El Salvador será un cementerio museo: la enseñanza urgente de nuestros muertos
El nuevo proyecto de Dante Taparelli, secretario de Cultura de Rosario, es crear un “Museo de las Memorias”. Rescatar y compartir los mensajes de las generaciones pasadas grabadas en el arte funerario. ¿Y si el antídoto a la violencia y los vínculos quebrados se esconde en el camposanto? Crónica y fotogalería
Son las tres de la tarde y Dante Taparelli está solo en el cementerio El Salvador. Mira –más que mirar se pierde en– las fotos de los muertos que conforman el mural Memorabilia. Se detiene en la escultura que recuerda la tragedia de dos jóvenes que murieron ahogados en el Remanso Valerio mientras cazaban patos. Las alas de las aves que aluden a ese final en el arte funerario se funden con la cara de la madre de ellos. Esa segunda figura fue insertada años más tarde sobre el trabajo original y las plumas de fondo la convierten a ella en un ángel inesperado. Dante está inmóvil ante esos detalles. Pasan los segundos y no gira, no da margen para el saludo y el trance se corta de golpe.
–Hola Dante.
–¡Ay, la puta madre!
Un testigo casual del encuentro de Rosario3 con el secretario de Cultura municipal podría concluir que el susto de ese hombre de 65 años es por el contexto, por las lápidas, por la necrópolis. Pero Dante está lejos de tener miedo. Con una campera azul manchada y un pantalón gris, más parecido a un empleado del lugar (como por ejemplo al viejo poeta sepulturero Antonio Montesanto) que a un funcionario, confiesa que ama a este cementerio. Dice que le da paz, que pasaría el resto de sus días recorriendo las tumbas, leyendo el legado de las generaciones pasadas para contárselo a los de su tiempo. “Porque el mensaje de las obras no es para los muertos, es para los vivos. Hablan de cómo vivir: los vínculos, la solidaridad, el amor. Las viejas generaciones dejaron esto para nosotros y no sabemos leerlo”, explica.
El secretario se detiene en ese punto porque está convencido que acá, en estos pasillos que para algunos son tétricos, se esconde el antídoto a la violencia que sufre la ciudad. Habla de Rosario como un hilo que se rompió y reanudarlo es reconstruir los vínculos desde abajo.
Parece una idea lejana pero es el espíritu de su último proyecto que ya está en marcha: “El Salvador como un cementerio museo, un espacio abierto, el Museo de las Memorias”. El primer paso será habilitar el galpón que está detrás de Memorabilia, al fondo del Paseo de los Ilustres. Hace un mes fueron trasladados a ese lugar especial los restos del soldado de Malvinas olvidado Felipe Gallo (en un acto emotivo y sanador). En el galpón funcionará un taller para restaurar las más de 70 obras que la Municiplidad recuperó de panteones abandonados. Muchas de ellas son de los famosos escultores Fontana y Scarabelli (y de mucho valor). Pero el “Museo de las Memorias” no se detendrá solo en las familias de grandes panteones, en las personalidades, sino en los que levantaron a Rosario con sus manos. “Los que colocaron los primeros adoquines, el almacenero de la vuelta; los que nacieron, se emborracharon, se enamoraron, tuvieron hijos o no y después se fueron”, resume. El Salvador como un lugar de encuentro entre generaciones, de sanación del presente. La memoria de todos nuestros muertos.
El inicio
La relación de Taparelli con El Salvador empezó hace más de 20 años. El entonces intendente Miguel Lifschitz lo llamó preocupado por el estado del Paseo de los Ilustres. –Sí Miguel, está muy feo. –Por eso te llamo –le dijo Lifschitz y después le bajó dos líneas que marcaron su quehacer en la gestión desde el Estado– Ponele un poco de onda Dante y mirá que no hay un mango. “Entonces hice un recorrido y rescaté unos copones y unos ángeles. Empezamos a armar este lugar que pone en escena a las personas que han sido importantes para el desarrollo de la sociedad rosarina y en fechas determinadas se les hace un homenaje”, recuerda Dante sentado en uno de los bancos de ese rincón de la necrópolis de once hectáreas fundada en 1856.
Después del Paseo de los Ilustres, llegó la creación de Memorabilia en 2006: un mural con las fotos de los ciudadanos anónimos rescatadas del depósito. Cada tanto alguien descubre que un familiar suyo está ahí. Un día Dante sintió un olor hermoso y extraño. No eran flores. No sabía de dónde venía hasta que vio a un hombre. Había descubierto la foto de su mujer fallecida y cuando la visitaba le ponía un poco del perfume que ella había dejado al partir.
El diálogo con Taparelli transcurre al lado de un ángel con flores. Debajo están las cenizas de su madre. Cuando ella murió, él no sabía qué hacer, no quería o no podía tirarlas. Las dejó en El Salvador. “Me llaman los compañeros y me dicen: «Dante hemos cometido un pecado. Hablamos con la directora y pusimos a tu mamá ahí abajo del ángel que rescataste vos» Yo les dije que estaban locos, que esto era para ilustres. «Ah, sí, pero según lo que vos contaste, y todos los demás coincidieron, ella era ilustrada o sea que le corresponde el lugar»”.
Su madre, dice, era escultora y le enseñó “el poder sanador del arte y de la belleza”. Él le contó esta historia a las 25 mil personas que participaron de las visitas guiadas que hizo por 14 años. Entonces al ángel nunca le faltan flores.
