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La historia de un herrero de barrio al que asesinaron para querer robarle.
- Charles Gutierré
- 13 jun 2021
- 6 Min. de lectura
Ramón Fretes fue baleado el miércoles en su taller en una tentativa de robo. Murió 48 horas más tarde en el Heca. Sus vecinos de barrio Alvear están conmocionados.

La zona más empobrecida de barrio Alvear, en los confines con Acindar, llora el asesinato de Ramón Oscar Fretes. Este herrero de 46 años fue baleado abordado el miércoles a la hora de la siesta en el interior de su taller de Cagancha al 3400 por tres hombres armados que, según se investiga, intentaron robarlo. “Uno apuntó a mi marido con un revólver, el se resistió, le dieron un culatazo y salió a correr. Entonces (el hombre armado) le gritó: «Mirá que esta cargada». Y le disparó. Le pegó en la espalda. Cuando yo salí a la vereda Ramón ya estaba tirado en el piso”, relató Silvia, la pareja del hombre asesinado. Fretes agonizó dos días en una cama de la terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez donde murió el viernes a la tarde. El balazo ingresó por la espalda con orificio de salida por el abdomen. “Todos en el barrio estamos conmocionados por lo que le pasó a Don Ramón. Era un laburante. El y su familia. Hace 15 años que viven en el barrio. Tienen una de las casitas más lindas de la zona, pero nosotros los vimos crecer a base del trabajo. Ellos crecieron económicamente, pero no fue de un día para el otro. Fue a lo largo de 15 años. Ramón, cada vez que agarraba un pibe en una charla, le decía «vos tenés que laburar y estudiar»”, rememoró una de las vecinas de la cuadra.
Cagancha, como su par Laguna del Desierto, son calles que corren paralelas a las vías del ferrocarril Mitre y dividen al mundo barrial del sudoeste rosarino en dos: a un lado está barrio Alvear y al otro Acindar. Según contaron los vecinos Ramón Oscar Fretes llegaron al barrio hace 15 años atrás. Compraron una humilde casita y la transformaron con el correr de los años, y el trabajo, en una vivienda de dos plantas de las más vistosas, sino la más, de las que pueden verse sobre Cagancha. “Gente muy buena. Eran ellos y los cuatro hijos. Cuando llegaron vos los veías que todos estaban ayudando al papá herrero. En invierno a las 8 de la mañana los veías a todos pintados rejas o puertas. Hasta el más chiquito, que hoy tiene 22 años, pintaba al lado de su papá. Son gente que viene con otra cultura”, semblante una doña mientras colgaba la ropa en el tender. “Ellos son Testigos de Jehová. No son gente que estén metidos en cosas raras. Le metían al trabajo todo el tiempo. Y Ramón era muy buen herrero. Trabajaba muy bien. Con la pareja vivían dos de los hijos: en el más chico y otro que ya tiene familia. Después hay una hija en España y otra que no vive con ellos”, relató otra residente.
“Este es un barrio bravo. Por ahí no pasa nada y por ahí pasan a los tiros. Hay robos como en todos los barrios, pero no así como el de Ramón, que se le metieron para robarle. Andá a saber que se deliraron los que hicieron esto. Que el tipo tenía forrada las paredes con plata. El tenía su taller al lado de su casa. Antes de la pandemia supo tener algunos empleados. Trabajaba muy bien. Con la pandemia se tuvo que ajustar como todos. Pero es un lugar donde había movimiento. La chata que tenía Ramón y el movimiento de materiales. Mucha gente que llegaba en auto para buscar presupuestos. Los que hicieron esto se habrán delirado que el hombre era un magnate y en realidad era un laburante”, indicó un vecino.
Las motos Los vecinos hablan con el cronista y ambos miran hacia donde se escucha el sonido del motor de las motos. Una señal de que la desgracia llega, en su inmensa mayoría, en dos ruedas. Los residentes recordaron dos hechos violentos que sacudieron sus vidas y que pasaron a ambos lados de las vías del Mitre. Uno fue el bestial asesinato de Luciano Nahuel Gómez, un muchacho de 24 años, que fue corrido la tarde del 1º de febrero pasado por un par de sicarios para matarlo mientras jugaba a la pelota con su hijo en la Plaza del Triángulo, sobre Ramón Lista a la misma altura de la casa de Fretes, pero del otro lado de la vía. Gómez fue, según la investigación en curso, una víctima errónea en la ejecución. El otro fue el crimen a balazos de Joel Alejandro Obregón, la madrugada del pasado 4 de abril, Domingo de Pascua, en el pasaje Palpa y Cafferata, entre Ameghino y Cagancha, a escasos 120 metros de la casa de Fretes y a 500 metros del Centro Municipal de Distrito Sudoeste. Ambos homicidios están en investigación del fiscal Ademar Bianchini. “Este barrio no está tan podrido como otros, pero te la pueden poner”, comentó un vecino.

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