Reconquista
Reconquista es una ciudad del nordeste de la provincia de Santa Fe, Argentina. Es la cabecera del departamento General Obligado, a 325 kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Es parte del aglomerado urbano Reconquista - Avellaneda. Se ubica a la vera de la Ruta Nacional 11.
Población
Cuenta con 70 549 habitantes (Indec, 2010), lo que representa un incremento frente a los 63 490 habitantes (Indec, 2001) del censo anterior. Está conectada con la ciudad de Avellaneda, cuya metrópolis (llamada Reconquista - Avellaneda) cuenta con un 93 890 habitantes (Indec, 2010).
Los resultados del ESDE2000 indicaban que el 52% de la población eran mujeres, esto indica que aumentó un 1% con respecto al censo de 1991.
Las personas no nacidas en la ciudad representaban el 32% del total, y entre los nativos el 11% de los hombres nacidos en Reconquista ha vivido fuera de la ciudad, mientras que entre las mujeres lo ha hecho el 7%.
El grupo de edades comprendidas entre los 0 y 19 años representan el 40% del total, pero el grupo de edades entre 60 en adelante representa el 11%, lo que demuestra que si bien tiene una población joven respecto a varias ciudades del país, también tiene una población un poco envejecida.
El número promedio de personas por hogar es de 3,75, un poco mayor al promedio nacional de 1991 (3,6). Los más frecuentes son los hogares de cuatro personas, seguido por los de dos y de tres. Pero la ciudad se caracteriza también por hogares con familias numerosas, el 30% de los hogares está compuesto por 7 personas. Las mujeres jefas de hogar representan el 21% del total, una proporción creciente que también se experimenta en el resto del país.
Historia de Reconquista
LOS PRIMEROS POBLADORES La historia de Reconquista está íntimamente relacionada con los primeros pobladores del norte santafesino. La ocupación del territorio de la región se remonta a comienzos de la era cristiana, cuando pueblos cazadores y pescadores se instalan sobre el curso del Arroyo “El Rey” o Ychimaye en voz abipona (“Río de las Calabazas”).
Las investigaciones arqueológicas realizadas en toda la región ribereña, fundamentalmente, en Arroyo Aguilar, El Rey y El Tapialito, confirman que dos mil años antes del presente, los pescadores cazadores se encontraban firmemente establecidos sobre toda el área ribereña y a partir de los fechados radiocarbónicos se puede establecer que estos sitios son los más antiguos del Paraná Medio Según el arqueólogo, Carlos Ceruti, estos grupos de cazadores recolectores eran “(…) algunos centenares de años antes de la Era Cristiana, un pueblo precedente del oeste ocupó la cuenca del Salado y los Saladillos”.
“Venía probablemente, del borde de las lagunas originadas a comienzos del Holoceno por el derretimiento de los hielos de la última glaciación” “(....) lo constituían bandas de cazadores recolectores pedestres, cuyos asentamientos más antiguos se encuentran en el subsuelo de la ciudad de Mendoza, en Córdoba, entre las Salinas Grandes y el pie de la Serranía, y en algunos parajes de la provincia de San Luis” “(...) el clima había sido benigno en esa región, y los lagos y lagunas albergaban una rica fauna constituida por venados, ñandúes, guanacos y aves acuáticas”.
El desplazamiento de estos grupos hacía el litoral paranaense, es un punto que todavía no ha sido esclarecido. Pero hay coincidencias en que hacia unos 2500 años antes del presente, la eficacia de sus estrategias de subsistencia provocó un crecimiento demográfico que motivó desplazamientos de población excedente hacía la llanura central santafesina, en búsqueda de cazaderos libres.
Las condiciones ambientales en el Litoral argentino eran más secas y frías que las actuales, similar a las que imperan en la región pampeana. El curso de los ríos y arroyos eran mucho más estrechos y se hallaban sometidos a sequías periódicas. La única fuente de recursos hídricos eran los “espejos de agua” que alimentaban las corrientes subterráneas. En unas condiciones de marcada aridez estos espejos se constituyeron en abrevaderos obligados de una fauna caracterizada por “Ciervos”, “Ñandúes” y “Guanacos”, que debieron operar como un irresistible atractivo para unos grupos de inmigrantes que ya los habían integrado a sus estrategias subsistenciales en sus espacios originarios.
