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Lo asesinaron de dos balazos tras vivir amenazado los últimos meses.

  • Foto del escritor: Charles Gutierré
    Charles Gutierré
  • 18 abr 2021
  • 6 Min. de lectura

Héctor Daniel Fleitas tenía 21 años. Tomaba algo con unos amigos en la zona oeste cuando les dispararon desde un auto. Dos jóvenes fueron heridos.

Fleitas cayó sin vida en un pasillo donde intentó guarecerse de los disparos. Francisco Guillén / La Capital 04:05 hs - Domingo 18 de Abril de 2021 Héctor Daniel Fleitas tenía 21 años y sabía algunas cosas que incomodaban a una banda de muchachos de la villa La Palmerita, ubicada sobre la colectora oeste de la avenida de Circunvalación a la altura de calle Ituzaingó, donde también vive su familia. Por eso lo habían amenazado. Y a pesar de que su madre y su hermana trataron de convencerlo de que denunciara lo que le estaba ocurriendo, él prefirió irse de su casa hace un par de meses e instalarse a vivir con un amigo. Ayer, poco antes de las 14, estaba con otros jóvenes frente a una casa de calle México al 2000 tomando unas bebidas. Entonces apareció un auto que estacionó frente a ellos y desde el interior partieron varios disparos. El grupo se desbandó con la intención de protegerse de los tiros.


Un joven cayó herido en el lugar, otro alcanzó a correr unos metros pero no resistió más al llegar a la esquina de México y Cerrito. Fleitas escapó por Ituzaingó hacia el oeste pero había sido alcanzado por dos proyectiles, el dolor lo quebró y trató de esconderse dentro de un ancho pasillo con portón de chapa negra de México al 7200. Ya no se pudo levantar más. Su vida se apagó en un instante y frente a la impotencia de los vecinos.


“Yo sé quienes mataron a mi hijo y los voy a denunciar hasta que vayan todos presos. Él estaba amenazado, a mi hija le decían que él se lo había buscado y que la iba a pagar”, gritaba en medio del llanto Alicia, la mamá de Héctor Daniel Fleitas, quien llegó al lugar del hecho criminal acompañada por su pareja, totalmente desolada.


¿Qué sabía Daniel? ¿Por qué lo habían amenazado? Las respuestas a esas preguntas fueron mantenidas en estricta reserva por el fiscal de Homicidios Alejandro Ferlazzo y los propios familiares de la víctima que llegaron al lugar del hecho. Sin embargo, algunos vecinos sugirieron que Fleitas habría sido conocido de Luisana Biagiola, una nena a la que mataron a tiros en una casa de 27 de Febrero al 7300 el pasado 11 de febrero y que el sabía quienes mataron a la nena. “A él lo habían amenazado. No querían que hablara, no querían que contara lo que sabía. Le dijimos mil veces que haga la denuncia y él no quiso. Pero sabía que lo iban a ir a buscar. Unos guachos lo culpaban porque él se juntaba con otros pibes que no son de mi barrio y ahora lo mataron a él”, dijo Brenda, hermana de Héctor.

Alicia resaltó al igual que su hija que Héctor trabajaba “haciendo changas de albañil” y que “lo mataron porque estaba amenazado”. Y quizás sin poder entender lo que estaba viviendo, agregó: “Esto va a seguir pasando y yo quiero que se termine. Yo sé que por mi hijo nadie va a salir a la calle a pedir justicia como hacen con ese chico que mató a dos ladrones con su camioneta (en referencia a las marchas que se realizan en Fisherton pidiendo que liberen a Diego Pablo C., el joven de 25 años que el 8 de abril persiguió, atropelló y mató a Diego Nicolás Quiroga García y Luciano Escudero en Juez Zuviría y Navarro tras ser asaltado). Pero yo no voy a parar hasta que estén presos todos estos asesinos”.

Bajo el sol de la siesta Poco después de las 14 de ayer, cuando la tarde se presentaba soleada y calurosa, la mayoría de los vecinos de México al 2000, en el barrio Belgrano Sur, estaban terminando de almorzar en sus casas de material, humildes, algunas con dos plantas y la mayoría con sus aberturas protegidas por rejas. Pero frente a un pasillo de mitad de cuadra un grupo de muchachos compartía unas bebidas debajo de los árboles de la vereda oeste y junto a las zanjas que en los barrios periféricos de la ciudad siguen siendo la postal del abandono y ausencia del Estado. Entre ellos estaba Héctor Daniel Fleitas, el pibe de 21 años que sabía que lo estaban buscando.

