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La Angelita, Buenos Aires.-


La pequeña Siria, La Angelita, Buenos Aires, Argentina Pasando Sol de Mayo, la 45 cambia de estado, pasa de un camino poco apto para mortales a una transición de tierra consolidada, para culminar en un buen pavimento, el cambio indica que ingresamos al Partido de General Arenales y que más precisamente llegamos a La Angelita. A La Angelita, un pequeño enclave de no más de 300 habitantes, se la conoce como "La Pequeña Siria", y es el único pueblo de la Argentina donde el 70% de sus moradores son de orígen árabe musulmán. Los primeros pobladores llegaron junto con las vías del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. La estación se inauguró el 24 de noviembre de 1911 en tierras donadas por Doña María Unzué de Alvear, propietaria de todo el campo que uno pudiera llegar a divisar y mucho más...

Los primeros inmigrantes se asentaron en la zona alrededor de 1909, arrendando 5 hectáreas para el uso agrícola, dando el puntapié inicial para la llegada de cientos de personas en busca de la tan ansiada América, 29 días separaban a los viajeros desde sus montañas y desiertos hasta la verde pampa ondulada. Las calles del pueblo son anchas, casas centenarias conviven con otras que ya han sufrido sustitución, vieja maquinaria agrícola duerme junto con monumentales prodigios de la ingeniería, pueblo de contrastes que marca el pulso de una comunidad basada en el trabajo y el respeto por sus tradiciones. Tradiciones que se manifiestan en las cinco oraciones diarias que marca el Corán y que gran parte de sus habitantes cumplen y respetan, tradiciones que tienen que ver con alimentos que no se consumen y con otros que se preparan según antiguas recetas traídas por los abuelos, el idioma, el baile y ese culto a la amistad tan característico de sus originarios.

La Angelita posee todos los servicios básicos que necesita un pueblo para su funcionamiento, Delegación Municipal, Escuela, Jardín de infantes, sala médica, comercios surtidos y La Sociedad Árabe Islámica Alautita de Beneficencia, entidad cincuentenaria que congrega a la comunidad.  Quizás alguien pueda preguntarse por qué el relato va por un lado y las fotos por otro, bueno simplemente porque las fotos son el fiel reflejo de como el proceso de adaptación de nuestros abuelos los llevó a adquirir una impronta común marcada por la dinámica de la actividad agropecuaria o urbana, dejando para puertas adentro o para la conmemoración de alguna fecha cara al conjunto, los usos y costumbres que trajeron los ancestros y que hasta en día de hoy continúan vivos como manera de mantener viva la historia y la cultura de los pueblos originarios. 

Me voy de La Angelita con la idea de esa Argentina grande y solidaria hecha a base de millones de inmigrantes que aceptaron las reglas de juego de la patria que los acogió, aceptaron los rigores del trabajo agrícola, los climas, las distancias, las ausencias, todos empujando hacia el mismo lado, basados en la idea de la prosperidad individual y colectiva, lejos, extremadamente lejos del mundo de diferencias e intolerancia que nos muestran a diario los mercenarios de siempre, aquellos que apuestan a la división, el odio y la muerte en beneficio exclusivo de sus fortunas personales.

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