Desde los asentamientos estacionales instalados alrededor de los “espejos de agua” se reorganizaban las partidas de caza-recolección para usufructuar los recursos de un entorno más o menos amplio. En cuanto al equilibrio entre caza y recolección, esta última parece no haber sido menos importante ya que el nuevo territorio era pródigo en cuanto a recursos: algarrobales, palmares, chañares, mieles silvestres, diversidad de frutos del monte, proporcionaban complementos para una dieta equilibrada y probablemente regular.
NACIÓN ABIPONA A estos grupos cazadores recolectores se los relaciona con la nación de los Abipones perteneciente a la familia lingüística de los guaycurúes, que fueron los aborígenes con los cuales se encontraron los españoles al llegar a estos territorios.
El conocimiento de los Abipones nos los brinda el Padre Jesuita Martín Dobrizhoffer, que vivió entre ellos cuando estuvieron reducidos en la Reducción de San Jerónimo del Rey. Su obra “Historia de los Abipones” es un valioso material que brinda el conocimiento de este pueblo. Las descripciones de sus costumbres han podido ser corroboradas a través de los estudios del Prof. Dante Ruggeroni y sus colaboradores a través de numerosas excavaciones arqueológicas realizadas desde el Museo Municipal de Arqueología y Paleontología de Reconquista “Prof Dante Ruggeroni”.
Según el Padre Dobrizhoffer la Nación de los Abipones se encontraba dividida en tres parcialidades: · Los Jaaukanigás (Gente del Agua) establecidos sobre el área ribereña paranaense · Los Riikahé (Gente del Campo) · Los Nakaigetergehé (Gente del Monte) A través de este jesuita podemos conocer las costumbres y formas vida de este pueblo.
EL VESTIDO Para la elaboración de su vestimenta los abipones utilizaban las fibras de hoja de caraguatá, que la obtenían en los montes. En estas expediciones de recolección solo participaban las mujeres que también traían distintos frutos y raíces para luego darle color al tejido.
El primer paso para elaborar las fibras de tejido consistía en macerar las hojas para que pierda la humedad y luego se secaban al sol. En la elaboración del cordón, la artesana arrollaba las fibras con su mano sobre el muslo, de tal forma que no quedaran abultamientos.
“Para el ovillo, como no tenían torno, utilizaban una varilla delgada que tenía un contrapeso o disco hecho de cerámica, a veces se trataba de uno de pequeñas dimensiones construido expresamente, otras veces, se aprovechaba los restos de vasijas rotas a las que se les daba la forma circular, y se le construía el orificio central. El objeto, llamado tortero o muyuna funcionaba como volante, la mujer le daba un impulso violento y la varilla giraba como un trompo produciendo así el ovillo”. (Ruggeroni, Dante El Loakal. Edición 4). LA CERÁMICA La producción de cerámica era un elemento esencial en la nación abipona no sólo por sus fines utilitarios sino también porque era una forma de expresar su cosmogonía. Del estudio de estos restos materiales podemos saber que los abipones establecían un estrecho vínculo de armonía entre ellos y la naturaleza.
El método de elaboración era la técnica del chorizo, que consistía en lograr largas tiras de arcillas que se iban colocando una arriba de la otra, luego los rollos eran apretados con la mano, y así la artesana le daba la forma que quería. La cocción se realizaba en hornos aéreos. La pieza era rodeada de una cantidad de leña que era justamente la que correspondía al tamaño de la olla. Cuando el fuego se terminaba el artefacto quedaba cocido. Gran parte de las piezas de cerámica están decoradas con apéndices zoomorfos y antropomorfos (figuras de cerámica).
