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Una masacre frente a un kiosco de drogas en una zona cada vez más caliente.

  • Foto del escritor: Charles Gutierré
    Charles Gutierré
  • 14 nov 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 24 nov 2021

Las víctimas del triple crimen del viernes en México al 1700 tendrían relación con la casa en la que se encontró droga y un arma.

Los hombres que fueron baleados el viernes poco antes de las 21, estaban sentados en la vereda de una casa de México al 1700. Al requisar el lugar encontraron drogas y un auto robado.


La noche del viernes, mientras la ciudadanía rosarina miraba en la tele cómo los trabajadores y dueños de estaciones de servicio acordaban con el gobierno dar marcha atrás con un paro anunciado en reclamo de los cuatro hechos de balaceras en 48 horas contra comercios del rubro, un auto con dos ocupantes pasó por México al 1700 y sin mediar palabras un gatillero abrió fuego contra cuatro hombres que estaban frente a un kiosco. Aaron Isaías Aguirre, de 21 años, quedó tirado en medio de la calle agonizante; Maximiliano Alejandro González, de 28, fue trasladado al Policlínico San Martín, ubicado a cuatro cuadras, donde no pudo ser salvado; Fabricio Marequi, un chico de 15, murió camino al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez; Ezequiel Maximiliano A., de 29 y único sobreviviente del grupo, sufrió heridas en su rodilla izquierda y terminó internado bajo custodia policial.


“Pasó un auto con dos ocupantes y comenzaron a escucharse los disparos. Fueron entre 10 y 15 balazos”, explicó un joven vecino de la zona. Mientras la calle todavía era un pandemónium, el fiscal Alejandro Ferlazzo ordenó allanar la vivienda en cuya puerta estaba los baleados. Allí encontraron tres bolsas con marihuana, un trozo de un ladrillo de una substancia compatible con cocaína; una pistola calibre 22, municiones, 35 pesos en efectivo y un Fiat Uno blanco con pedido de secuestro por haber sido robado en General Lagos el viernes pasado.


Zonas en disputa

El último homicidio múltiple —con tres o más víctimas— ocurrió el 12 de marzo pasado en Cerrillos y bulevar Seguí, en la Vía Honda. Las víctimas fueron el boxeador Nahuel “La Cobra” Zarza (campeón superliviano de la Asociación Mundial de Boxeo), Lucas Riveros, Esteban Benítez y Miguel Alcaraz. Algunos pesquisas consultados recordaban que el territorio puesto bajo la lupa supo ser patrimonio del asesinado Luis Medina y que posteriormente pasó a la madre de sus hijas, Daniela Ungaro.

Hoy esa geografía parece haber engrosado el negocio que está en disputa o sucesión a partir de la caída de transeros que están presos o muertos. La Banda de los Tripi y la del Walter “Dulce” Abregú, de los monoblocks del Parque Oeste; el eje de poder trazado por los hermanos Jonatan y Pablo Camino —administradores de una franquicia de Los Monos, que responde a Ariel "Guille" Cantero"— en barrio Godoy, los monoblocks de Monte Flores al 7100 y Villa Nueva (detrás del cementerio La Piedad) de donde desplazaron a balazos a Ariel “Chanchón” Cantero y Alexis “Tartita” Schneider, dos hijos de Ariel "Viejo" Cantero, Y la figura del “Peruano” Julio Rodríguez Granthon, presentado por la mayoría de los investigadores de drogas como la persona que hoy baja la droga en Rosario.

Además del punto de venta en el que estaban los muchachos masacrados la noche del viernes, los vecinos señalaron puntos de venta de droga sobre Brasil al 1700 y Cochabamba al 7300, a escasas dos cuadras de la escena del triple crimen.

