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Foto del escritorCharles Gutierré

Caviahue, el encanto de un pueblo fantasma

Quizás no “suene” este nombre en la cabeza de muchos. Es que hace recién 20 años, en 1986, se funda el pueblo de Caviahue, nombre que en lengua mapuche significa “lugar de encuentro, fiestas o reunión”. Este singular paraje, ubicado a 370 Km. de la ciudad de Neuquén, se erige al pié del volcán Copahue, a 1.900 metros de altura, y sorprende por donde se lo mire.

El paisaje de Caviahue nos recibe con un silencio y una belleza que compensan con creces las largas horas de viaje, si no tuviste la suerte de acercarte por vía aérea. Araucarias y pehuenes en cantidad pueblan las calles, rodean los lagos, visten las montañas. Ese silencio es sólo perturbado por las cordiales charlas entre los lugareños (unas 500 personas) que cada vez que se ven, se saludan, charlan, en un lugar donde los relojes y las puertas con llaves son “extrañas criaturas” y la puesta de sol (¡muy pero muy tarde en primavera-verano!) da una noción de tiempo que corre lentamente, cansino, sin prisa... Cualquier estación es buena para visitarlo, y, al no ser aficionada a los deportes de nieve, lo visité en primavera-verano en ambas ocasiones. A pesar de eso, el clima es variable, y pueden tocar aun en los meses más cálidos días de acogedor sol (¡qué con la altura quema mucho más!) o de hermosas nevadas. Por lo tanto, bronceador, gorro, borcegos, campera abrigada, gafas y muchas ganas de caminar son los ítems indispensables para recorrer Caviahue. Con suerte, también caerá la nieve en el pueblo (en septiembre pasado me llegaba hasta la rodilla al caminar por las callecitas) por lo que ropa de ski siempre viene bien, sea la época del año que sea...

Para comenzar el recorrido nada mejor que mirarse al espejo, es decir, acercarse al Lago Caviahue, conocido como el “Lago Espejo” ya que debido a la gran cantidad de azufre que hay en el agua, las casitas tan características del lugar con sus techos verdes se reflejan como si fuera una pintura fiel, una fotografía... En época invernal el centro de Ski (que regentea el principado de Andorra) es cita obligada. Sin embargo, hay mucho por hacer aun los meses que el cerro cierra (entre junio y septiembre el ski está en su apogeo). El Salto del Agrio, con sus 70 metros de altura, es una cita obligada. La grandilocuencia del agua cayendo me lleva a rememorar alguna visita a las Cataratas, allá lejos y hace tiempo...

Como no escatima este pueblo en formaciones naturales, también tenemos por recorrer el camino de las 7 cascadas... andá con tiempo, una mañana o una tarde entera, llevá provisiones de bebida y comida y a disfrutar de un día único en la montaña... En cualquier momento podés recostarte sobre las rocas, sintiendo el estridente ruido del agua rompiendo sobre las mismas, te aseguro que tu cabeza quedará en blanco por un tiempo indeterminado. Siete cascadas, ánimos, que seguir subiendo hasta la ultima es difícil pero no imposible... y la bajada es mucho más fácil. Al estar arriba, me dice un lugareño, te separan sólo unos poquitos kilómetros de Chile, uno realmente se siente a unos pasos del país trasandino. “El Infiernillo”, como le dicen los habitantes del pueblo, también es digno de un stop. En una vieja base militar funcionan unas termas abandonadas, y, si bien, tenemos las termas de Copahue a pocos kilómetros, estas son “gratis” y tienen el encanto de lo prohibido, de estar en un paraje abandonado. En pequeños cuartos podés entregarte a las sesiones de “sauna”.

Cuesta un poco que el cuerpo se acostumbre a ese vapor y a la elevada temperatura, pero cuando pasás las primeras sudoraciones, empezás a disfrutar y todo parece “destaparse”. Para seguirla, sumergite en los baños de barro y tu cutis quedará de porcelana. Del piso (¡que brushe!) brota lava, y ofrece un espectáculo que llama la atención. Toalla, a limpiarse con agua el lodo, y a seguir para la “Laguna Escondida”.

Esta se halla en la cima de una montaña, y su belleza, indescriptible, por cierto, de seguro los dejara atónitos. Después de una empinada subida (igualmente inexpertos en trekking como yo pudieron hacerlo) accedés a un espectáculo único para tus ojos. La laguna escondida es sin dudas uno de esos sitios que elegirían los popes de Hollywood para filmar “esa” escena en una laguna de ensueño en cualquier superproducción... No esperen de Caviahue las tiendas de souvenir, los grandes restaurantes, aquí, nada huele a dinero y los comercios brillan por su ausencia. Para disfrutar de la naturaleza, no hay distinción de billeteras, y eso aquí se nota...

Sin embargo, en los últimos años, este paraje con aire a “desierto” ha sido descubierto por inversores que están construyendo gran cantidad de sitios para hospedaje, galerías comerciales, y otros emprendimientos, que seguramente cambiarán la esencia de Caviahue en unos años... mejor descubrirla ahora, con ese aire de “virginidad” que ostenta, y que tan bien nos hace a los que queremos huir por unos días de la ciudad y todo lo que la rodea. “Cuando cae la tarde, y se oculta el sol, todas las montañas, cambian de color, y una estrella solitaria, brilla para mí ” dice una canción de Suarez... que no paraba de sonar en mi mente, los cuatro días en los que recorrí Caviahue... Texto y fotografía: Natalia Berninzoni | LatinBackpackers 2006

Publicado por Charles Francis en 13:49:00

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