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Foto del escritorCharles Gutierré

Chilecito. Con más de tres siglos la ciudad mantiene su espíritu pueblerino.


Para Chilecito tres siglos no es nada, por lo que al margen del desarrollo logrado desde su fundación, que le permite disputarle en varios aspectos la supremacía provincial a la capital de La Rioja, conserva la típica atmósfera cargada de calidez pueblerina en sus calles, plazas, paseos, monumentos y hogares. Al amparo del cerro Famatina y sus nieves eternas y rodeada de valles verdes que producen los mejores vinos riojanos, con 304 años recién cumplidos no pierde su estilo tradicional.


Chilecito tuvo las primeras filiales del país del Banco Nación y de la Casa de la Moneda y ahora es cabecera del departamento riojano del mismo nombre, que es el de mayor producción de vinos de la provincia, con vides de alta calidad en constante aumento, cuyos frutos son bendecidos por la fiesta de La Chaya en cada carnaval.


UBICACIÓN PRIVILEGIADA

En el centro geográfico de La Rioja, entre las sierras de Velazco y Famatina y junto a la Ruta 40 -que recorre el país de norte a sur paralela a la cordillera- , Chilecito es punto neurálgico y estratégico para los turistas que quieren visitar diversos atractivos de la provincia.


Entre los más destacados se pueden mencionar la Cuesta de Miranda (1), sobre la Ruta Nacional 40; la mina La Mejicana, a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar (msnm); el Parque Nacional Talampaya, Patrimonio de la Humanidad (2), en el vecino departamento Felipe Varela;

Laguna Brava (3), que es Sitio Ramsar (4), a 4.300 msnm, en Departamento Vinchina; la Vuelta del Pique; El Cañón del Ocre, los Faldeos del Famatina y los más importantes viñedos de la provincia.

Las combis y camionetas 4×4 de los operadores turísticos de Chilecito parten cada día, generalmente muy temprano, hacia esos destinos -e inclusive rumbo a provincias vecinas- cargados de visitantes, para volver a la noche o a veces días después si la excursión incluye pernoctación. También es constante la partida de guías con grupos de ciclistas, jinetes o caminantes para recorridos por los cerros, pueblos vecinos y atractivos diversos, en algunos casos con campamento nocturno incluido.

Muchos de esos mismos turistas dedican algunas jornadas para disfrutar propiamente de la ciudad, porque la gastronomía, la cultura, la historia y la hospitalidad de su gente se complementan con los atractivos de esta urbe fundada en 1715, hoy de más 55 mil habitantes y rodeada de extensos viñedos, olivares y nogales.


CLIMA ESPECIAL

Si bien el sol pega fuerte, especialmente en verano, quien recorra Chilecito siempre encontrará sombra donde protegerse y descansar, ya que a diferencia de la mayoría de las otras ciudades riojanas tiene un clima más húmedo y la vegetación es fresca y frondosa.

Desde la altura de los cerros, se destaca claramente el verde de los viñedos, olivares, membrillos y nogales en el Valle de Famatina. Donde no hay cultivos, también está cubierto de vegetación silvestre, lo mismo que las laderas de las serranías que abrazan la ciudad.

Dentro del casco céntrico, cualquier lugar es bueno para caminar relajado bajo las arboledas que brindan frescura aún en las tardes más bochornosas, en particular la céntrica Plaza Caudillos Federales, atravesada por las diagonales del Torrontés y de Los Tilos, desde las cuales se pueden observar al oeste las nieves eternas en la cima del cerro General Belgrano o nevado del Famatina.


ATRACTIVOS

Frente a la plaza mayor del pueblo devenido inexorablemente en ciudad está la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y Santuario Diocesano de Santa Rita, que es la patrona de la ciudad que originalmente llevó su nombre. 

También en torno a ese paseo arbolado están la primera sucursal del Banco Nación, inaugurada en mayo de 1892, y la sede de la Universidad Nacional de Chilecito.

La plaza es además un sitio tradicional para la Bendición de Frutos que inaugura La Chaya -el tradicional carnaval riojano- cada febrero. En una de sus laterales se encuentra un mercado regional y de artesanías, donde se pueden conseguir vinos caseros, tejidos, trabajos en cuero y madera (de algarrobo y cardón), unos exquisitos dulces de membrillo, grandes nueces y el original alfajor de mousse vino torrontés, exclusivo de Chilecito.

Durante Semana Santa y los feriados largos, en el centro de la plaza funciona otra feria artesanal, y hay una tercera en el paseo ubicado en el acceso al monumental Cristo del Portezuelo. Esta obra del escultor riojano Alejandro Carrizo tiene 17 metros de alto y está frente al Parque Municipal Arturo Marasso, con su base en un portezuelo al que se llega tras subir 200 escalones o mediante un funicular sobre rieles. La escalinata tiene en sus laterales terrazas cubiertas con 4.000 cactus de variadas especies, algunas de ellas traídas de México, Guatemala, Sudáfrica, Namibia y Estados Unidos.