En la vereda

Según se pudo precisar poco antes de las 21del viernes, en la vereda de la vivienda de México 1735 estaban Aaron Aguirre, quien según los vecinos era quien vivía en esa casa; Maximiliano González, con un domicilio en Chubut al 6900 y otro en French al 1500; Fabricio Marequi, con residencia en el barrio El Churrasco, en zona norte. También se encontraba Maximiliano A. Ayer se supo que Marequi tenía un pedido activo de averiguación de paradero de junio de 2018 que fue actualizado el mes pasado por la comisaría 10ª. Con 15 años tenía una mención en una tentativa de robo de febrero de 2019 y por haber sido aprehendido en octubre pasado en Blas Parera al 1650 con una pistola calibre 9 milímetros luego de un incidente con heridos. Fuentes consultadas indicaron que la primera denuncia que hizo la madre del adolescente, debido a que se escapaba de su casa, data de junio de 2018 cuando Fabricio tenía 12 años. Los otros que estaban junto a él también tenían prontuario abierto y anotaciones que los colocaban a ambos lados del mostrador: como víctimas y victimarios.

Cuando el auto con los tiradores, del cual hasta la noche del sábado no se tenían mayores precisiones, abandonó la calle México los cuerpos de las víctimas quedaron sobre la vereda. A media mañana de este sábado podían verse aún las manchas de sangre de sus cuerpos. En la escena se recolectaron 13 vainas servidas.

Aguirre recibió tres impactos en tórax sobre el lado izquierdo, otro en la tetilla derecha, pelvis zona izquierda, pierna izquierda y cráneo. “Los vecinos lo quisieron cargar en un auto para llevarlo pero la cana no quiso saber nada. Por eso quedó en el medio de la calle. Pero lo habían baleado cuando estaba en la vereda. No le dieron tiempo a nada”, indicó un residente de la cuadra.

González tenía heridas en abdomen y pie izquierdo; Marequi, en la cabeza, espalda y en una de sus piernas. Y el sobreviviente Ezequiel A., en su rodilla izquierda. Este último quedó internado con custodia policial a disposición del fiscal Ferlazzo y de la Justicia Federal en turno que actúa por el secuestro de los estupefacientes en la casa de México 1735.

Tenso

El sábado a la mañana todo estaba muy tenso en México al 1700, una zona del barrio conocido como Belgrano Sur ubicada a metros del inicio de la autopista Ernesto “Che” Guevara que va hacia Córdoba. Los vecinos se reunían en ramilletes para hablar sobre lo ocurrido el viernes poco antes de las 21.

La conmoción era lógica, pero ofrecía diferentes lecturas. Los vecinos más viejos sostenían que el triple crimen había sido fruto de “muchos lugares para comprar droga en poco espacio”. E iban a más: “Acá en la zona tenés tres o cuatro kioscos en menos de tres cuadras”, como indicó un vecino que ya peinaba canas.

Los más jóvenes tenían otra mirada. “Esto es completamente extraño. Yo no tenía contactos con el muchacho que vivía en ese lugar, pero nunca hubo un quilombo o nada de eso que uno ve en otros lugares. ¿Qué barrio no está podrido?”, dijo uno.

“Este barrio es un desastre. Cada vez peor. El otro día el ataque a balazos en Pasco al 7200 y ahora esto. Tres pibes masacrados como perros. En este barrio ya no se puede vivir más”, sentenció una vecina que incluyó entre las vivencias de la zona esa otra balacera ocurrida la noche del jueves a unos 400 metros —del otro lado de la vía— del triple crimen ocurrido el viernes. “Supuestamente es un ajuste de cuenta para con mi hermano, que tiene problema de drogas. Pero yo no tengo trato con él ni vínculo con la droga ni nada. Tengo una familia, cinco hijas y somos gente trabajadora”, había explicado la víctima de aquel ataque por el cual la escuela “Jesús Obrero y Espíritu Santo”, ubicada frente a la casa baleada, debió suspender una jornada contra la violencia prevista para el viernes por la mañana.

“Tenemos que ser prudentes, es una jornada que se venía realizando, se vivían hechos de violencia en el barrio donde estaba la escuela. En la jornada de anoche existió una balacera enfrente de la escuela, iba a ser una movida artística, una jornada con alumnos y con padres”, explicó el sacerdote de la escuela, Marcelo Corrini, el viernes por la mañana.

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