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Foto del escritorCharles Gutierré

¿Qué misterio encierra la casa de la familia Tezanos Pinto?


Una familia de muy buena posición tanto económica como social decidió a fines del siglo XIX, efectuar inversiones en esta región entrerriana y los fines de semana establecerse en una casona ubicada sobre la antigua Ruta nacional de tierra Nº 131. Un miembro de los Tezanos Pinto contrajo enlace con una dama de otra familia de alta posición social, llamada Eloísa Moritán, quien pasado un tiempo de habitar en la finca, comenzó a padecer trastornos mentales que se fueron agravando por lo que su esposo decidió ocultarla en un altillo. Tiempo después la joven mujer murió y su cadáver fue sepultado secretamente en las cercanías de la casona.


Desde entonces, varias personas han manifestado que en el lugar se escuchan muy raros y preocupantes sonidos de desconocida procedencia y se advierten otras manifestaciones decididamente sobrenaturales. Están, también, quienes habrían visto una luminosa, y etérea figura femenina desplazándose por el lugar, que aseguran sería el alma de Eloísa, “quizá en busca de la paz que no habría gozado en su corta vida”.


El conductor de TT6 que se emite por Canal 6 de Crespo, Walter Zurdo, visitó el lugar y dialogó con el director del Centro de Investigación, Gustavo Fernández, quien además es escritor y tiene publicado 17 libros referentes a situaciones paranormales y un sitio web denominado Al filo de la realidad, “donde volcamos a través de videos el resultado de nuestras investigaciones, porque además viajo por distintas ciudades del mundo brindando diferentes conferencias y talleres sobre temas de mi especialidad” contó.


En cuanto a lo relacionado a la vivienda de los Tezanos Pinto que data su construcción de 1860, el investigador señaló que comenzaron a conocer la historia en 1988, por las diferentes consultas que recibían de los lugareños haciendo referencia a movimientos y ruidos extraños que se suscitaban en la casona y por eso se trasladaron hacia dicho establecimiento.


“En Parapsicología la investigación se puede hacer de día tomando fotografías, filmaciones, registros a través de nuestros instrumentos llamados ‘radiestécicos’ para detectar energías en el lugar o se puede realizar de noche. Nos ubicamos en distintos puntos del predio con equipos de grabación y de sonidos que quedan en la atmósfera producidas supuestamente por personas fallecidas. Al mismo tiempo se toman fotografías al azar porque a veces la cámara registra cosas que el ser humano no ve, específicamente ese mismo tipo de relevamiento energético. Con los distintos grupos obtuvimos registros, voces en el silencio del bosque, entre eucaliptus, se escucharon llantos y algunos quejidos.


Lo interesante es lo que encontramos físicamente, en aquel entonces esto no era una tapera, era una casa con cuatro ambientes bien instalados, dos altillos de madera, un hermoso aljibe que ha desaparecido y un par de habitaciones más que ocupaba la servidumbre. También hallamos un viejo baúl de cuero, prácticamente desintegrado con cartas de papel, apolilladas, pero todavía legibles, que miembros de la familia que viajaban a Buenos Aires o a Europa escribían a sus parientes de aquí, preguntándoles preocupados por la salud de alguien de nombre Eloísa” narró Fernández, agregando que también en 1989 recibió el llamado de una mujer perteneciente a la familia, quien le contó la misma historia sobre la joven encerrada hasta su fallecimiento en el mencionado altillo.

El escritor prosiguió su relato sobre la investigación en la casa “entrando en el bosque había un pequeño palomar y una noche estábamos con dos investigadores y escuchamos fuertes pasos sobre el pasto y las ramas, pero pensamos que era los integrantes del otro grupo nuestro, salgo y no veo a nadie. Pero al poco tiempo cuando terminamos la fase de investigación y empezamos a recorrer y a reunirnos con el resto de la gente, ellos también nos decían que habían escuchado pasos en el bosque. Lamentablemente, cuando comenzamos a difundir que en este lugar había algún tipo de presencia y gente del pueblo también nos dice que de noche se veían luces moviéndose en este lugar, un montón de inadaptados, creyeron en la leyenda que dice que donde hay aparecidos hay un tesoro oculto, vinieron y literalmente destruyeron la casa”.


Desde ese entonces los fenómenos desaparecieron y Fernández explicó que al destruirse el lugar físico “la energía se disipó”, quedando solamente una leyenda o mito de una familia que habitó en la vieja casona y con una triste historia de una joven mujer llamada Eloísa.

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