La violencia, abonada por el mercado de las armas de fuego.
- Charles Gutierré
- 10 ago 2020
- 3 Min. de lectura
La alta proporción de homicidios es posible a partir de un parque de armas legal con poco control y en ámbitos donde no es infrecuente el uso de ametralladoras.

En Rosario casi ocho de diez asesinatos se cometen con armas de fuego. El dato es revelador de una afluencia enorme de armas que está en poder de la sociedad civil. "En Santa Fe no se sabe cuántas armas tiene el Estado. Más difícilmente podremos controlar el mercado ilegal de armas si ni siquiera conocemos la disponibilidad de armas propias”, dice Marcelo Saín, ministro de Seguridad de la provincia.
Una peculiaridad del mercado ilegal de armas de fuego es que las existencias provienen del terreno legal. ¿Cómo se nutre el impresionante parque informal de pistolas, revólveres y ametralladoras con que se cometen los delitos de sangre que crecieron en Rosario desde 2012? No existen referencias sostenidas en bases de datos. Solo indicios que provienen de las investigaciones judiciales.
Se calcula de modo convencional que por cada arma de fuego registrada hay otra sin registrar. El Ministerio de Seguridad de Santa Fe estimó que en la provincia hay unas 300 mil armas en manos civiles. Los cálculos del Registro Nacional de Armas (Renar) indicaban por entonces unas 150 mil armas en manos de usuarios inscriptos en Santa Fe.
“Hay una situación recurrente en incidentes de flagrancia, que son los que implican intervención policial directa, donde en casos de robo calificado por uso de arma la policía detiene a la persona pero no presenta el arma. Esas armas van a un mercado negro”, indican fuentes del MPA.

A Flourish chart
Las debilidades institucionales en Rosario en el aspecto del control de armas son enormes. Los fiscales creen que hay un mercado enorme que demuestra que con mucha facilidad se accede a un arma. Que se verifican relaciones muy laxas entre las fábricas proveedoras de armas y armerías con problemas de trazabilidad. Y que nunca fue especialmente cuantificado el alcance en el tiempo y la magnitud del goteo producido por el robo hormiga a centros de elaboración como la Fábrica Militar de Armas de Fray Luis Beltrán donde hubo periódicas denuncias de faltas de municiones, armas de puño y hasta 162 fusiles FAL en 2016.
A diferencias de otros mercados de productos ilegales, las armas que llegan al dominio negro provienen del mercado lícito. En las investigaciones hay casos de fuerzas de seguridad proveyendo al campo del delito. También en la Unidad de Armas del MPA indican que es importante la cantidad de armas registradas en manos civiles que se sustraen en robos domiciliarios o entraderas y terminan en el mercado ilegal.
¿Cómo se nutre el mercado negro de armas? El fiscal Lucas Altare, de la Unidad de Armas de Fuego de Rosario, indica lo que se infiere por los legajos ingresados en su área. “Lo primero es con armas caseras que no se usan en eventos generales pero que de corta distancia son cien por ciento letales. También con las que se transfieren sin el debido registro que fueron robadas en escruches o entraderas, o perdidas por sus dueños. Las que ingresan al país ilegalmente que no es lo común. Y las que son desviadas de fábrica”, indica. También hubo un histórico goteo desde los depósitos policiales o judiciales de armas caracterizados por controles frágiles.
Las armas de cualquier tipo que se venden o se transfieren sin debido procedimiento legal irrumpen cuando al aparecer una en un procedimiento se consulta a la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmat, ex Renar). Lo que más se ven, señala Altare, son calibres 22, 32, 38 y 9 milímetros. Son armas sin pedidos de secuestro pero que aparecen en manos de acusados de delitos.
Entre los hechos más resonantes cometidos con ametralladora se cuenta el triple crimen de Villa Moreno en 2012.
En las unidades fiscales de homicidios aparecen delitos cometidos con ametralladoras. “No es lo común pero es menos esporádico que antes. En los años 90 hubo un decreto que posibilitó que ametralladoras y fusiles semiautomáticos se vendieran como armas de uso civil condicional. Posteriormente otro decreto lo prohibió.
Pero eso hizo que antes se vendieran estas piezas en una armería. Eran semiautomáticas, pero si alguien sabía de armas las podía ametrallar. Entonces se podían encontrar ametralladoras FMK-4, que eran las de uso civil, que las convertían de tiro a tiro (semiautomáticas) a tiro a repetición (automáticas. Que se lo vendiera como arma de uso civil condicional fue algo muy inconveniente. Y no pocas terminaron en el mercado ilegal”. Entre los hechos más resonantes cometidos con ametralladora se cuenta el triple crimen de Villa Moreno en 2012.
Esta nota forma parte del INFORME ESPECIAL: EL MAPA DE LA VIOLENCIA
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