Fue a esa hora que un auto cuyas características algunos testigos le ofrecieron al fiscal de Homicidios Alejandro Ferlazzo apareció por calle México desde el norte. Estacionó frente al grupo y desde el interior partieron “entre ocho y diez balazos”, según relató un vecino a este diario. “Yo escuché como ocho tiros en un primer momento, y después otros dos”, aclaró. La lluvia de balas cayó sobre el grupo de muchachos que se dispersó a las corridas para tratar de salvar sus vidas mientras el vehículo en el que transitaban los sicarios se iba a toda velocidad. Dentro del pasillo frente al cual estaban las víctimas cayó herido un joven. A unos metros de allí, en Cerrito y México, quedó herido otro muchacho. Ambos fueron trasladados hasta el Policlínico General San Martín, ubicado a unos 700 metros al norte de la escena criminal. Pero poco después de recibir las primeras curaciones, fueron derivados al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez donde quedaron en estado reservado.

En tanto, Daniel Fleitas huyó por calle México al norte y dobló por Ituzaingó al oeste, quizás con la idea de llegar hasta la avenida de Circunvalación y poder cruzar por el camino que pasa por debajo de la autopista con la intención de llegar a refugiarse en su casa. Pero no pudo. Dos de los proyectiles calibre 9 milímetros disparados por los sicarios lo alcanzaron en el tórax. Entonces se metió en un ancho pasillo de mitad de cuadra que tenía su portón de chapa negra abierto y se protegió. Pero las balas le habían provocado daños irreparables y su vida terminó allí. Su cuerpo estuvo más de tres horas frente a la vista de los vecinos que empezaron a llamar al 911 para que una ambulancia lo fuera a rescatar. Después fue tarde. Al lugar llegaron los agentes de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal que empezaron a recabar testimonios, a peritar la escena, a tomar datos planimétricos que permitirán elaborar el legajo de la investigación. También llegó el fiscal Ferlazzo que caminó junto a los agentes para ver el recorrido hecho por uno de los jóvenes heridos y el pibe muerto y que le confirmó a este diario parte de la información recabada. “Esta es una investigación en la que por el momento prefiero reservarme algunos datos. Pero le confirmo que un grupo de jóvenes fue atacado desde un vehículo con un arma de fuego, que dos de ellos resultaron heridos y otro terminó muerto aquí a la vuelta”, dijo frente al pasillo de calle México donde todo empezó y quedó abandonada una moto negra de alta cilindrada con sus luces encendidas que sería de una de las víctimas.

A pesar del silencio que la mamá y la hermana de Fleitas, al igual que el fiscal Ferlazzo, prefirieron hacer sobre el origen de las amenazas recibidas por la víctima, muchos de los vecinos del lugar no dejaron de pensar en otro crimen ocurrido en el barrio hace poco más de dos meses. Fue el asesinato de Luisana Biagiola, una nena de 13 años que murió la madrugada del 11 de febrero pasado cuando estaba en su cada de 27 de Febrero al 7300, a unas seis cuadras al sur de donde ocurrió el homicidio de ayer. Aquella noche al menos cuatro tiratiros que se movilizaban en un Fiat Palio gris arremetieron con una pistola ametralladora y pistolas calibre 9 milímetros contra la casa de una tía de la menor en la que Luisana estaba de visita y una bala le perforó el cuello y le salió por la espalda quitándole la vida en el acto. Los pesquisas que trabajaron en la escena levantaron aquel día unas 50 vainas servidas y marcaron en el frente de la propiedad 35 marcas de proyectiles.

“Todo este quilombo viene porque miembros de esa familia mantienen un vínculo con un pesado delincuente. El año pasado a uno de los pibes lo balearon en una pierna y en octubre del año pasado se llevaron detenido a otro de los pibes en un allanamiento”, explicó un vecino a La Capital el día posterior a la muerte de la nena a la que Héctor Fleitas conocía.

“No sé si las amenazas que recibió mi hijo fueron por eso”, dijo la mamá de Fleitas. Y el fiscal dijo no tener constancias de un vínculo entre ambos hechos. “Esta es una investigación que recién empieza y no quiero adelantarme para no entorpecer el trabajo que tenemos por delante”, aseguró Ferlazzo.

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