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La Mujer Maravilla


Enviado por María Luján Sosa Desde Resistencia, Chaco

E-mail: sosa_lujan@hotmail.com

 ¿Ustedes creían que la Mujer Maravilla sólo era un personaje de dibujos animados e historietas?

Nooo. Ella existe y vive en la ciudad de Resistencia, Chaco.

Vive conmigo. Qué envidia, ¿no?


Ella nació aquí, en Resistencia, el 13 de Abril de 1971. Vivió en Buenos Aires y luego pasó buena parte de su infancia y pre-adolescencia en General San Martín, Chaco.

Allí tuvo muchos amigos y buenos recuerdos. Tiene un hermano y una hermana más chicos. Durante las siestas de la niñez, se encerraba con su hermano en la habitación y jugaban. Cuando llegaban al punto en el cual se desentendían, lo hacían en silencio ya que su padre sólo tenía algo así como 3 horas para descansar y salir a trabajar nuevamente.


Con su hermana menor no había mucha química ya que había bastante diferencia de edad. No le daba mucha bolilla porque la pequeña le sacaba sus muñecas, las rayaba con fibras, les cortaba el pelo, les sacaba los ojos… ¡DI-VI-NA! Además, era una ‘buchona’, como decimos los chicos, ¡pero se querían muchísimo! A la edad de 14 años, ella perdió a su ‘todo’, a su padre. Fue una pérdida inmensa para su corta vida.


A partir de ese momento, vinieron los problemas. Su madre se había recibido de docente y nunca había ejercido, pero lo tuvo que hacer, de mañana y tarde.

Mi mamá fue entonces la primera en levantarse a la mañana para despertar a sus hermanos, alistarlos, hacerles el desayuno e ir al colegio. Al mediodía llegaba para cocinar, ayudar en las tareas de la casa y al mismo tiempo, no nos olvidemos que tenía sólo 14 años, hacer sus tareas personales. A la vez procuraba hacerse un tiempo para recrearse con sus amigas Raquel y Paula, y con sus amigos del pueblo.


Pasó el tiempo y, cuando estaba por ingresar a 4to año del secundario, se mudaron a Resistencia, a vivir con su abuela ‘Chunita’, ya que estaba enferma y vivía sola. Con 16 años, recién llegada del pueblo, ingresó al colegio ‘Lino Torres’, a 4to año con orientación ‘docente’ (su hermano hizo lo mismo). Allí hizo muchas amistades, como Maricel, una amiga que pasó muchos años con ella pero que después desapareció por arte de magia.


Allí también sucedió algo más importante: conoció a un chico que le parecía lindo, atractivo. él le propuso ser novios y ella le dio el ’sí’. Linda pareja de enamorados la de ellos dos; él muy celoso y ella muy atractiva. Tantos eran los celos de él que ni mirarla podían porque él les decía ‘¿Se te perdió una igual?’.


Ese mismo año, cuando ella cumplió los 16, se fue al pueblo a visitar a sus amigas y recibió una propuesta: ser la REINA de la comparsa ‘Sapucay’.


Aunque su novio no lo aceptó de entrada, ella lo pensó varias veces (ya que es muy tímida de vez en cuando), y finalmente dio el sí. Llegada la fecha del debut en los corsos sanmartinianos, su novio no obtuvo permiso de sus padres para ir, ya que el pueblo está a 120 kilómetros de Resistencia, era de noche y no había colectivos a altas horas.


Pero, como dice Tanguito, ‘el amor es más fuerte’. En realidad, lo que era más fuerte era el amor de él hacia ella o los tremendos celos de que ella esté liviana de ropas frente a todo un pueblo. él le dijo a sus padres que tenía un asado con amigos, y tomó el primer colectivo que lo llevó hasta San Martín, para luego volverse en el que salía a primera hora de vuelta.


Ella, hermosa, imponente, carismática, simpatiquísima, una verdadera REINA. ¿Saben qué pasó la última noche de corsos? La reina de 16 años se consagró ‘Reina de los corsos de Gral. San Martín’. Para la segunda temporada de corsos ella fue llamada nuevamente para ser la reina de Sapucay, pero esa vez rechazó la propuesta.


Y como si fuera poco -me olvidé de contarles- toda la primaria fue elegida ‘Reina de la Primavera’. Llegó el fin de 5to año y el acto académico.

Llegó a la fiesta de recepción con su novio, con quien iba al mismo curso desde 4to año, y al final de la pasarela, de sorpresa, la recibió su padrino que había llegado de Buenos Aires esa misma tarde para darle la sorpresa. Ellos siguieron siendo novios.


Al año siguiente, en marzo, se dieron cuenta de que ya no eran dos, sino que éramos tres. Tenían que hacerle saber a sus padres de la gran noticia. Pues lo hicieron ambos a la vez, él a sus padres y también a la madre de ella.


Ella sufrió muchas peleas con su madre, pero así y todo siguió adelante. Los padres de él, por su parte, le pidieron qué diga qué pensaban hacer (recordemos que tenían entre 17 y 18 años). Ellos optaron por tenerme y casarse. Llegada la fecha, ella ingresó a la iglesia con mi abuelo paterno. Dieron el ‘Sí, acepto’, y salieron muy contentos a recibir los arroces. Luego, la fiesta continuó en la casa de mis bisabuelos maternos.


