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Foto del escritorCharles Gutierré

Manuel Savio (1892-1948)


El general Manuel Savio fue el continuador -en la década de 1930- de las tesis esgrimidas y materializadas en los años veinte, desde YPF, por el general de brigada Enrique Mosconi, que tuvo una acción destacada durante el gobierno de Yrigoyen.


En la década de 1920, Mosconi viajó a Europa, donde permaneció tres años, comprobando los profundos cambios que se estaban produciendo a partir del desarrollo de las industrias químicas y de la siderurgia. Cuando regresó al país, se propuso aplicar su experiencia para desarrollar y transformar la economía nacional agro-exportadora en otra que tuviera a las industrias de base como su motor de crecimiento, ya que consideraba que no existiría seguridad ni defensa del país desvinculadas de las manufacturas.


Para ello formó un plantel de ingenieros militares, convocando como profesores a los profesionales más idóneos, realizando una "movilización nacional" de carácter militar y técnica al mismo tiempo, correlacionando las posibilidades de la industria con las necesidades de la defensa. Afirmaba que "la industria del acero es la primera de las industrias y constituye el puntal de nuestra industrialización.


Sin ella seremos vasallos". En 1930 Manuel Savio -teniente coronel, jefe del Curso Superior y Especial del Colegio Militar- eleva el proyecto para crear la Escuela Superior Técnica, abierta a los oficiales de todas las armas. Por una suerte de compensación histórica, el general Uriburu, que manda detener e investigar a Mosconi -creador de YPF- facilita a Savio (su continuador en otro ámbito), el medio para realizar sus planes.


A fines de 1934 egresan los primeros ingenieros militares. El 24 de diciembre de 1936 asume la dirección de Fábricas Militares, pero advierte que no funciona como debería, para lo cual eleva el 11 de mayo de 1938 al Poder Ejecutivo un proyecto de ley para crear la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM). Con ese fin actúa como un verdadero político, buscando aliados en todos los sectores, convenciéndolos de sus beneficios para el país. El 9 de octubre de 1941 se promulga dicha ley, que además lo autoriza a realizar exploraciones y explotaciones tendientes a la obtención de cobre, hierro, plomo, estaño, manganeso, wolframio, aluminio y berilio. Además del desarrollo de un programa de prospección geológico-minera en la Antártida Argentina.


"Es un error el haber estructurado 'a priori' nuestra economía, posponiendo arbitrariamente a los metales con respecto a los cereales", afirmaba. Luego propuso buscar yacimientos de hierro en el país. Los encontró en las serranías de Zapla (Jujuy). Los informes corroboran que el yacimiento es una cuenca sedimentaria de hematita cuya potencia visible asegura grandes reservas y justifica sobremanera la inversión necesaria para emplazar un "Alto Horno". Se inicia inmediatamente la "gesta Zapla" cuando el país sufre el bloqueo de los grandes consorcios. Savio intenta formar una "conciencia metalúrgica", apelando a los industriales, y recordando que la fábrica argentina de carburo de calcio debió cerrar por el "dumping" del exterior. Afirma en la ocasión: "La industria siderúrgica es fundamental, es primordial, la necesitamos como hemos necesitado nuestra libertad política".


El 11 de octubre de 1945 (en plena evolución de los episodios militares que favorecieron la marcha del 17 y la posterior elección del entonces coronel Juan Domingo Perón) se produce la primera colada de hierro fundido hecha con materias primas nacionales. Poco después entrega al presidente Farrell -en enero de 1946- su Plan Siderúrgico Nacional (Ley 12.987 o "Ley Savio"), que es sancionada el 13 de junio de 1947 -durante la primera presidencia de Perón- con el apoyo tanto del justicialismo como del radicalismo.


Así se origina SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina), cuyos altos hornos son emplazados en terrenos elegidos por el propio Savio en los márgenes del arroyo Ramallo, en las cercanías de San Nicolás. Como presidente de su directorio renuncia a sus honorarios, pero no alcanza a ver concluídos sus sueños, debido a que muere el 31 de julio de 1948, a los 56 años.


El Gobierno -a pesar del asedio de los oficiales que sucedieron a Savio- prácticamente olvidó los planes siderúrgicos, y hubo que aguardar hasta 1960 para ver inaugurada a SOMISA y hasta el 5 de mayo de 1961 para presenciar la primera colada de acero nacional. Por ello se instituyó, con justicia, al 31 de julio como "Día de la Siderurgia".

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