RITOS FUNERARIOS Los abipones creían en la vida después de la muerte, su velatorio consistía en una complicada ceremonia que se realizaba dentro de la habitación donde vivía el individuo, y luego el lamento se hacía público. Martín Dobrizhoffer S.J. explica que “no eran capaces de soportar el recuerdo de la muerte (…) si en algún momento anuncian la muerte de algún individuo, sus compañeros al momento huyen despavoridos (...)”.
“(...) al primer rumor de que uno de ellos agoniza, acuden a su casa unas viejas, por lo general parientes del enfermo o mujeres celebres en el arte de curar. Con los cabellos sueltos y el vestido cayéndole a los hombros, rodean el lecho formando una larga fila a ambos lados. Llevan en la mano derecha una calabaza que hacen sonar constantemente; se lamentan con tristes cadencias, con violentos movimientos de pies, brazos y prolongados gritos. La que preside a las demás – ya sea por su edad o la fama de su arte médico- situada a la cabecera del moribundo hace resonar un trompete de guerra de gran tamaño...
Luego cubrían el cuerpo con un cuero de vaca, grueso y pesado”. Cuando el enfermo moría lejos del lugar de descanso de sus restos, les arrancaban la piel y la carne y los ponían en urnas que trasladaban hasta el lugar de entierro. En los entierros primarios se ofrendaba a los muertos vasos de cerámica, vestidos armas y caballos. La cerámica era para que recojan el agua en la otra vida y las armas y el caballo para que sigan cazando. LA REDUCCIÓN SAN JERÓNIMO DEL REY En los territorios del Chaco, los españoles no lograron establecer pueblo alguno, todo este enorme territorio estaba bajo dominio aborigen. Este hecho significaba un obstáculo para conectar las rutas comerciales entre el Río de la Plata y las provincias del Norte y el Alto Perú, ya que los aborígenes acechaban constantemente con malones.
En este contexto surgirán las reducciones jesuíticas en la provincia de Santa Fe – en ese entonces formando parte de la Intendencia de Buenos Aires- y en Córdoba. Es un intento desesperado por controlar el vasto territorio del Chaco e incorporarlo a los dominios españoles. Este proceso comenzó hacía 1610 con la fundación de la Reducción de San Ignacio a 250 Km. de Asunción.
Hacía mitad del siglo XVIII, la Compañía de Jesús había logrado expandirse por todo el Río de la Plata, pero el Chaco Santafesino seguía siendo una zona demasiado insegura para los mercaderes de mulas y los cargamentos de yerba mate que iban desde Santa Fe hasta Candelaria. Los ataques abipones habían llegado en 1745 hasta las puertas de la ciudad de Salta centro estratégico de la cría y el comercio de mulas.
Es así que el padre Diego Horbegozo realizó un viaje a caballo desde Santa Fe hasta el Arroyo El Rey para negociar con los abipones su reducción. La fundación de la Reducción de San Javier en 1743 se convirtió en punta de lanza para avanzar hacia el Chaco.
El 5 de junio de 1748, tras llegar a un acuerdo, se firma la Paz de Añapire entre el gobernador de Santa Fe Francisco Antonio de Vera y Múxica, el padre Diego de Horbegozo, Rector del Colegio Jesuita de Santa Fe y los caciques abipones Nereguiyi, Alayquin, Quebachin, Quibachini e Ichoalay. Mientras que el 1º de octubre del mismo año el Teniente de Gobernador Francisco Antonio de Vera y Mujica dejó fundada la nueva Reducción.
La reducción en un primer momento se estableció sobre la margen izquierda del Arroyo El Rey. La elección del lugar se debe a que en caso de roto los acuerdos con los españoles el arroyo serviría como barrera frente a un futuro ataque. Pero sin embargo dos años después la reducción se traslada sobre la margen derecha del arroyo, hecho sobre el cual hay diversas interpretaciones.
Lejos de lograr la paz, las reducciones fueron motivo de constantes luchas y de desestabilización en la región, en 1770 los abipones de la reducción de San Jerónimo junto a los de San Fernando atacaron la de San Javier en manos de los mocovíes. La vida productiva dentro de la reducción fue próspera, dedicándose en gran parte a la cría de mulas y de bueyes, y al cultivo del tabaco.