Llegó noviembre y yo no salía de la panza de mi mamá. La doctora dio fecha para el 23 de noviembre (casualidad: el cumpleaños de mi papá), pero yo seguía sin salir. Hasta que el 1 de diciembre me sacaron a la fuerza.


Fue por cesárea, tenía una vuelta de cordón umbilical por el cuello, era re peludita y mi piel estaba morada. Tenía los ojos bien abiertos y las uñas larguísimas. Me había pasado una semana de más. Todos estaban muy ansiosos ya que era la primer hija, sobrina y nieta de ambas partes.

No me puedo quejar, me quieren demasiado hasta el día de hoy. Mi mamá se dedicaba a criarme. Pero de muy chiquita fui al jardín materno para que mamá pudiera estudiar para ser maestra. Obviamente, siempre estaban los abuelos, los tíos y ¡mi papá! para cuidarme. ¡él y yo parecíamos dos koalas!

Pasó el tiempo y las cosas ya no fueron como antes.


Mi papá laburaba de todo lo que podía, hasta que se le presentó la oportunidad de poner la primera empresa de remises en Formosa capital. En la familia no fue bien recibida la idea, ya que eso significaba que él tenía que vivir prácticamente allá. él se fue igual. Casi no venía a Resistencia. Mamá quedó embarazada nuevamente y todo se tornó muy denso.


Había una tercera en discordia. él le pidió separarse varias veces, pero luego volvía para estar juntos nuevamente y la dejaba otra vez, sin siquiera importarle el daño que le hacía y más estando embarazada. Pero ella lo perdonaba.


Una vez, estábamos los tres en nuestra habitación en la casa de mis abuelos. Yo tenía tres o cuatro años) estaba sentada en la cama jugando con el pedacito de un cierre de pantalón en la boca. Ellos dos discutían, hasta que me atoré con el cierre. Después de eso mi papá le dijo a mi mamá que quería separarse, y empezaron los gritos y los llantos.

Yo seguía sin entender nada hasta que entró mi abuelita y me sacó de la habitación. Recuerdo que ella me decía que papá y mamá tenían que hablar cosas de grandes, que no me asustara porque estaba todo bien y estaba junto a ella.

En ese momento no entendí mucho, pero recuerdo todo a pesar de la corta edad. Porque las cosas que te marcan, por más que tengas 3 años, quedan bien grabadas en la memoria. Si bien no entendía demasiado, hoy que tengo 18 las entiendo mejor que nadie. Mi mamá sufrió millones pero incondicionalmente la familia de ambos lados estuvo presente siempre, gracias a Dios.


Nació el varón y ella tenía que seguir con su vida, ya que tenía dos criaturas por ver crecer. Así, con las miles de trabas que la vida le puso en su camino, ella siguió adelante. Así, le metió al estudio hasta que se recibió de maestra. Crecimos, mientras ella sufría por criarnos sola. Nos bancó estando enfermos.


Vivíamos en la casa de mi abuela materna con discusiones a toda hora, tristezas, alegrías y más tristezas. Luego, ella conoció a su media naranja, quien la acompaña hasta el día de hoy. Ingresé al secundario, e ingresaron nuevos problemas a la vida de mi mamá.


A la mañana ella trabajaba haciendo suplencias en una escuela, a la siesta lo ayudaba a mi hermano en las tareas escolares y en las mías de vez en cuando. A la tarde se iba al Instituto San Fernando Rey, a estudiar el profesorado de ‘Lengua y Literatura’, para luego volverse sola caminando a la medianoche. A veces se volvía antes para estar con nosotros más tiempo.


Nosotros quedábamos al cuidado de mi abuela materna. Yo me porté muy mal mientras ella estudiaba. Eso fue un golpe muy duro para ella (entre tantos otros), pero sin embargo siguió adelante y en 4 años se recibió de Profesora. Yo hice tantas cosas mal, tantas veces la lastimé a mi madre, que no tengo perdón. Tantas macanas que hice. Y sin embargo ella me perdona una y otra vez.

Hoy vivimos los 3 juntos en una casa que alquilamos. Y cómo olvidarnos de él, de Akin. Es parte de nuestra día a día, es nuestro perro.


Qué inmensa alegría después de tantos años, el poder vivir solos sin depender de nadie. Hace casi 3 años que vivimos solos. Mi mamá ya es maestra titular, pudo agarrar unas horitas como profesora de un polimodal y, como si fuera poco, estudió sola para el examen de vicedirectores de escuelas primarias. ¿Saben qué? Salió bien, aprobó una vez más en su vida. Nunca se cansó de instruirse.

Nunca dijo ‘estoy cansada’ y se quedó ahí esperando que la vida le diera las cosas en bandeja. Ella salió a buscar a la vida, no la vida a ella. Con 2 hijos y todo lo que hizo…


Ella es mi Mujer Maravilla y la de muchas personas más, un ejemplo de que todo se puede, y de que nada está perdido.

Mamá, TE AMO. Esto es para vos y para que todo el mundo sepa lo mucho que hiciste por mi hermano, por mí y por vos misma. Sos mi Mujer Maravilla, sos mi heroína.

Te Ama, tu hija.

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