Visita a la isla Martín García
La isla Martín García es mágica. Allí, la naturaleza y la historia conviven todos los días por ser protagonistas de una disputa interna sin precedentes. Un lugar que no puede dejar de conocerse.
A lo largo de nuestra historia y de nuestras vidas, mucho se ha hablado de la isla Martín García. Hace años que tenía la intención de conocerla. Pero como tantas veces, a mi deseo le ganaba el olvido y las ganas quedaban para la próxima. Cada tanto, alguna nota periodística o su nombre en boca de algún periodista la traían nuevamente a mi mente: hasta que finalmente decidí ponerle fecha a mi viaje. ¿Pero…qué es lo que hay para ver en Martín García? Un teatro-cine, un antiguo penal, un pequeño museo, el viejo faro, senderos que aún conservan su naturaleza virgen, la historia política de nuestro país, además de los pan dulces más ricos del mundo, eran algunas de las respuestas más comunes cuando le formulaba la pregunta a alguien que la había visitado. No había dudas de que conocer una de las islas más hermosas del Delta se había transformado para mí en una verdadera necesidad. Lo que natura le dio a ella sola…
La isla Martín García -conocida por la mayor parte de los argentinos sólo por referencia- está estratégicamente ubicada en el Río de la Plata, sobre la desembocadura del arenoso río Uruguay. Si bien pertenece a la República Argentina, se encuentra más cerca del país limítrofe (distante a sólo 3,5 kilómetros de la República Oriental del Uruguay) que del nuestro, del que la separan casi 35 kilómetros (Puerto del Tigre).Fue descubierta en febrero de 1516 por Juan Díaz de Solís, quien mientras buscaba un paso interoceánico se topó con el dulce Río de la Plata. Solís, desconcertado por ver un mar tan grande cuyas aguas no eran saladas sino dulces, lo bautizó, como era de esperarse, “Mar Dulce” y fue durante estas exploraciones que la isla fue descubierta.
En altamar, muere uno de los tripulantes más queridos. En su honor, la recién avistada isla fue bautizada como “Martín García”. La isla, a diferencia del resto de las islas del Delta, es un desprendimiento rocoso del plegamiento precámbrico del macizo de Brasilia y tiene 1.800 millones de años. Distinto es el origen del resto de las islas del delta, que se forman por acumulación de sedimentos provenientes de los ríos Paraná y Uruguay.
Posee una superficie de 168 hectáreas y su expansión anual es de 30 a 50 centímetros. Tiene una altura de 27 metros sobre el nivel del mar y es lo suficientemente húmeda para albergar una vegetación extraordinaria: allí se encuentran selvas en galería y la típica flora y fauna del delta, el último coletazo de la selva misionera.
Como un faro mirando el río La isla siempre estuvo en el mismo lugar, inmutable. Pero, a diferencia de las sólo 3 horas que hoy la separan de la ciudad de Buenos Aires, años atrás, llegar hasta allí no era cuestión de horas sino de días, y de varios días. En la época de la colonia, el lugar era ideal para albergar a los presos más peligrosos de la ciudad de Buenos Aires, como así también de la vecina Montevideo. Nadie podía escapar de ella, ya que allí el Río de la Plata se vuelve bravo, intolerante y anchísimo, y el Uruguay desagua con tanta fuerza que es imposible cruzarlo a nado. Quizás por ello, el antiguo penal fue en lo primero que se pensaba cuando se nombraba a la isla en esa época.
Los presos trabajaban en las canteras de granito (hoy inundadas por una hermosa laguna llena de plantas acuáticas) y volcaban la producción de adoquines en grandes carros que, mediante un sistema de rieles, llegaban hasta el muelle de la isla donde las piedras eran cargadas en los barcos. Estos primeros “adoquines” dieron origen a las calles de lo que hoy se denomina el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, sobre todo la calle Defensa, que fue la primera en comunicar el puerto de Buenos Aires con la Plaza de Mayo o la Plaza del Mercado, como se la conocía entonces. Pero no sólo presos comunes albergó la isla. El lugar fue pensado a lo largo de la historia como ideal para mantener incomunicados a distintos líderes políticos.
Entre estos, aparecen Hipólito Irigoyen (quien estuvo en la isla en dos oportunidades), Marcelo T. de Alvear (quien llegó con su mujer, su médico personal y toda su comitiva, además de llevar su inodoro personal de porcelana pintado, que hoy se exhibe en el museo de la isla), Arturo Frondizi y Juan Domingo Perón, creador del Movimiento Nacional Justicialista (conocido luego como Peronismo). La estadía de este último fue muy breve, duró sólo 3 días (del 14 de Octubre de 1945 al 17 de Octubre de 1945), pero significó uno de los hechos más importantes que cambiarían para siempre la historia de nuestro país. Para bien o para mal, las lecturas de los hechos son múltiples y aún lo siguen siendo. De la isla, salieron las cartas que dieron instrucciones precisas a Eva Perón, para el famoso levantamiento popular del 17 de Octubre.
Además de la política argentina, Martín García fue testigo de numerosos combates. Vio pasar las flotas anglo francesas. Demoró a los tripulantes del acorazado Graff Spee. Observó huir al Almirante Brown hacia Montevideo para luego verlo invitar a las tropas españolas a hundirse en los Bajos del Temor. Funcionó como lazareto y puerto de cuarentena con las epidemias de cólera y fiebre amarilla que se registraron en Buenos Aires y Montevideo. Vio caminar por sus calles al poeta Rubén Dario, entre tantos otros hechos notables.
Desde el año 1973, se declaró a la isla de jurisdicción Argentina y fue recién con la vuelta de la democracia en el año 1983 que fue declarada Monumento Histórico Nacional y Reserva de Flora y Fauna. De esta manera, pasó a explotarse como un atractivo turístico que vale la pena visitar.
Comentários