La presencia de los jesuitas en la reducción fue breve ya que para 1767 la Compañía de Jesús era expulsada de las Misiones, por orden del Rey Carlos III; los jesuitas habían logrado no sólo reducir a gran parte de la población aborigen, sino que habían construido un enorme poderío económico basado en la cría de mulas y caballos, además de la producción de yerba mate y tabaco que amenazaba los grandes intereses de los comerciantes españoles.
La Reducción igualmente sobrevivió bajo la supervisión de frailes de las órdenes de franciscanos y mercedarios. Ichoalay dirigió de hecho la vida económica y militar de la reducción que se deterioraría luego de su muerte y tras la convulsionada vida política y militar luego de la revolución de 1810. Finalmente la reducción fue destruida por un ataque de los tobas en 1818.
Los pocos sobrevivientes lograron remontar el río Paraná y llegar hasta Santa Lucía (Corrientes) donde permanecieron hasta que en 1825 acuerdan con Estanislao López su regreso a la provincia, instalándose en El Sauce desde entonces San Jerónimo del Sauce debido a que los abipones habían logrado resguardar el santo patrono en su huida.
Luego de la destrucción y abandono de la reducción en 1818, el chaco santafesino volvió a estar en manos de los aborígenes, que usufructuaban los recursos con sus continuos ataques a las estancias de la provincia y a la ciudad de Santa Fe. FUNDACIÓN DE RECONQUISTA En 1870 cuando Argentina se hallaba en pleno proceso de organización y modernización del Estado, superados los conflictos externos como la Guerra del Paraguay y las rebeliones internas, el Estado estuvo en condiciones de asegurar las fronteras internas y extender las áreas productivas.
En nuestra región por auspicio del General Urquiza se establece la colonia Dolores, que luego paso a llamarse Ausonia, en los antiguos territorios de San Jerónimo, sobre la margen derecha del arroyo El Rey. Pero la experiencia fue breve ya que en 1871 fue abandonada debido al continuo ataque de los tobas.
Esto hizo que el entonces Presidente Domingo Faustino Sarmiento, decidiera emprender una campaña para recuperar y extender la frontera norte del país.
Para ello convoca al Teniente Coronel Manuel Obligado, militar porteño que se había destacado en la Guerra del Paraguay y en el sofocamiento de rebeliones internas como la de López Jordán caudillo entrerriano y la revolución santafesina que quiso derrocar al Gobernador Don Nicasio Oroño.
Para esta empresa Obligado reclutó a los abipones de la reducción de San Jerónimo del Sauce que se convirtieron en la vanguardia del ejército del norte, llevando por nombre “Lanceros del Sauce”. Una vez organizado sus hombres Obligado llegó hasta El Rey, donde el 27 de Abril enarbola la bandera e instaló sus tropas alrededor de una laguna (en lo que es actualmente la Plaza 25 de Mayo).
Allí dejó asentada la comandancia y la caballería, mientras que la escolta indígena quedó guarnecida en el extremo noroeste sobre el arroyo, lugar que hoy ocupa el Tiro Federal de Reconquista. En junio, en una noche de frío y niebla un malón de indios atacó el fuerte, dejando víctimas, entre ellos el sargento Wenceslao Paz. Los Lanceros del Sauce al encontrarse lejos del lugar donde tuvo lugar el ataque no pudieron socorrer a los soldados.
Luego del ataque los aborígenes y Obligado negociaron la paz en El Cocal. Por disposición de la Comandancia se creaba la Reducción de la Purísima Concepción que estaría compuesta por tobas y mocovíes.
El 22 de noviembre de 1872 el gobernador Simón de Iriondo mediante Decreto Nº 430 autorizaba la creación de un pueblo y una colonia agrícola con el nombre de Reconquista, destinando “una superficie de cuatro leguas cuadradas, en el lugar denominado El Rey (….)”. “El área expresada se dividirá en solares para edificios en el pueblo, y lo demás del terreno en suertes de quintas y chacras (….)”.
