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Foto del escritorCharles Gutierré

Los 10 pueblos más lindos de la Argentina

En el norte y la Patagonia –y un poco menos en Córdoba y Buenos Aires– se concentran los pueblos elegidos como idílicos, “de postal” o, simplemente, los favoritos. El ranking resultó de una encuesta que propuso Revista LUGARES a través de Instagram a sus seguidores, donde muchos votaron por el pueblo más lindo de la Argentina. Acá, la lista completa de los ganadores:

1. Purmamarca

JUJUY

Dejó de ser un apacible pueblito de la quebrada desde que el turismo lo adoptó gracias a su icónico Cerro de los Siete Colores, la plaza poblada de artesanos y una hotelería para exigentes. En el restaurante de El Manantial del Silencio despuntó la reinterpretación de la cocina andina de la mano del chef Sergio Latorre, que logró rescatar la carne de llama, la quinoa y el amaranto. Un clásico es el Paseo de los Colorados, un camino de 3 km que avanza entre cerros de tonalidades insólitas y la Cuesta de Lipán, hasta las Salinas Grandes.

PURMAMARCA - JUJUY

2. Cachi

SALTA

Sus casas blanqueadas, los letreros en madera de cardón y los faroles presentes en sus calles de impronta colonial no son casuales: en 1978 se llevó a cabo el primer plan de preservación urbana del pueblo. Es belleza buscada y bienvenida. El tiempo anda a otro ritmo, pero también pasan cosas: los viñedos extienden su dominio, con las bodegas Isasmendi y Miraluna y sus cosechas de altura (a 2.500 metros) y un restaurante como Viracocha, que propone platos norteños aggiornados, más allá del tamal y la empanada.

Iglesia San José de Cachi

3. El Chaltén

SANTA CRUZ

De bastion de soberanía a meca del trekking argentino, es de los pueblos más jóvenes, con apenas 35 años. Hoy abundan las camperas de pluma y el windgurú es tan importante como aprender que el nombre original del cerro que todo lo domina no es Fitz Roy sino "Chaltén" (montaña que humea). Así lo nombraron los tehuelches, creyendo que se trataba de un volcán. El cara a cara con los lagos, los glaciares y esos picos puntiagudos como el Poincenot y el Torre sólo es posible recorriendo más de tres kilómetros a pie.

4. Villa La Angostura

NEUQUÉN

El destino más exclusivo de los Siete Lagos renació, paradójicamente, después de la erupción del volcán Puyehue, que lo cubrió de cenizas en 2011. El lago adquirió el color del Caribe. Las playas se ven amplias y claras. La vegetación es más verde y tupida. Junto con la naturaleza, surgieron nuevos emprendimientos, hasta domos en medio del bosque. El clásico viaje en catamarán hasta el Bosque de Arrayanes ahora también se puede hacer a bordo de embarcaciones más pequeñas y en horarios flexibles.

5. Tilcara

JUJUY

Es la capital arqueológica del noroeste (por el célebre Pucará) y el mejor centro de servicios de la Quebrada. En sus calles se multiplican posadas, restaurantes y peñas folclóricas, además de ser sede privilegiada del Carnaval. Sin apuro, pero a ritmo sostenido, sofistica su bohemio perfil. Desde allí sale la caravana de llamas: un simpático trekking con camélidos cargueros que organiza Santos Manfredi.

6. Iruya

SALTA

Está en Salta, pero se accede desde Jujuy. El camino es una fiesta. Las vistas son impresionantes, sobre todo al atardecer, cuando la luz enciende los colores de los cerros. Y se pone mejor cuando a los 4.000 metros, en el límite con Salta, empieza la bajada de cornisa. Tras varias curvas aparece la imagen de la iglesia amarilla de cúpula celeste con la peña vertical que la enmarca, que parece colgar de los cerros. Ya no está sola: un sinfín de construcciones, a un lado y otro del río, la rodean. Pero no le quitan encanto.

7. San Antonio De Areco

BUENOS AIRES

A sólo 115 km de Capital, es uno de los pueblos que mejor cultiva la tradición. Se mantiene vivo y colmado de emprendedores que adoran su equilibrio entre lo antiguo y las nuevas tendencias. Atrae tanto por su historia, su huella gaucha y pulperías, como por su buena mesa y originales hospedajes. Los talleres de orfebres invitan a admirar el trabajo y talento de plateros; lo mismo pasa con los sogueros, que aún trabajan el cuero con técnicas ancestrales.

8. La Cumbrecita

CÓRDOBA

Las familias de pioneros alemanes veraneaban acá mucho antes de que hubiera asfalto y tantos turistas que hizo falta declarar al sitio “pueblo peatonal”, con playa de estacionamiento. Hay que trepar a pie las colinas de robles y adebules que llevan al arroyo Almbach o subirse al trencito de Peñón del Águila (parque con tirolesa, rappel, comidas y cerveza artesanal). Dos imperdibles: la iglesia diminuta (1967) y las empanaditas de frambuesa de Edelweiss, restaurante a cargo de Beli Mehnert, nieta de la pionera Liesbeth Gitter.

9. San Martín De Los Andes

NEUQUÉN

La arquitectura típica de montaña, la variedad de alojamientos y actividades (se consolida como Capital Nacional del Mountain Bike), la temporada invernal en el cerro Chapelco y los veranos en el lago Lácar, lo convierten en lugar ideal tanto para visitar como para vivir: muchos porteños lo eligieron para instalarse y nunca más se fueron. Al lago se lo puede explorar en una navegación en barco, hasta las playas de Quila Quina o hasta el paso Hua Hum, territorio de selva valdiviana que lleva a la cascada Chachín.

10. San Javier

CÓRDOBA

En este pueblo de Traslasierra todavía se puede dar la vuelta a la plaza en burrito, hay casas de adobe, calles de tierra, fábricas de aceite de oliva y tres bodegas. Son muchos los que rehuyeron de la vida urbana para instalarse en este valle magnético y desarrollar emprendimientos ligados a la naturaleza. Los lugareños y turistas orbitan alrededor del bar de Mario, el supermercado Machín y la tienda Los Olivos, donde Sara Griskan muestra su gran ojo para encontrar las mejores piezas de los artesanos de la zona.




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