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Foto del escritorCharles Gutierré

Viernes de la mentira… en Venado Tuerto


Por Gustavo Pettinari

DNI 18.001.553

Venado Tuerto, Santa Fe

Enviada a través de LT 29, AM 1460 Radio Venado Tuerto

Sobre el soleado contorno de un puñado de casas del viejo Venado Tuerto comenzó a correr una historia controversial, pero tan perfectamente fraguada, que llegó incluso a tratarse en el Senado de la Nación.


Una mañana, como tantas, se presentó en la herrería de los Camilatto, un tal Viernes Scardulla, solicitando se le fabricaran unos goznes para lo que, según él comentó, debería ser un cofre de gran tamaño para albergar un tesoro que había encontrado.


La noticia corrió como reguero de pólvora: desde la herrería hasta el almacén, de allí a la feria y no paró hasta llegar a los oídos del mismo comisario. Hechas las averiguaciones pertinentes, se supuso que el tal Viernes Scardulla poseería un tesoro que podría haber sido enterrado por el virrey Sobremonte en ocasión de su huida a Córdoba y encontrado más de un siglo después por el afortunado personaje venadense.


Como es hábito en los pueblos, se tejieron apresuradas conjeturas sobre la procedencia de las preseas: algunos aseguraban que habían sido robadas del Cabildo, otros que fueron sustraídas de la casa de un conocido hacendado bonaerense, aunque ninguno atinaba a señalar con certeza el origen de semejante cantidad de alhajas.


Los ecos del descubrimiento llegaron hasta la redacción del diario Crítica, que encabezó una importante columna que, con destacada letra de imprenta hablaba del tema. “El tesoro de Viernes Scardulla” había alcanzado ribetes incalculables. Hasta se procedió a tratar, (Senado mediante), la forma de recuperar para el patrimonio nacional este invalorable cofre lleno de magníficas reliquias que todavía nadie había visto.


Increpado acerca de la veracidad de su relato, don Viernes brindó convincentes detalles de la forma en que las había hallado, el lugar del descubrimiento era junto a unos juncos que bordeaban una laguna y hasta las características de algunos brazaletes y collares. Tan objetiva fue su narración que todos terminaron creyéndola.


Pero el cofre jamás apareció…

Nuevas presunciones aseveraron que Viernes se llevaría el secreto a la tumba.

Y así fue. Nunca se supo a ciencia cierta qué hubo de verdad en todo aquello ni cuál era el grado de cordura de don Scardulla.

Lo cierto es que en los corrillos del Senado se lo distinguió con el mote de “el mentiroso público número uno”.

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