“PI HUE”, LA VUELTA AL PUEBLO PARA CAMBIAR DE VIDA Y HACER CERVEZA CASERA.
VISITAMOS LA FÁBRICA DE CERVEZA ARTESANAL "PI HUÉ" DONDE SE ELABORA MÁS QUE UNA BEBIDA, SE CUMPLE EL SUEÑO DE JUAN Y CAROLINA DE REGRESAR AL PUEBLO NATAL CON UN EMPRENDIMIENTO ORGÁNICO QUE DE A POCO SE IMPONE EN PIGÜÉ (BUENOS AIRES) CONOCÉ LA HISTORIA DE UNA FAMILIA QUE DEJÓ LA GRAN CIUDAD PARA TENER UNA MEJOR VIDA EN UN PUEBLO. MÁS QUE UNA CERVEZA, LA "PI HUÉ" ES UNA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS.
Juan Epele tiene 37 años, nació en Pigué y vivió gran parte de su vida en La Plata, formó una familia allí, pero le llegó la revelación, como a tantos: sus hijos tendrían una mejor niñez en su pueblo natal. Siempre sintió amor por la cerveza y por el proceso artesanal de su elaboración. Así fue que junto a su esposa movieron las piezas y regresó a su Pigüé natal para tener una mejor calidad de vida, pero persiguiendo su sueño: hacer cerveza casera para su lugar en el mundo. La idea tuvo éxito.
“Esto es mucho a prueba y error. Cocinar cerveza es simple, pero hasta alcanzar el punto, hemos llegado a tomar cada cosa!”, confiesa Juan una de las claves de la elaboración de cerveza artesanal. Comenzó en La Plata con amigos, mucho antes del boom que hoy vive esta actividad. Cuando los equipos que se podían conseguir eran muy costosos, así que las primeras cervezas de Juan se hicieron en ollas. Su público fue su familia y amigos, quienes participaron del proceso de aprendizaje probando las “primera cocinadas”, como llaman los que fabrican una de las bebidas más antiguas que conoce la humanidad, la cerveza.
“Mi padre era futbolista y llegó a Pigüé a jugar en el Club Peñarol de acá, ahí conoció a mi vieja, nací pero nos fuimos a La Plata, donde pasé mi infancia y juventud. Siempre tenía en mente regresar al pueblo”, cuando las vueltas de la vida se unieron en las encrucijadas, y cada pequeña cosa llevó hacia la otra, Juan pudo volver a su Eje, su Pigüé natal. Aunque no llegó sólo al pueblo, con él trajo un sueño: la experiencia de cocinar cerveza y las ganas de volcar esa experiencia en el pueblo. “Como todas las cosas en un lugar pequeño, primero tuve que tener un trabajo estable. Mientras tanto, siempre seguí haciendo cerveza”. Los primeros años en Pigüé fueron de afianzar la decisión, acompañarla con trabajo y esperar el momento exacto para mover nuevamente las piezas.
El momento se dio el año pasado. Juan y Carolina Mamone, su esposa, pudieron tener un espacio para producir cerveza. Con el local propio, que es además de factoría, boca de venta de la única cerveza artesanal habilitada que se puede comprar en Pigüé, las cosas comenzaron a salir mejor. “El nombre ya lo tenía en La Plata, es el nombre original del pueblo, que en mapuche significa lugar de encuentro, cuando tuve este local, no pensé en otro nombre para la cerveza, finalmente se cerró un círculo”, detalla con orgullo Juan. La empresa es una familiar, su hermano hizo el logo. Su esposa y su hijo acompañan, el niño se pasean entre los toneles y los cientos de botellas de cerveza. Como habían planeado, el pequeño tiene una infancia en un lugar tranquilo y contenedor, y sus padres viven la ilusión de estar cumpliendo un sueño.
Hace unos años que la elaboración de cerveza casera vive un crecimiento, no sólo de productores, sino de paladares que se han volcado en forma cada vez más masiva al consumo de esta nuevo habito de probar una de las bebidas más populares. Las comunidades pequeñas como Pigüé tardan un poco más en sumarse a las tendencias de las grandes ciudades, pero con la ayuda del turismo, que en la ciudad también ha crecido gracias a fiestas como las de la Omelette Gigante, y emprendimientos de turismo rural que coordina aquí Marina Monje de Cambio Rural (INTA) los visitantes que llegan a la localidad tienen pretensiones de probar sabores propios del territorio. Hay un restaurante que sirve trufas, que aquí se cosechan, o aligot con el queso tome que produce un tambo al sur del Distrito. Así también, la cerveza “Pi Hué” se comenzó a imponer.
Las ideas que se persiguen por años, a pesar de tener mucho en contra, siempre tienen un final feliz. “Ojalá pueda vivir de esto, me encanta hacer cerveza. Tengo mi lugar, me empezaron a llover pedidos de todas partes. Toda la ganancia que me llega la reinvierto en mejores equipos” La cerveza casera es un compromiso con lo orgánico. “La cerveza tiene cuatro componentes. Agua, malta, levadura y lúpulo. No hay mucho más ciencia, acá no agregamos ni conservantes ni colorantes. Uso lúpulo patagónico, y tenemos cuatro variedades. Dos rubias, una de ellas una dorada pampeana, una roja (Red Ale) y una negra (Porter)” Uno de los mayores secretos no está en respetar los estrictos pasos que se necesitan para elaborar cerveza, sino en la pasión con la que se hace este mágico proceso que termina en botellas que hoy en Pigüé comienzan a elegir en vez de las marcas industriales.
“No compito con la cerveza industrial, yo hago otro producto. Pero para los tomadores de cerveza, la diferencia es total. La artesanal es mucho mejor. El paladar no te miente, además en los pueblos el agua es mejor” Como muestra del interés que está despertando este emprendimiento el próximo 24 de agosto Juan participará del evento “Agosto Mapuche” (mucha de la toponimia del lugar es originaria) y allí hará una degustación de cerveza en tres pasos. “Hasta ahora no le he tenido que pedir nada a nadie. Y así quiero continuar. Hay que dar pasos firmes, ojalá llegue el momento en que pueda vivir de la cerveza” La vida, y sus vueltas, difícilmente abandonan a quien teniéndolo todo, apostó por dejarlo y comenzar todo de nuevo en otro lugar. La Cerveza “Pi Hue”, además de sabrosa, es toda una declaración de principios.
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