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Investigadores recrean la "Revolución de las mujeres" de Timbúes, ocurrida en 1875

Carina Trivisonno y Ricardo Celaya desempolvan un acontecimiento minimizado por la historia oficial que tuvo a las vecinas de Colonia Jesús María como grandes protagonistas. Revisión histórica desde una mirada de género.

Carina Trivisonno y Ricardo Celaya, junto a la placa que rememora a la Colonia Jesús María Domingo 15 de Noviembre de 2020 Corría el año 1875. Los habitantes de la recién fundada Colonia Jesús María veían cómo se levantaba el casco urbano: la Plaza del Carmen ya inaugurada, la Municipalidad y la capilla. Pero alguien tenía otros planes. Un hacendado había comprado terrenos a tres kilómetros del lugar, y pretendía que el pueblo se mudara a la zona de su propiedad. No tuvo en cuenta un detalle inédito para la época: el protagonismo de las mujeres que, desconformes y decididas, marcharon en carretas con palos, herramientas y hasta pimienta para arrasar con las ínfulas especulativas del empresario inmobiliario. Fue la “Revolución de las mujeres”. El pueblo nunca llegó a trasladarse y hoy se llama Timbúes.

Este acontecimiento histórico, que ya aparecía en los anales del pueblo como un hecho anecdótico y algo vacío de contenido, ahora es recreado por Carina Trivisonno y Ricardo Celaya, docentes e investigadores que abordaron el tema desde una mirada de género y con la vista puesta en los complejos procesos que llevaron a la conformación territorial de la provincia.


Trivisonno tiene 51 años, es docente y dirige la Escuela N° 90 Franklin Roosevelt, de Rosario, ciudad donde vive pese a que es oriunda de Timbúes. Pero además tiene un postítulo sobre Género y Sexualidades en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, y cursa actualmente una especialización en estudios interdisciplinarios sobre la temática en la misma casa de altos estudios. Celaya, de 33, es profesor de historia, vive en Aldao y trabaja en escuelas del Cordón industrial y portuario.

Hace un año y medio, ambos formaron un equipo de investigación y decidieron encarar la historia de la “Revolución furiosa”, como le llaman, utilizando un término despectivo de la época que buscan resignificar, al alzamiento de las mujeres de Colonia Jesús María. El año pasado hicieron un adelanto público de sus investigaciones, y ahora quieren profundizarlas.

Mucho por indagar Es que todavía queda mucho por saber de aquella revuelta femenina que puso freno a un proyecto descabellado. Por ejemplo, se desconocen las identidades y el paradero final de la Petisa, la Sardeña, la María y una cuarta mujer, supuestas cabecillas de la insurrección, que fueron trasladadas a Rosario y de quienes nunca más se supo nada.

“No sabemos qué pasó con ellas mientras estuvieron presas, quedaron como personajes pintorescos y sin nombre, nominadas como furias para denostarlas, porque las furias eran vistas como seres maléficos. Esa nominación no es casual ni inocente, está hecha deliberadamente, porque en el discurso patriarcal, cuando las mujeres salen al espacio público es porque están locas”, afirma Trivisonno.

“Con Carina detectamos que hay mucho material inédito acerca de Timbúes, antes Colonia Jesús María, muchas historias interesantes que no estaban tan trabajadas. Detectamos hechos históricos de las últimas décadas, cosas ocurridas incluso durante la dictadura, y entre las cosas que investigamos surgió algo mucho más remoto, lo de la Revolución de las mujeres”, cuenta Celaya a La Capital.

La docente, por su parte, asegura que la idea fue “hacer una revisión de un hecho que estaba minimizado en la bibliografía, y hacerlo a partir de categorías de género. Las mujeres, como sujetos históricos y políticos, han sido borradas del discurso oficial y puestas en el lugar de vencidas. Es que las voces que contaron la historia fueron las de los varones, y las mujeres quedaron afuera de esa enunciación”, reflexiona.

