Heridos de la violencia en Rosario: cuando la bala no mata
- Charles Gutierré
- 10 ago 2020
- 3 Min. de lectura
En la ciudad desde hace 15 años el promedio es que por cada muerte por balazos hay unos cinco heridos que sobreviven.

Al analizar las dinámicas violentas de un territorio no solo son destacables los incidentes que producen muertes sino también los hechos con sobrevivientes. Cuando se aprieta el gatillo la diferencia entre vivir o morir puede ser cuestión de centímetros. Y con eso las estadísticas subir o bajar caprichosamente.
El análisis muestra que para la primera época considerada las cifras de heridos con armas de fuego fueron muy altas pero que descendieron a niveles relevantes. En 2014 hubo en la ciudad de Rosario 1034 personas baleadas lo que significó algo más de 105 heridos cada 100 mil habitantes. En ese años, con 208 víctimas de asesinatos, la ciudad tuvo una tasa de homicidios de 21,2 cada 100 mil habitantes.
La tasa de letalidad, que marca la relación entre personas que sobreviven y que no sobreviven a un ataque homicida, expone en general en estos últimos siete años un promedio de cinco heridos de bala por cada víctima de homicidio.
Pese a hechos de gran expresividad que logran repercusión, los registros de heridos de arma de fuego cayeron de una manera marcada en la ciudad de Rosario. Pasaron de los 1034 en 2014 a 575 en 2019. Aquella tasa de 2014 de 105,2 heridos cada 100 mil habitantes se redujo a 57,5 cada 100 mil en 2019.
Las consultas en la Fiscalía de Homicidios de Rosario destacan que los ataques a tiros se asocian con el funcionamiento del mercado de drogas, la vasta circulación de armas ilegales y el propósito de dominio territorial. Aclararlos importa en tanto puede identificar a actores y tramas que explican la alta conflictividad en la ciudad. Una importante cantidad de tentativas de homicidio no llegan a ser investigadas y terminan sin destino sean formalmente archivadas o no las investigaciones.
En general un homicidio empuja a los que saben de algo del caso a aportar claves de lo ocurrido: cuando hay una víctima fatal lo que suele romper el miedo es la voluntad de la reparación. Pero en un hecho con heridos es raro que desde la víctima provenga algún aporte útil para dilucidarlo. El silencio se impone porque el herido, si conoce a su agresor, no quiere señalarlo para no exponerse a una represalia.

A Flourish chart
Por tipología, el principal incidente que acarrea heridos de arma de fuego en Rosario es el ataque de un agresor en movimiento con un arma poderosa (pistola 9 milímetros, la más recurrente) hacia una víctima desarmada y en la vía pública.
La posibilidad de atemperar la violencia tiene que ver con varios factores. Uno es desentrañar qué actores están detrás de las dinámicas violentas. Otra es intervenir sobre un mercado ilegal de armas en el cual es más accesible contar con una en Rosario que en otras ciudades. En junio de 2020 a dos policías de San Lorenzo acusados de proteger a una banda de narcomenudeo en el cordón industrial les encontraron cinco armas sin registrar. Ese nivel de informalidad, dijeron entonces los fiscales, alienta los circuitos de violencia.
“Cuando uno ve las ametralladoras de los narcos, son las mismas que tiene la policía. Aunque no sepamos como una cosa llegó a la otra, intuimos que el Estado tiene armas en su posición patrimonial y al mismo tiempo tiene armas en custodia judicial que de alguna manera terminan en el mercado ilegal de armas y son armamentos de uso criminal”, afirmaba en mayo de 2020 el ministro de Seguridad Marcelo Saín.
Los análisis del MPA sostienen que el herido de arma de fuego resulta en muchos casos de ataques no individuales sino hacia grupos. "Lo que se repite e incrementa el número de muertos es el ataque a alguien indefenso. Hoy el llamado sicario mata de este modo: recibe información sobre su objetivo, se le pide que lo localice y lo mate. Tiene que tener información y animarse. En el tiroteo contra varios la dinámica es distinta. El tirador se propone producir una muerte específica pero se desentiende del resultado si hay más de una víctima letal. Allí suelen producirse heridos. Es una secuencia donde el evento es rápido, sin intercambio de violencia y donde el agresor se expone relativamente poco", sostiene Augusto Montero, director de Política Criminal del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
Esta nota forma parte del INFORME ESPECIAL: EL MAPA DE LA VIOLENCIA
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