El nuevo poblado y la colonia estaban ya diseñados por Jordan Wysozcki, un ingeniero de origen polaco que también delineó todo la línea de fortines de la frontera norte de Santa Fe, mandado levantar por el Coronel Manuel Obligado. El pueblo estaba diseñado a partir del trazado urbano de Indias que establecía alrededor de la plaza central las principales instituciones del pueblo. Obligado comenzó el reparto de las tierras entre las personas que llegaron con el hasta Reconquista, entregando los solares de la delineada ciudad, a quienes reunían las condiciones de población requeridas por ley.
A partir de 1879 con la llegada de los primeros inmigrantes fue completando dicho reparto entregando las chacras y quintas aledañas.
La llegada de estos inmigrantes a la colonia dió paso para el desarrollo y el despliegue del capitalismo en la región. Pero este naciente capitalismo tendrá en un primer momento un desarrollo primario, con las pequeñas industrias artesanales con mano de obra familiar; se pueden señalar actividades como ladrillerías, industria maderera, herrería y mecánica, negocios de ramos generales, jabonerías, industrias del tabaco y la construcción. Todos ellos tendientes a abastecer a una población creciente en franca expansión y en donde la demanda se acrecentaba en forma vertiginosa.
En este lapso del tiempo Reconquista recibe un número importante de inmigrantes de diversos orígenes entre los que mayoritariamente se encontraban españoles, italianos y sirios libaneses lo que sumado a su pasado aborigen dotan a la ciudad de una de sus principales riquezas culturales al ser su población cosmopolita.
Las distintas comunidades de inmigrantes se organizan alrededor de las sociedades de socorros mutuos como la Asociación Española de Socorros Mutuos (1883), la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Recreativa- Unión y Beneficencia (1883) y la Sociedad Sirio Libanesa.
SOCIEDAD ITALIANA A medida que el pueblo crecía también iban surgiendo las distintas instituciones de gobierno. La primera de ellas fue el Juzgado de Paz creado una vez instalada la Comandancia de la Frontera Norte, “Obligado advierte la necesidad de una institución que se encargue de controlar el orden público y organizar la vida de la población. Con este fin solicita al gobernador Servando Bayo la creación del Juzgado de Paz”.
El gobernador dará curso a la petición de Obligado en el decreto el 12 de septiembre de 1876, que nombra a don Justo Arias, Juez de Paz de Reconquista. Entre las funciones atribuidas al Juzgado de Paz se pueden constatar las siguientes: “remates para saldar deudas por juicios, cobro de pesos, embargos, indemnización por daños y perjuicios, sucesorios y declaratoria de herederos, cobro de alquileres y de honorarios profesionales, reconocimiento de documentos (...)” por mencionar solo algunas.
Posteriormente a su creación en 1877 el Poder Ejecutivo de la provincia nombra en comisión al Juez de Paz de Reconquista para la distribución de solares, atribuyéndole la responsabilidad para certificar que cada vecino haya cumplido con las condiciones de población requeridas, para reclamar las escrituras de propiedad sobre las tierras recibidas en forma gratuita.
“Los Jueces de Paz eran nombrados por Decreto del Poder Ejecutivo, a propuesta del Comandante de Fronteras o del Jefe Político. Eran seleccionados entre los vecinos, o entre aquellos que habían ejercido la función en otra localidad”.
Para 1883 por decreto provincial se crean en los pueblos y colonias de Santa Fe las Comisiones de Progreso Local, que dos años después serán reemplazadas por las Comisiones de Fomento. En Reconquista esta comisión ira adquiriendo gradualmente protagonismo en la decisión de políticas públicas hasta que en 1921 Reconquista obtenga la categoría de ciudad.