El levantamiento Sobre el tema, y después de ahondar en los registros con los que contaban, supieron que el 16 de mayo de 1875, un hombre llamado Valentín Bergamino donó una fracción de terreno con destino a una plaza, a la que bautizó 25 de Mayo, loteó los terrenos circundantes, y movió sus influencias con el objeto de fijar el asiento de la población en las parcelas de su propiedad.

Pero a tres kilómetros del lugar ya existía el poblado, estaban en construcción edificios públicos y había hasta “un proyecto para una estación de trenes”. Esa población “se vería afectada ante a la posibilidad de traslado de los servicios que ya disponía”, cuentan Trivisonno y Celaya.

“En la comuna había una suerte de grieta, algunos se querían quedar, y otros estaban de acuerdo con el traslado. Lo que se percibe es que entre los colonos había cierta resistencia, pero fueron las mujeres las que encabezaron la revuelta”, dice el docente de historia. Y abunda: “Ahí vemos también una tensión entre el ámbito privado y el público. Imaginemos que les están armando el pueblo donde quieren vivir y aparece un tipo que dice que se tienen que trasladar”. Las mujeres, amas de sus casas, fueron entonces las primeras en gritar. ¡Y cómo!

Encabezadas por la María, la Petisa y la Sardeña, más otra vecina de identidad desconocida, entre 80 y 100 mujeres marcharon hacia el nuevo pueblo y arrasaron con todo. Iban en carretas, y además de herramientas manuales, llevaban su “arma química”: pimienta en abundancia para tirarle al que se les cruzara.

Para los autores, fue en el posicionamiento frente al conflicto “donde se jugó la cuestión del género: los hombres, quizás sorprendidos, quizás indiferentes, no parecieron oponerse al proyecto; pero el 27 de octubre por la mañana las mujeres se agolparon en la plaza del Carmen y marcharon”.

Victoriosa, reprimida y olvidada La “revolución” tuvo sus consecuencias. Aunque resultó victoriosa en sus objetivos -el pueblo finalmente no se trasladó- también fue reprimida. La policía de San Lorenzo marchó sobre Colonia Jesús María para detener a las promotoras de semejante insolencia, y el 1° de noviembre, cuando las protestas se incrementaron, intervino el jefe Político de Rosario, Manuel Medina. “Las cabecillas fueron trasladadas a caballo hasta Rosario para comparecer ante el jefe de Policía de esa ciudad”, se lee en el adelanto de la investigación. No se sabe cómo las trataron, ni qué pasó con ellas. Sus destinos pasaron literalmente al olvido, una forma también de hacer desaparecer a los protagonistas de la historia.

Para Celaya, “el tema de la tierra nunca pierde vigencia en Argentina, y vemos que en las colonias ya había proyectos en pugna y tensiones que fueron constitutivas en la creación de los pueblos”.

Ahora, Trivisonno y Celaya quieren seguir investigando. La pandemia los obligó a detener un poco sus indagaciones, hay archivos por consultar, identidades que aún no están esclarecidas y otras piezas importantes que les ayudarán a terminar de armar el rompecabezas. Pero el primer paso está dado, y analizado desde una perspectiva hasta el momento no tenida en cuenta por quienes estudiaron en su momento la historia de Timbúes. “Revolución furiosa. Mujeres: resistencias y territorios”, aborda con un lenguaje más académico y analítico este hecho histórico del que poco y casi nada se conoce en la región.

Para la especialista en género y sexualidades, éste es sólo el principio. “Con Ricardo formamos un equipo para desenterrar unos cuantos acontecimientos sobre la historia de Timbúes. Hay que entender que hoy, la historia del pueblo se estudia en las escuelas de un libro escrito en 1974, cuya fuente principal es otro de 1933. Hay muchas cosas para desentrañar. Esta es la primera, pero tiene que ver con un corpus que incluye otros acontecimientos. En lo personal, esto se relaciona con la producción de conocimientos que he desarrollado en mi tarea docente. Esta es una salida al espacio público, aplicando conceptos y categorías que aprendí estos años”.

Ahora sí, señoras y señores, pasen y lean la historia narrada y analizada por los investigadores:

https://www.lacapital.com.ar/la-region/investigadores-recrean-la-revolucion-las-mujeres-timbues-ocurrida-1875-n2623607.html

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