En cuatro años asesinaron a cuatro hermanos ligados al delito
- Charles Gutierré
- 16 abr 2022
- 5 Min. de lectura

A "Larva" Fernández lo mataron este jueves. En 2018 dos de sus hermanos, "Parásito" y "Grasita" fueron acribillados en Baigorria. "El Chino" desapareció ese mismo año.
En cuatro años la familia Fernández, con largo arraigo en el barrio 7 de Septiembre, perdió cuatro de sus hijos. José Horacio, al que reconocían por el apodo de Grasita, y Ezequiel, también conocido como Parásito, murieron víctimas de un triple crimen ocurrido el 16 de abril de 2018 en Liniers al 2000 Granadero Baigorria. El primero tenía 30 años y el otro, 38. Nahuel, a quien identificaban como “Chino”, desapareció cuando se dirigía desde la vivienda de sus familiares hacia su casa de Fisherton R el 26 de agosto de 2018. Según la declaración del mecánico asesinado Carlos Argüelles en el juicio de Esteban Alvarado que se lleva adelante en el Centro de Justicia Penal, el muchacho de 26 años “fue asesinado y enterrado” en un lugar no precisado en jurisdicción de Ybarlucea. En tanto, el jueves a la tarde llegó el punto final en la vida de Cristian Leonel “Larva” Fernández, de 28 años y acribillado en el interior de su camioneta KIA 4WD Sportage TCI modelo 2002 en Gorriti y Campbell, en el barrio Ludueña.
Larva tenía residencia en Pedro Lino Funes al 200, en una barriada que durante la última década está sometida cíclicamente a la violencia por el control de las calles y el territorio en el marco de la narcocriminalidad. Alrededor de las 15 del jueves el muchacho estaba en un taller mecánico donde estaba en reparación su camioneta. Algunos testigos indicaron que Larva estaba realizando arreglos mecánicos al rodado cuando aparecieron cuatro hombres a bordo de dos motos y fueron decididamente sobre la figura de Fernández, quien al verse rodeado trató de refugiarse dentro de su vehículo. Pero los sicarios lo sometieron con múltiples disparos calibre 40 y 9 milímetros. Varios proyectiles impactaron en el interior del auto y en una casa lindera al tallercito. En la escena fueron incautadas doce vainas servidas calibre 9 milímetros y catorce del calibre 40. Larva murió en el interior del auto. Fuentes consultadas indicaron que Larva había salido de prisión tres semanas antes tras estar privado de su libertad desde el 19 de febrero pasado cuando cayó junto a otras seis personas como sospechosos de haber atacado a balazos la comisaría 12ª, de Casilda y Solís. Ese día, a las 4 de la mañana, delincuentes armados descargaron una ráfaga de aproximadamente 15 tiros contra el frente y de la seccional y los vehículos estacionados. Tres de esos balazos impactaron contra un patrullero que se encontraba estacionado con un policía adentro y al menos siete dieron contra la puerta y la fachada de la comisaría. Para la investigación, la banda estaba constituida por cuatro hombres y tres mujeres de los cuales Larva era el cabecilla. Pero una serie de pericias balísticas sobre las cuatro armas que le secuestraron a la banda lo terminaron desvinculando del hecho y entonces el joven recuperó la libertad. También ratificaron que Larva había generado su propia “Pyme” dedicada al polirubro del delito y la venta de drogas. Algunos pesquisas lo habían bautizado “Soldado Ryan”, trazando un paralelo en la suerte que sufrieron sus hermanos con la historia de la película “Rescatando al soldado Ryan” de 1998 protagonizada por Tom Hanks, entre otros.
“Hoy Ludueña está como Tablada hace cinco o seis años. Te la pueden poner en cualquier momento del día con el argumento que mejor los convenza. La territorialidad está en crisis. No hay un orden como para poder determinar de inmediato quien está detrás de cada crimen. Sí están representadas todas las grandes marcas: Los Monos, El Peruano (Julio Rodríguez Granthon) y Fran Riquelme (contratado para balear a Mariana Ortigala, testigo estrella en el juicio a Alvarado)”, explicó una fuente consultada. Fernández y Los Monos En diferentes momentos de su vida distintos integrantes de la familia Fernández fueron vinculados a la banda de Los Monos y a la figura de Máximo Ariel “Guille” Cantero. El ejemplo más documentado de esta relación está dado en un secuestro extorsivo. La tarde del 9 de septiembre de 2017 en bulevar Seguí y Espinillo, a punta de pistola, Franco Ezequiel R., de 28 años e hijo de un carnicero, fue levantado por un grupo de hombres. Lo encapucharon y lo subieron a un auto en el que lo llevaron a un galpón, según el relato de la víctima. Al llegar al predio, los secuestradores advirtieron que la víctima no era a quien debían secuestrar porque carecía del lunar que tenía el joven buscado. Entonces uno de los captores, Parásito Fernández, hizo un llamado y le dijo a su interlocutor: “Es otro, nada que ver éste, amigo. Nos confundimos feo”. Para los pesquisas, quien recibió ese llamado no fue otro que Guille Cantero, por entonces preso en una celda de la cárcel de Coronda. Como respuesta, Guille dio la orden de que le pidieran al carnicero “un par de kilos de asado” y que liberaran al pibe, el que fue abandonado sano y salvo en bulevar Seguí y Circunvalación. En la investigación del extraño episodio intervinieron los fiscales federales Federico Reynares Solari y Santiago Marquevich, de la Unidad Antisecuestros. Guille terminó condenado por ese episodio en octubre de 2019 a 10 años. Y Nahuel Chino Fernández, uno de los hermanos de Parásito, fue detenido en la investigación aunque luego lo dejaron en libertad desvinculado de la causa. El 16 de abril de 2018 alrededor de las 16.30 tres hombres esperaban en un Chevrolet Corsa gris estacionado frente a la vivienda de Liniers al 2000 que ocupaban en el barrio Martín Fierro de Granadero Baigorria. En el interior estaban sentados Grasita y Parásito Fernández junto a Gerardo “Abuelo” Abregú. El trío padeció un letal ataque a balazos que los dejó inertes en los asientos. Fue tan sorpresivo y letal que una de las víctimas quedó con el cigarrillo en la boca y el encendedor en la mano. Este crimen múltiple fue uno de los que se le achaca a Mauricio “Mauri” Laferrara, uno de los jefes de sicarios que desfilaron por la vida de Esteban Alvarado, hoy detenido en el penal federal de Marcos Paz. Por aquellos días el sindicado líder narco estaba obsesionado al enterarse que había un plan para secuestrar a su hijo y decidió cortar el problema de raíz.
El 26 de agosto de 2018, cuatro meses después de ese triple crimen, Chino Fernández desapareció tras salir de la casa de su madre en el barrio 7 de Septiembre. En su declaración previa a su asesinato, Carlos Argüelles, amigo de Alvarado y que formara parte de su banda, contó que el muchacho fue retenido por tres personas en un campo de Ybarlucea. Fue torturado hasta la muerte y enterrado en un lugar no determinado. Argüelles contó en su declaración que a Fernández “lo secuestran y lo llevan a Ybarlucea, a lo de Fabián Pelozo, alias «Calavera». Lo esperan él y dos personas. Lo golpean y torturan. Después lo llevan a un pozo y lo entierran”. Argüelles fue ejecutado en su taller mecánico el 6 de septiembre de 2021 y Calavera cayó preso en marzo pasado en el marco de una saga de allanamientos contra un banda internacional de narcotraficantes. El hombre está acusados de ser distribuidor de drogas de Alvarado. Nahuel Fernández nunca apareció.
Comentários