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Foto del escritorCharles Gutierré

Laguna de la Niña Encantada: el lugar detrás de la leyenda

Encierra toda una mística. Pero, en esencia, es una laguna de aguas cristalina que provienen de ríos subterráneos. Un punto más para Malargüe.

El departamento más austral de Mendoza es el más rico en atractivos turísticos naturales. Ya hemos explicado varios de ellos como el Pozo de las Ánimas, Las Leñas o Valle Hermoso. Pero en este momento nos ocupa: la Laguna de la Niña Encantada.


Se encuentra a unos 40 kilómetros de la villa cabecera de Malargüe, camino a Las Leñas. Es una pequeña laguna, de sólo 80 metros de diámetro, pero que ofrece una particular belleza. Sus aguas cristalinas, de tono esmeralda, provienen de ríos subterráneos. Se ubica en la zona donde se depositaron rocas y sedimentos del volcán El Infiernillo. Por eso, existe un increíble campo de rocas volcánicas que, al reflejarse en el agua producen formaciones sugestivas que han originado, a través de los años, innumerables leyendas. Se encuentra circundada por una acumulación de restos de lava proveniente de cráteres cercanos. Al producirse erupciones en la antigüedad, el material incandescente se derramó sobre el curso del arroyo que alimenta el espejo de agua, lo cubrió y ocultó su aporte, generando los ríos subterráneos que abastecen la laguna.


La leyenda

La tradición oral cuenta que hace cientos de años, la zona era habitada por un pueblo originario que vivía en paz. Un día, llegaron los Pehuenches con intenciones de invadir y conquistarlos. Los caciques de ambas tribus dialogaron y llegaron a un acuerdo: sus hijos se casarían y, así, ambos pueblos quedarían hermandados.


La hija del cacique del pueblo pacífico se llamaba Elcha, pero no quería casarse con el hijo del cacique de los Pehuenches. Es que, Elcha, estaba enamorada de un joven de su propia tribu. Al no ser aceptados por este amor, ambos jóvenes decidieron huir, corriendo por la montaña y topándose con la laguna. Al ver que no tenían escapatoria, se fundieron en un abrazo y se arrojaron al agua, para morir de amor. Al llegar los perseguidores a la laguna, los caciques de ambas tribus comenzaron a insultar y a maldecir a sus hijos.


Una bruja, se unió a las maldiciones con sus hechizos. Pero en un momento, un violento rayo cayó y alcanzó a la hechicera, petrificándola y convirtiéndola en piedra (hoy se la puede ver en la montaña sobre la laguna).


Desde ese día, la leyenda cuenta que, en las noches de luna llena, la bruja convertida en piedra observa hacia la laguna buscando a la joven pareja enamorada. El reflejo de Elcha se puede contemplar, sabiendo que vivirá eternamente con su amor en la laguna.


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