HISTORIA

Desde la plazoleta de Santa Rita de Chilecito, en enero de 1817 partió a las órdenes del coronel Francisco Zelada y del capitán Nicolás Dávila, la heroica expedición auxiliar del Ejército Libertador que cruzó los Andes y liberó Copiapó y Huasco en Chile, por orden del General San Martín. Éste fue el mayor aporte del pueblo riojano a la gesta libertadora, compuesto íntegramente por milicianos y recordado como la “Expedición Zelada-Dávila”.


Cada febrero, desde hace diez años, para su aniversario se realiza una réplica de la expedición, con el cruce de la cordillera en mulas por el Paso Comecaballo, a más de 4.500 msnm, con paisanos de diversos pueblos, funcionarios, baqueanos, militares e invitados, de la cual CSM participó en dos oportunidades. A diferencia de la travesía original, ésta demanda sólo uno o dos días de cabalgata, ya que la partida se hace desde Vinchina, en la precordillera. Hay quienes impulsan realizarla en el futuro desde Chilecito, como ocurrió en 1817.


Si alguien busca más historia -y la hay mucha en Chilecito- puede encontrarla en el Museo Molino San Francisco (o Museo de la Ciudad), que atesora elementos representativos de la cultura, el arte y las actividades productivas de la zona. Otro museo emblemático es Samay Huasi, que fue casa de descanso de Joaquín V. González, el más ilustre chileciteño y más joven gobernador que tuvo La Rioja, además de destacado personaje de la historia política y académica argentina.

Fuera del casco céntrico, tras la cruzar la Ruta 40, está el Museo de la Minería “Dr. Santiago Bazán”, conocido como Museo del Cable Carril, y funciona precisamente en la Estación número 1, o base, del cable carril más largo y más alto del mundo. Esta obra, ahora fuera de actividad, se extiende por 36 kilómetros hasta pasar los 5.000 metros sobre el nivel del mar y llegar a los socavones de la mina de oro La Mejicana.

El Cable Carril es una obra de ingeniería única, construida por alemanes y traída desarmada al país en 1904, donde fue montada en 18 meses por una compañía inglesa que explotaba La Mejicana y la utilizó para bajar el precioso metal durante la primera mitad del siglo pasado. También en la Estación número 2, El Durazno, se conservan maquinarias e instrumentos antiguos, en un virtual museo de sitio, a unos 9 kilómetros de la ciudad, hasta donde muchos llegan en vehículos pero también en excursiones de trekking o ciclismo.


GASTRONOMÍA Y HOTELERÍA

La gastronomía en Chilecito, como en todo el noroeste argentino, es una experiencia para todos los sentidos, porque en sus cocinas se preparan verdaderas fiestas de colores, aromas y sabores. En este caso, la mesa tiene una fuerte impronta regional y abundan platos tradicionales como locros, humitas, pastelitos y empanadillas, elaborados con productos propios de la zona, además de recetas innovadoras e identitarias, como las costeletas a la riojana o el mencionado alfajor de mousse de torrontés.

Este alfajor, que sale recubierto de chocolate, viene relleno con una espuma de torrontés sin alcohol, que conserva el sabor de esa variedad de vino pero es apto para los niños.

Su creador, José “El Colorado” Zamora, aclaró a CSM que los mayores pueden también consumir los conitos de torrontés, cuya crema sí viene “borracha” con una pequeña dosis de alcohol y por lo tanto sabe más cercano al famoso vino originario de La Rioja.

En los restaurantes típicos, la fiesta no es sólo de aroma y sabores, sino también con música local y, según el ánimo de los clientes, muchas veces con baile, ya que algunas cenas terminan en guitarreadas o peñas espontáneas que se extienden hasta avanzada la noche. Muchas madrugadas, en especial los fines de semana, se ven por las calles desiertas a algunos de esos comensales que vuelven lentamente a sus casas u hoteles, cual otras sombras de la noche que acaba, mientras los primeros rayos del sol comienzan a resplandecer en la cima siempre nevada del Famatina.

En cuanto a las opciones de hospedaje, son variadas y para todos los gustos y bolsillos, con hoteles tradicionales, boutiques, apart-hotel, hosterías y un hotel casino 5 estrellas, de 50 habitaciones desde hace cinco años, con lo que Chilecito dispone de unas 1.500 camas en todas las categorías de hospedajes.- (CSM).


Gustavo Espeche ©rtiz (Derechos reservados)

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