencia en la villa 1-11-14 del Bajo Flores porteño, fue el sicario que mató a María Elena “La Mari” González, de 64 años, testigo en una causa contra el clan Funes y familiar de “Pocha” Sánchez. Un hecho ocurrido el 12 de abril último en Necochea y Ameghino. El sospechoso fue detenido en un punto de venta de drogas administrado por Los Funes en Chacabuco al 4100, a 100 metros de la escena del triple crimen del viernes.

Según se pudo reconstruir, la tarde del viernes fue pura furia y plomo en las inmediaciones del pasillo de Garibaldi 57. A la tarde, alrededor de las 16, el frente de una concesionaria de autos ubicada sobre Uriburu entre Alem y 1º de Mayo fue atacada a balazos. El mismo local había sido baleado dos años y medio atrás, sobre fin de enero de 2019. Alrededor de las 20, Amparo M. fue baleada en el abdomen en Esmeralda al 3900. Y casi en simultáneo, una casa de Berutti al 400 recibió una lluvia de proyectiles en el frente. También hubo ataques a tiros en departamentos de los monoblocks del Parque del Mercado, sobre Sánchez de Thompson al 200 bis, donde desde hace semanas miembros de la banda de Los Funes andan apretando vecinos para consolidar territorio. La piba del barrio en esta historia se llamaba Gabriela Altamirano, quien se crió en el pasillo donde el viernes cerca de las 23 la masacraron junto a su familia. Con el devenir de la vida, la joven se fue a vivir al barrio Alvear junto a Rodrigo Morera, su pareja y padre de sus hijos. Pero Gabriela visitaba frecuentemente junto a su familia la casa en la que se había criado. Alrededor de las 23 el Nissan blanco de la familia estacionó a pocos metros de la entrada al pasillo de unos 40 metros de profundidad en el que hay sólo dos viviendas. Cuando Gabriela caminaba hacia la casa familiar con sus hijos apareció un auto con cuatro ocupantes desde el que comenzaron a disparar. “Una era una metra (como en la calle se reconoce a la pistola ametralladora) seguro”, explicó una vecina. “No hubo metra, fue una pistola chipeda (como le dicen a las pistolas con su percutor alterado para que dispare en ráfaga)”, contó otro residente. El pasillo quedó regado de sangre y desesperación.

En la escena se recogieron una veintena de vainas servidas calibre 9 milímetros y 40. Gabriela y su hija Ambar fueron trasladadas al Hospital Roque Sáenz Peña donde nada pudieron hacer para salvarlas. Rodrigo Morera quedó muerto en la vereda. Sus compañeros y amigos del Club Atlético Almafuerte de barrio Las Flores, donde el muchacho jugaba en la liga de veteranos, le rindieron homenaje. "Buen viaje Rodrigo, que descanses en los brazos de Dios. Almafuerte está de luto". “Los gendarmes llegaron al toque. Sé que estaban patrullando la zona o que tenían algún móvil en las inmediaciones. Pero cuando llegaron ya todo había pasado”, contó un vecino de las víctimas. Un par de horas más tarde, un Chevrolet Prisma blanco fue encontrado en inmediaciones de Lola Mora 55 bis, a unos 400 metros del lugar del triple crimen. El auto tenía sus ventanillas bajas y en su interior había una billetera y vainas servidas que serán peritadas para determinar si el vehículo estuvo involucrado en el triple crimen y en el ataque de Berutti al 4000. La fiscal Marisol Fabbro quedó a cargo de la investigación.

Comments


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page