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Centeno al 200, la cuadra que volvió a prestar su geografía para un asesinato.

  • Foto del escritor: Charles Gutierré
    Charles Gutierré
  • 20 jul 2021
  • 4 Min. de lectura

Julián Alcaraz fue asesinado con un balazo en la ingle desde un auto negro en un sector de Tablada donde hubo nueve crímenes. Previamente, desde un vehículo similar balearon 3 casas en Chacabuco al 3900.


“Estamos condenados a que la cosa no mejore. Hace poco más de un mes, una mujer acá a la vuelta; a comienzo de año un pibe a unos cien metros; ahora este pibito anoche. Estamos condenados a vivir contando muertos”. Un vecino de Centeno al 200, en el barrio conocido como “La U”, explicó lo que es vivir en un barrio donde la moneda siempre está en el aire y nadie puede adivinar de qué lado va a caer. Este viernes pasadas las 20 la moneda cayó del lado de la muerte. La víctima fue Julián Ramiro Alcaraz, de 19 años, un pibe que vivía a ocho cuadras de donde lo mataron. Según una estadística elaborada por este diario, desde 2013 en “La U” y sus alrededores se concretaron 54 asesinatos. Nueve de ellos fueron sobre Centeno al 200 o sus cercanías.


Sábado frío, pero de sol pleno en Tablada. Pocos vecinos sobre Centeno al 200. La mayoría haciendo las últimas compras para el almuerzo en granjitas y verdulerías. Un puñado de hombres jóvenes agrupados, en cuclillas, en la esquina con Patricias Argentinas (la prolongación de Colón) frente a la plazoleta sin nombre, haciendo nada. “Mirá, acá para vivir hay que saber lo menos posible”, se limitó a explicar un residente de la cuadra. “Si vos venís y me preguntas que pasó anoche, yo te digo que justo no estaba o que había salido y cuando regresé me encontré con el quilombo. Y así nos evitamos problemas todos”, se escudó. Ante la insistencia de este diario, el hombre sonrió y respondió: “Yo no estaba. Había salido”. Como él, cada vecino elabora los mecanismos de protección que puede con los medios a su alcance. Buena parte de la docena de personas que dialogaron con La Capital no estaban, habían salido o estaban durmiendo.

Esta casa se vende Uno de los sellos distintivos en “La U” son los carteles que anuncian “esta casa se vende”. El testimonio del feroz asesinato de Julián Alcaraz fue un manchón de sangre en medio de la calle frente a una casa sin numeración visible que tiene como rasgo particular una pintada de un metro por uno que reza “nuevos dueños”. Desde allí arrancaba un reguero de sangre que llegaba hasta el medio de la calle. Una serie de balazos, viejos y nuevos, contra el chapón de la puerta le daban sentido a los comentarios en voz baja de vecinos, quienes aseguraban que la casa es más un aguantadero que una vivienda familiar. Lo concreto es que Julián Alcaraz recibió un balazo que le perforó la ingle sobre el lado izquierdo y se desangró camino al hospital Roque Sáenz Peña, adonde algunos vecinos lo trasladaron en un auto particular. Fuentes de la investigación en manos del fiscal Ademar Bianchini, confiaron que, tras averiguaciones entre vecinos, éstos indicaron que “Alcaraz estaba en el interior de una vivienda de Centeno al 220” y luego de escuchar detonaciones de arma de fuego se asomaron y lo vieron tirado en la vereda. La víctima alcanzó a contarles que lo habían herido desde un auto color negro y luego entró en shock. Según el parte de prensa de la Fiscalía Regional Segunda también resultó herido en el rostro Andrés A., identificado así por los residentes de “La U” y sólo por sus iniciales A.A. en el comunicado. Los investigadores colocaron bajo la lupa una serie de ataque a balazos que ocurrieron en minutos previos al asesinato de Alcaraz sobre tres domicilios de Chacabuco al 3900, entre Presidente Quintana y Doctor Riva, a sólo 500 metros de la escena del crimen. Dos sobre la vereda este y uno sobre la oeste. Los atacantes se movilizaban en un Citroën C4 color negro, según testigos.

Otro detalle que aportaron algunos vecinos es que los disparos pudieron haber sido efectuados con una “metra”, como se reconoce en la calle a una pistola ametralladora. El fiscal Bianchini comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que recabaran testimonios de posibles testigos y la existencia de cámaras de videovigilancia públicas o privadas.

Territorio en pugna “La U”, también conocido como Cordón Ayacucho, es un territorio de cinco manzanas de tierras fiscales delimitado por las calles Ayacucho, Patricias Argentinas (prolongación de Colón), Doctor Riva y Uriburu. Es uno de los sectores de barrio Tablada donde los vecinos más se han acostumbrado a las pujas callejeras. Un sitio plagado de bocas de expendio en el mapa de la venta de drogas de Tablada.

Hay muchos que ya venden para René Ungaro, como La Chana. Ahí están la hija de ella, Priscila, que es la mujer de «Luquita»; pero también está Miriam, «La Caro», Camilo el hijo de “La Camote». Y Luquita formó una banda que anda en seis autos distintos. Llegan como si fueran un grupo comando. Se bajan y disparan con «metra»”, explicó una residente tras el asesinato, el pasado 24 de enero, de Leonel Vladimir Zapata. El joven de 27 años había llegado recientemente a Garibaldi al 200, llamada por los vecinos “la cuadra de las balas”.

A esa muerte le siguió en el barrio el crimen de Nélida Benítez, una mujer de 45 años que vivía amenazada y el 8 de junio fue asesinada a balazos desde la ventana de su casa en Ayacucho al 4000. Nada parece haber cambiado. Los números de los homicidios son el principal indicador de que esta zona de Tablada se mantiene como una de las más violentas de la ciudad desde hace años.

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