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Foto del escritorCharles Gutierré

Turismo Rural en La Pampa


La posibilidad de vivir experiencias auténticas, mientras se goza de la tranquilidad y se recuperan fuerzas, es la principal tentación que atrae al turismo hacia el centro de Argentina. Pionera en la oferta de Turismo Rural, la provincia de La Pampa cuenta con los paisajes más acogedores y los establecimientos mejor acondicionados, permitiendo a sus visitantes desconectarse completamente de la cotidianeidad.


Agradables caminatas, paseos a caballo, avistaje de diversas especies, días de pic-nic, aprendizaje de tareas del campo, guitarreadas, fogones, y todo aquello que se le pueda ocurrir, siempre en el marco de un entorno rural, esta opción turística constituye con seguridad un modo apasionante de vacacionar.


Emplazadas en magníficos paisajes de llanura, hondonadas, cerros y suaves valles, las Estancias Turísticas de La Pampa se diferencian unas de otras, tanto por su entorno geográfico como por las actividades que en cada una de ellas prevalecen. Entre los variados y encantadores recintos existentes en la provincia, podemos nombrar: A Puro Campo, enclavada en el Valle Argentino; Don Justo, instalada en el desierto pampeano, y destacada por su acceso a la posibilidad de practicar deportes acuáticos y pesca; La Blanca, que hasta 1901 fue un asentamiento indígena del que aún quedan huellas; La Holanda, levantada en el bosque de caldenes y protectora de un importante museo histórico-artístico; La Julia, ubicada en zona de bosques, lagunas y salitres; La Marianita, dedicada a la producción agroganadera; San Carlos, cuya actividad sobresaliente son las cabalgatas; Santo Domingo, de increíbles paisajes; y Villaverde, que ofrece todo un concepto de vida rural asociado a la paz y el costumbrismo.


Ambientes amplios, biblioteca o rincón de lectura, sala de juegos, quincho y piscina, conforman en general el casco de los establecimientos, que es donde los visitantes se alojan previa conversación con los propios dueños de cada lugar.


Degustación de comidas caseras, horas compartidas con la peonada, participación en yerras y contemplación de domas, cada momento en el campo significa un reencuentro con las raíces, la naturaleza y la paz interior.

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