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Foto del escritorCharles Gutierré

Las polladas de Pérez


Por Antonio L. Ottaviano Desde Pérez E-mail: antonioottaviano@hotmail.com

La década del sesenta inauguró lo que sería un clásico: LAS POLLADAS DE PéREZ.

En este pequeño terruño, pegadito a la ciudad de Rosario, por esa época ostentaba con orgullo tener a los talleres ferroviarios más grandes de Sudamérica, ser gestora de la Marcha por la Paz en la década del cincuenta y tener una importante porción de tierra, dedicada a la floricultura, hecho la impulsó a ser designada Capital Provincial de la Flor, una década después.


Corrían los años sesenta, todo ocurría en paz y tranquilidad, .nuestro pueblo., como tantos otros en la inmensidad argentina, era de calles de tierra, con zanjas a los costados, chicos jugando en los baldíos, parejas y familias recorriendo los senderos de la plaza, en la característica .vuelta del perro., los vecinos sentados en las veredas compartiendo una rueda de mate y algunos chismes.


Las fiestas patrias, escolares y patronales, engalanadas con la participación de todos los perecinos, con sus mejores pilchas. El ferrocarril era el medio de transporte por excelencia, y en escasa media hora, estábamos en el centro de Rosario. Los adolescentes debíamos trasladarnos a la ciudad para concurrir al colegio secundario, porque solamente teníamos escuelas primarias.


Pero un día, la tranquila siesta pueblerina se vio interrumpida por un nutrido grupo de padres que habían sido citados en el salón parroquial. El objetivo era construir un colegio secundario para subsanar esa falencia. La voluntad era general, el único problema era cómo construirla. Allí surgió la idea salvadora: .hagamos un almuerzo, donde todos colaboremos y con la ganancia vamos formando un fondo para iniciar la obra..

El menú sería pollos a la parrilla con ensaladas y arroz con menudos, a un precio accesible para que pudiera concurrir la familia entera. Así se fueron concretando los primeros almuerzos.


Al frente de este emprendimiento estaba el cura párroco Luís Galante y el padre Julián Carrara, con un ejército de voluntades conformado por hombres y mujeres cercanos a la parroquia, que solamente con la satisfacción de sentirse protagonista del sueño de todos, .tener un colegio secundario., trabajaban denodadamente.


Todo se hacía con mucho entusiasmo: los preparativos, el trabajo en la cocina, la parrilla, la legión de mozos (que al principio eran aficionados y se convirtieron en verdaderos profesionales) y, como broche de oro, la interpretación de la canción de moda de Antonio Prieto la Novia por el cura gordo (el padre Julián Carrara).


Las polladas se fueron transformado en un ícono de Pérez, traspusieron las fronteras y se trasladaron a distintos puntos del país, con comensales que se contaban por miles, estableciendo un verdadero record en este tipo de eventos. Lo que parecía una utopía, con el esfuerzo masivo de un número importante de perecinos (prefiero no identificarlos, porque cada uno desde su función fue fundamental, y fueron tantos que el espacio no me lo permitiría) fue una hermosa realidad. Se concretó la inauguración del Colegio Nuestra Señora de Fátima y luego del Colegio Nuestra Señora de Lujan.


Los que transitamos esa época y concurrimos a algún almuerzo o cena multitudinaria organizada por la parroquia, no podemos olvidar


a LOS POLLEROS DE PEREZ.

Además de los sabrosos pollos a la parrilla, debemos hacer una mención especial al primer plato: ARROZ CON MENUDOS, después de degustarlo, era frecuente escuchar el adjetivo obligado: Riquíiiiisimo. Esto tenía un valor agregado, el merito se potenciaba por prepararse en cantidades industriales (como muestra la fotografía) y conseguir .el punto justo. de la primera a la última porción.

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