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Las Marianas, Provincia de Buenos Aires


Las Marianas está a 19 kilómetros de Navarro (Provincia de Buenos Aires), y a 150 de CABA. Es un típico pueblo del interior en donde se vive como antaño, con pausa y tiempo para todo. Hay dos boliches de campo muy conocidos, panaderías y algunos comercios. Tiene 500 habitantes y hace un tiempo dos amigos abrieron un complejo rural que permite quedarse en la comarca y poder disfrutar de algunos días de tranquilidad.

Por Leandro Vesco / Fotos: Juan Carlos Casas / Video: Juan Olivan

Apagas la radio y te ponés a oír los pájaros, o tenés la alternativa de salir a caminar de noche por las calles iluminadas por las estrellas, nos cuenta Alejandro Portillo quien decidió abandonar la ciudad y tener una casa acá en el pueblo y junto a su amigo Miguel Loustau abrieron un hospedaje rural convirtiéndose en pioneros en una comarca que tiene todo para convertirse en un destino de relax y tranquilidad. Las Marianas es un pueblo de calles de tierra arboladas donde se produce un concierto de aves que imprime en el aire un hechizo cómodo y sedante. “Sentís que podés tocar la Vía Láctea”, confiesa Miguel.


Viven 500 personas, hay farmacia, tres carnicerías, tres panaderías y dos boliches de campo que ya forman parte del mito campero de los almacenes con magia. “La Media Luna” y “El Recreo”, el primero atendido por Fadila, Soraya y Pedro, los tres hermanos Ismael, cuyo padre vino desde los valles libaneses cuando el único lenguaje que importaba era el del trabajo, don Ismael puso el almacén cuando el pueblo era un puñado de casas y desde que murió, sus hijos siguen atendiéndolo todos los días. La Media Luna es una parada obligada para los hombres del pueblo y trabajadores rurales que se sientan en la vereda a jugar al mus mientras apuran un Gancia, que según se cuenta, Fadila, a quien llaman “Mimi” sirve como nadie en la Provincia. El otro boliche es atendido por Juana y Coco Corbetta, una pareja que hace una vida están juntos. Coco es toda una leyenda. Con sus 89 años sigue en pie, abriendo el almacén todos los días, mostrando fotos y recordando anécdotas de tiempos en donde el tren traía movimiento y clientes. Mansas y emocionandas, sus palabras acompañan la mirada cansada que se pierde en las viejas estanterías que guardan almanaques de años felices.

No se notan los 500 habitantes en Las Marianas, pareciera que el pueblo fuera una pequeña reserva de aves y aromas tutelares, por allí el ladrido de un perro que amaga con asomarse entre los yuyos, la presencia de un caballo que mira ensimismado el follaje de un eucaliptus alto como una torre, una lechuza que observa en silencio, y cuando el viento con gusto a barro y azahares criollos abre la puerta al atardecer, el frescor de una brisa enreda algunas voces que nacen en el centro del pueblo, donde la plaza desenvuelve la única actividad de la que somos testigos. Un bazar, la delegación, la escuela, una ferretería, más allá una farmacia y la Carnicería “El Chufi”, donde se consiguen los mejores chorizos del pueblo.


En la estación de trenes funciona el Centro de Jubilados, y enfrente está el almacén de ramos generales "El Porvenir", que además es panadería. Un aroma a pan y a banana, a yerba y a queso nos envuelve. Dilatada es la lista de artículos que se vende allí, típico almacén de campaña, todo lo que se necesita para vivir, se encuentra aquí. En la esquina está la centenaria panadería “Las Marianas”, decana en su rubro, su pan es crujiente y suculento. A pocos metros está el antiguo hospedaje “Lo de Irma”, visitado por miles de viajantes que a través de los años siguen pasando la noche en este hotel donde el calendario quedó parado hace varias décadas atrás. Fotos de ilustres familiares y una colección de Selecciones, junto a un teléfono metálico que no pertenece a este mundo son algunos de los adornos que se ven en la galería y en el salón comedor.


En el campo, la noche viene de repente, si cruzaste con sol una calle para cuando llegaste a la próxima, ya está oscuro. Sin la presencia solar, Las Marianas tiene preparado un show campero, discreto pero no impasible: cientos de luciérnagas producen el efecto de una lluvia volátil de luces apenas perfectibles, cristales efímeros voladores, la magia nocturna tiene lugar en esta aldea animada y sosegada, que hace unos años se hizo conocida por la llegada deLeón Gieco, quien se acercó al pueblo para brindar un concierto a total beneficio de la comunidad, para que se construyera y equipara la sala sanitaria. Todos tienen su foto con el buen León, y su presencia es bien recordada. 


El Complejo Las Marianas está a unas cuadras del centro, donde el silencio es aún mayor. “Somos pioneros en algo que no existía en el pueblo. Los habitantes están contentos, porque le hemos dado movimiento a la localidad, además todo lo que consumimos es del pueblo, e incentivamos a los pasajeros a acercarse a los comercios para que el turismo rural se entienda como una posibilidad de crecimiento para todos” El hospedaje rural tienen tres cabañas con un quincho que simula una pulpería donde se pueden comer platos elaborados por sus propios dueños con la impronta de la comida campera, ya sea a las brasas o al disco, una pileta y el espacio suficiente para pasar días tranquilos y noches serenas, con la distraída compañía de las estrellas que bajan cuando el sol se recuesta.


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