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Foto del escritorCharles Gutierré

Bernardo de Monteagudo (1785-1825)


Nacido en Tucumán y muerto asesinado en Lima.

Intelectual revolucionario, líder político, administrador, abogado y juez. Colaborador de San Martín y Bolívar en las guerras de la independencia Americana.


Figura polémica, infundió el respeto y la admiración de muchos por sus ideas revolucionarias, su elocuencia en expresarlos y su habilidad administrativa para llevarlos a la práctica, pero suscitó el odio implacable de otros debido a su severidad doctrinaria y la turbulencia de su vida personal.


Monteagudo cursó sus estudios de abogacía en las universidades de Córdoba y Chuquisaca.

Ingresó en la vida política como paladín de la revuelta de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1809.

En su viaje de regreso a la Argentina, incitó con fervor a los líderes patriotas de Jujuy y otras partes del noroeste a pronunciarse contra la junta de Sevilla, en España. Llegó a Buenos Aires a tiempo para participar en la Revolución de Mayo.


Acompañó al ejército al Alto Perú, en carácter de auditor de guerra y pasó a ser secretario de Juan José Castelli y luego de la derrota del ejército patriota en Huaqui el 20 de junio de 1811 regresó a Buenos Aires, donde se convirtió en ídolo de los jóvenes patriotas porteños merced a sus apasionados escritos revolucionarios.


Como uno de los redactores de la Careta de Buenos Ayres, Monteagudo denunció o apoyó vigorosamente diversas acciones de gobierno, de acuerdo con sus propias convicciones y ejerció considerable poder político.


Fue miembro activo de la Asamblea del Año 1813 y en 1815 apoyó firmemente a Alvear como director, pero la caída del gobierno de este último envió a Monteagudo al exilio en Europa durante dos años. De regreso a la Argentina en 1817, Monteagudo sé encaminó hacia Mendoza y Chile, donde San Martín, sin dilación, lo hizo auditor de su ejército.


Por el resto de su vida estuvo vinculado a las guerras de la independencia de Chile y Perú, a excepción de un breve período, en 1818.


Después de la derrota de Cancha Rayada, cuando de vuelta en Mendoza, desempeñó un papel clave en el juicio y ejecución de los hermanos Carrera, y otro lapso en 1819 cuando, viviendo en San Luis, tuvo a su cargo el proceso de los prisioneros realistas comprometidos en la conspiración.


En 1820 ocupó su tiempo en redactar proclamas revolucionarias, hasta que acompañó al ejército de San Martín, nuevamente en carácter de auditor, al Penú y se hizo allí uno de los más íntimos colaboradores del Libertador, especialmente en la misión de establecer el nuevo gobierno revolucionario, desempeñándose primero como ministro de Guerra y Marina y luego como ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. San Martín lo dejó a cargo del gobierno cuando se embarcó para Guayaquil a fin de concretar su entrevista con Bolívar, pero los peruanos lo depusieron el 25 de julio, principalmente por razones personales, y se trasladó a Guayaquil; más tarde (1824) Bolívar reconoció las virtudes de Monteagudo y sus conocimientos de los asuntos peruanos, y lo llevó de vuelta a Perú bajo su protección, como asesor. Al año siguiente fue asesinado en Lima.


Los escritos de Monteagudo lo señalan como un visionario revolucionario a la vez que como un jacobino doctrinario. En el primer período que siguió a la Revolución de Mayo perteneció al grupo morenista y poco después se unió a muchos de éstos en demanda de reformas y cambios revolucionarios, incluso, a costa de establecer un caudillo o dictador en el poder, de ser necesario. Su implacabilidad y rigidez de principios quedaron de manifiesto en su apasionada defensa de las ejecuciones ordenadas por Castelli, de Santiago de Liniers y otros líderes de la conspiración de Córdoba (1811) y sus propias acciones similares con respecto a los cabecillas de la revuelta de Alzaga y los hermanos Carrera. La amplitud de su visión, por otra parte, se revela por el hecho de que él fue uno de los únicos líderes de la independencia Argentina que propugnó una federación de las nuevas naciones de la América española. Asistió a Bolívar en el trazado de planes para el Congreso Americano que hubo de celebrarse en Panamá antes de su muerte.

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