“ Este 2022 festejaremos el Día de los Muertos. Una serie de cosas para amigar a la sociedad, no con la muerte, sino con las vidas”
De todo eso está hecho el vínculo de Dante con este cementerio y sus lecciones. Pasaron los años y ahora es secretario de Cultura. Este 2022 instalará el festejo del Día de los Muertos con conciertos, poesía, visitas guiadas, un carrito con flores y café. “Una serie de cosas para amigar a la sociedad, no con la muerte, sino con las vidas. Este nosotros es lo que ellos hicieron”, define.
Pero el proyecto que lo entusiasma y conmueve es hacer de El Salvador un gran cementerio museo a cielo abierto. Dice que el de la Recoleta de Buenos Aires tiene a los próceres pero el rosarino lo supera en cantidad y variedad de arte funerario. Hay más de 30 mil tumbas frenta al Parque Independencia. Su plan no se reduce a un paseo para turistas.
Museo de las Memorias
"Vamos elevar al cementerio al rango de museo. Por primera vez en 160 años todo el patrimonio pasará a preservarlo la Secretaría de Cultura", anticipa Dante y enumera convenios con la UNR, la Escuela de Museología y la Cámara de la Construcción para contar con especialistas y mano de obra de albañilería, entre muchas ayudas para montar un Salón de Usos Múltiples (SUM) dentro del cementerio. Imagina la recepción en uno de los panteones del ingreso: el de Camilo Aldao, abandonado hace tiempo. "Será nuestra meca de Cultura", señala. “A lo largo de las generaciones de rosarinos, los inmigrantes, dejaron testimonios inenarrables en cuanto a la calidad artística y simbólica. Y eso no puede quedar en manos de la nada, de los robos y la depredación”, dice y cuenta que el intendente Pablo Javkin “se emocionó muchísimo en la visita que hicimos este año” y hasta le sugirió la frase para el museo naciente: “Rosario a su pueblo”.
“Los panteones hablan de empatía, de generosidad, del compartir las vidas vividas. Son mensajes que nos han dejado”
“Es un proyecto que tengo hace muchos años y es la primera vez que me dan pelota. Para restaurar un cementerio católico, me lo tuvo que autorizar un judío”, valora. La Municipalidad toma posesión de los panteones después de tres exhortos que les manda a los familiares por deuda acumulada: “La mayoría del patrimonio está abandonado, son unos 70”.
“Pretendo que el cementerio se transforme en una gran enciclopedia de cultura, porque todo lo que hay acá dice mucho y dice lo que necesitamos escuchar en este estadío de la sociedad. Los panteones hablan de empatía, de generosidad, del compartir las vidas vividas. Son mensajes que nos han dejado”, agrega el funcionario que se define como un despelotado que trabaja con el alma de la gente y cumple su cometido.
Dante camina entre los pasillos. Se escandaliza por las placas robadas, las tumbas rotas. Se pregunta si corresponde cortar un arbusto que creció porque se nutre de los huesos de los que no están (o de los que volvieron en ese vegetal). Lee esculturas.
Se vuelve a fascinar con una guarda de candelabros de fines del 1800 que representan la luz. Posa con la mujer que se aferra a una tumba, a su dolor, mientras una figura le dice que mire hacia adelante, que suelte. También diferencia la obra de origen masón que sugiere sexo y pasiones del ángel católico que cuida un cadáver: “O sea, un velorio para siempre”. Y se entusiasma: “Esto será como una catedral”.
Hacerle el amor a los ancestros
Ese idioma del arte contiene “mensajes que los dejaron para la posteridad y nosotros somos la posteridad; tenemos que leerlo”. Se trata para Dante de un cúmulo de “herramientas” que se necesitan de forma urgente en la Rosario acribillada de hoy: “Yo quiero que mis sobrinos vivan, no que los mate un resentido”. “Hay que volver a atar los hilos de la sociedad”, propone. Menciona las microplazas como ejemplos de sanación comunitaria en donde los vecinos “se vuelvan a hablar y uno se hace responsable del lugar público”. “Una herramienta da esperanza y una certeza. Certeza porque sé que con una pala puedo hacer un pozo”, grafica.
Otro ejemplo para cambiar cabezas son las bibliotecas que ya empezaron a conformar en las cárceles, incluso a pedido de algunos presos. “Ya tenemos 3.000 libros juntados. Podemos sanar esas mentes doloridas para preparar la salida de esos presos, si queremos corregir hay que corregir en el origen”, asegura.
El secretario de Cultura analiza que “en el mundo de los dealers y soldaditos narcos no hay nada porque no tienen nada, entonces lo primero es llenarlos de valores y después vamos por lo otro”.
¿Por qué no escuchamos a nuestros fantasmas que nos hablan en idioma de mármol, de arte, en eternidad”?
Aunque es difícil de proyectar sin un cambio de la matriz de desigualdades (económicas, sociales, judiciales), Dante avanza en su área. Piensa en visitas de escuelas al futuro cementerio museo para extender esas enseñanzas: “No hacemos una reflexión como sociedad. ¿Por qué no escuchamos a nuestros fantasmas que nos hablan en idioma de mármol, de arte, en eternidad?”. Recalca que no son expresiones de deseo, son políticas públicas de sanación en marcha. Y cierra con una invitación atípica: “El verdadero ser, la vida, está entre los muertos, nosotros estamos hechos de muertos, nuestro pensamiento, la ciudad. Estamos muertos, es una cuestión de tiempo. ¿Cómo valoramos la vida? Así, dándote cuenta que es un préstamo y que si te distraés, la perdés. Por eso invito a la sociedad a hacerle el amor a sus ancestros". La entrevista completa y los detalles del nuevo proyecto se pueden escuchar en la nueva edición del podcast de Rosario3 “Desde la Redacción”, que se publica todos los domingos a la mañana.
Por RICARDO ROBINS
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