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Pueblo Esther


Historia A la vera de la ruta 9, y a sólo 15 kilómetros al sur de Rosario, un colorido cartel da la bienvenida al pueblo resume el espíritu del lugar: capital del miniturismo. Recostada sobre el río Paraná y con una ribera que sigue despertando los encantos de su paisaje, la localidad se presenta como una opción para disfrutar del agua y el sol, sin olvidar el verde de sus frondas y el rumor de los pájaros.

En los últimos años, Pueblo Esther decidió su perfil y puso proa a construirlo. Ahora la comunidad se anuncia como una alternativa cercana para gozar de la naturaleza y la tranquilidad. Para orgullo de sus habitantes la apuesta se va haciendo realidad, ya que crecen las casas de fin de semana y tienen tres barrios cerrados.

A poco de indagar sobre su historia un dato sorprende: tiene dos nacimientos, según consta en el libro que se editó en 1995 para conmemorar el centenario. Uno en 1898, con una comuna que surgió para acompañar los primeros asentamientos, cuando el lugar era un florecer de chacras e inmigrantes. Otro en 1875, que se conoce como el surgimiento institucional.

Acerca de la primera comuna, los relatos señalan que "sin justificación legal es trasladada con los documentos y el mobiliario dentro del mismo distrito a la Colonia Villa, que se forma en torno de la estación del ferrocarril General Lagos", explica el texto histórico, que acota que corría el año 1913.

De este modo quedaron perfilados dos polos urbanos que con el tiempo fueron tomando sus propias características y dieron origen a las localidades actuales de General Lagos y Pueblo Esther. La primera, se fortaleció en torno al tren. A pocos kilómetros de allí, ya sin comuna, el germen de lo que hoy es Pueblo Esther siguió su curso en las tierras que habían pertenecido a la familia Bosch.

La primera denominación de Pueblo Esther fue Colonia, luego por su ubicación se la llamó La Loma, después Colonia Nueva Esther, para finalmente tomar su nombre actual. Hasta donde se sabe el nombre evoca a una de las hijas de los Bosch.


Según las crónicas, el lugar creció con el aporte de una inmigración que en su mayoría fue italiana. Así lo ratifica un censo realizado por alumnos de la Escuela de Enseñanza Media Nº 427, Brigadier General Estanislao López.

Pero a pesar del progreso sentían que algo les faltaba y durante años lucharon por tener su propia estructura administrativa. Así, en 1975, la ley 7.645 establece que a partir del 1º de enero de 1976 Pueblo Esther tendría su propia comuna. "Este fue el nacimiento institucional del pueblo", afirman los relatos históricos.Claro que ese debut en lugar de un presidente comunal incluyó la figura de un delegado organizador, puesto que ocupó Angel Sixto Tuccori hasta 1983. El primer jefe político del pueblo, ya en democracia, fue Eugenio Fernando Caturelli.


Haber tenido un origen atípico también se refleja en la traza urbanística, donde no hay una plaza central a cuyo alrededor se levanten las primeras entidades. El inmueble comunal —precedido por un espacio verde— es de construcción reciente, al igual que la plaza del Centenario, y todavía se está construyendo un nuevo local para la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.

Un nuevo perfil

Hoy ya no quedan grandes extensiones de campo, pero el pueblo siente que puede crecer de otro modo. Su límite al este es el río Paraná, eje de sus expectativas. Quieren crecer como lugar de miniturismo y tiene recursos naturales para lograrlo. Dos años atrás se inauguró el camping comunal que llena de orgullo a los habitantes.Cuenta con una infraestructura de servicios que puede satisfacer todas las necesidades. Bajada al río, guardería de lanchas, parrilleros, arboledas, espacios de recreación y flamantes cabañas forman un recorrido ineludible para quien visite el lugar.


A lo largo de cinco kilómetros de ribera surgió una franja de casas de fin de semana que en sus comienzos encabezó el llamado Parque Vernazza. Se trata de solares con verdes intensos en césped y árboles, jardines coloridos y un aire limpio que llega desde la ribera. Ahora, en las inmediaciones de estos loteos se levantan los barrios cerrados La Bahía y Campos de Esther. Además el club rosarino Gimnasia y Esgrima tiene sus campos de deportes.

Ese paisaje ribereño —cuidado y lleno de proyectos— que cada fin de semana se llena de visitantes le da sentido a una afirmación que se repite en las poesías y canciones de los lugareños. “Quien pisa este lugar se enamora y vuelve”, aseguran.


El hecho de ser un lugar elegido para construir solares de fin de semana hace que la población varíe. Susana Galli, que trabaja en la administración comunal desde sus comienzos, sostiene que ya superaron con creces los 5.200 habitantes del último censo. “Durante el verano la población se triplica y lo bueno es que compran y consumen acá”, explicó.


Atrás quedaron los años en que el pueblo tenía faroles a gas y lámparas de kerosén. En 1957 se constituyó la Cooperativa de Electricidad y Empresas que también brinda el servicio de teléfono. Las instituciones se completan con la comisaría, el juzgado comunal, el Samco y la biblioteca, entre otros. Además de la Escuela Nº 149, José Hernández, y un centro tradicionalista. También se destaca la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio Niño Jesús de Praga, que se inauguró en 1992 en un sitio de belleza exuberante, lleno de flores y canto de pájaros que pronto se transformó en canto al Creador.


Las principales fuentes de trabajo son la comuna y la Cooperativa de Electricidad y Servicios, además del astillero UABL SA donde se refaccionó el New Flamenco, un gigantesco crucero de 163 metros de eslora. Otras industrias son las empresas areneras, una firma de autopartes de automotor y un frigorífico de embutidos de cerdos. La pesca también constituye un recurso, además de una actividad deportiva..


Granja Soles

La Granja Soles es un lugar destinado a quienes tienen capacidades especiales y que por su edad están fuera del sistema escolar. Entre las actividades se encuentra la zooterapia, que permite apuntalar la rehabilitación a través de métodos no tradicionales basados en los vínculos de afecto. Una jornada habitual comienza temprano con tareas que incluyen alimentar y asear a los animales, ejercicios físicos, natación, cabalgatas y deportes. Además, se elabora pan y dulce de leche que se venden en la zona.

La granja, que sostiene una entidad civil sin fines de lucro junto a un grupo de colaboradores, está ubicada en Juan José Paso 1496 del barrio Vernazza, a 15 minutos de Rosario. Se trata de un amplio predio que posibilita la integración con el resto de la comunidad. Fuente:  11 de abril de 2006 (Silvia Carafa / La Capital -ei)


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