La Comisión de Fomento de Reconquista aparece cuando el Gobernador Manuel Gálvez nombra el 27 de mayo de 1886 a los miembros que la integrarán. Ellos serán Benito Ramayón, Bonifacio Cernadas y Luis Contepomi, quienes de acuerdo a las leyes que rigen estas instituciones gobernarán por un período de dos años. La designación estaba a cargo del Poder Ejecutivo, y sus funciones se fueron complejizando y ampliando a medida que crecía la población
En 1913 con la modificación de la Ley que regía estas instituciones los miembros de las Comisiones serán elegidos por los vecinos. PUERTO RECONQUISTA Las comunicaciones por vía fluvial y terrestre para romper el aislamiento de norte de Santa Fe fue una de las preocupaciones de Obligado.
El muelle existente en el puerto le permitió, una vez llegado a Reconquista, comunicarse con Goya donde podía abastecerse Desde allí llegaron pobladores que lo acompañaron en la empresa. La importancia de Puerto Reconquista para la ciudad y región, viene del siglo XVIII, cuando era utilizado como comunicación entre la Reducción de San Jerónimo con Santa Fe y con Santiago del Estero. El mismo puerto utilizaron los colonos de Ausonia para comunicarse durante su efímera existencia y sirvió además como única alternativa de huida tras el ataque toba que la destruyó.
Para aprovechar la situación del pueblo, a quince kilómetros del antiguo puerto de los abipones, se gestionó la construcción de un camino carretero que partiendo de Avellaneda pasara por Reconquista y finalizará en el puerto. En 1885 se adjudicó la obra a MANUEL DEL PUERTO, VIGNON Y CIA, que realizó un terraplén y muelles.
Pero la comunicación con el puerto no fue suficiente con el camino y así “En 1913 un puñado de hombres llenos de vitalidad y dinamismo se asociaban con el objeto de construir una línea de ferrocarril de aproximadamente 14 km. a través de zonas inundables entre Reconquista y su estación fluvial.
La idea tenía su antecedente, en 1891 un Compañía belga “Gran Ferrocarril Central Sud Americano” había obtenido autorización por resolución del Departamento del Interior para colocar una línea de Tranway, sobre el camino nacional del Puerto al pueblo de Reconquista” (Ravazzola, Ana Maria y otros. Puerto Reconquista. Reconquista. 1982)
Ese año, 1913, una Asamblea de vecinos constituyó la Sociedad Anónima “Fomento del Norte” con el objetivo de fomentar el crecimiento económico de la zona instalando un mercado, un matadero y la línea del Tranway al Puerto.
Fueron muchos los trámites, idas y vueltas que llevó a cabo esta Sociedad, pero finalmente el 1928 el Tranway al Puerto comenzó a funcionar con máquinas alquiladas a Ferrocarriles del Estado, y a pesar de múltiples inconvenientes funcionó hasta 1941, por quiebra de la Sociedad.
Posteriormente Puerto Reconquista se convirtió en un polo social económico y cultural con sus particularidades, con una riqueza cultural ribereña que permite rescatar y revalorizar las prácticas de subsistencia de Los Abipones, antiguos habitantes del lugar con su parcialidad de Jaaukanigás (Gente del Agua). Precisamente Jaaukanigás es el nombre con el que se designó en el año 2001 como Sitio Ramsar al humedal, de importancia internacional, donde se haya ubicado el Puerto Reconquista. La particularidad de este humedal radica en la superposición de dos provincias fitogeográficas: el parque chaqueño y la selva en galería que transporta las características ecológicas de la selva misionera a través del sistema de islas pasando por Puerto Reconquista hasta el Delta del Paraná. Estas particularidades hacen de Reconquista y el sector noreste del departamento Gral. Obligado la región con mayor biodiversidad de la provincia de Santa Fe.
EL FERROCARRIL Entre 1889-1890 quedará finalizado el Ramal Jobson Vera- Reconquista, del Ferrocarril Santa Fe perteneciente a la Compañía Francesa. De esta manera las comunicaciones hacia los grandes centros urbanos del sur quedaban solucionadas y a su vez fueron una atracción para el establecimiento de inmigrantes. Su posterior expansión en los años siguientes servirá para conectar a Reconquista con las colonias agrícolas del norte santafesino.
Comments