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Foto del escritorCharles Gutierré

Albarellos, una cuna de productores


Esta localidad


ubicada al suroeste


de Rosario cuenta


con un pasado pleno


de tradiciones


Albarellos.— Ubicada a 45 kilómetros al suroeste de Rosario, a un kilómetro de la ruta 26-S y dentro del departamento homónimo, la tranquila y pintoresca localidad agraria de Albarellos reúne a 400 habitantes orgullosos de su pueblo y su historia. Las poco más de 7.000 hectáreas de su distrito están siempre cubiertas de soja, lentejas, arvejas, maíz y trigo y el casco urbano ocupa unas 14 cuadras.


En sus orígenes se llamó Esteban Dell’ Elce por su fundador, un acopiador de cereales y agricultor que en 1912 inició el trazado del poblado, y pasó a tener su actual nombre cuando se levantó la estación Albarellos del ferrocarril Central Córdoba. En 1933 se constituyó su primera comisión de fomento. Su patrona es Nuestra Señora de Luján.


Aproximadamente hacia 1850, la zona aún estaba habitada por aborígenes; más tarde, unas pocas familias inmigrantes le dieron vida al pueblo y luego llegaron más italianos, españoles y de otros países europeos que con su amor a la tierra, esfuerzo y tesón crearon su porvenir y un bienestar para sus familias.


Con el progreso, se fueron organizando y creando las distintas instituciones; entre ellas el club Sportivo Albarellos, organizador de las famosas carreras cuadreras, la capilla construida en 1970, el Samco y la cooperativa de electricidad, inaugurada por el gobernador Sylvestre Begnis la noche del 17 de marzo de 1958 y cuyos servicios hoy fueron sustituidos por la Empresa Provincial de la Energía.


El único servicio telefónico con que contaba el poblado era una cabina pública instalada en el club y dos líneas particulares dependientes de la central de Coronel Bogado. En la actualidad cuenta con central automática y también internet de banda ancha.

Primera escuela. La primera escuela estaba en la casa de la familia Horvat y más tarde fue trasladada al campo Surini. En forma paralela funcionaba la escuela fiscal en la propiedad de la familia D’Onofrio. Durante el gobierno de J. B. Molina se construyó el edificio propio que hoy ocupa como Escuela Fiscal N� 87 Juan Pascual Pringles. Sus aulas llegaron a albergar a más de 170 alumnos en dos turnos, pero la constante inmigración de habitantes hace que en la fecha sean sólo 50.


En 1980 se concreta el acceso pavimentado a la ruta provincial 26-S, dos años después se hizo el escoriado de las calles y en 1997 se concretó la obra de agua potable.


El ex secretario comunal Ricardo Sarachini recordó que en 1984 se llamó a licitación para construir el tramo que uniría a Albarellos con la autopista General Aramburu, de la que está separada por apenas 13 kilómetros.


“Se presentaron 10 firmas oferentes y faltando solamente la adjudicación de la obra, cuando asumió el gobernador Vernet anuló la tarea programada”, indicó Sarachini.


Hoy, para acceder a la autopista Rosario-Buenos Aires, sus pobladores deben efectuar un recorrido de 60 kilómetros.


Trenes y crecimiento. La inauguración del paso del ferrocarril se produjo entre 1904 y 1906 y en su construcción trabajaron todos los habitantes del pueblo. Las vías fueron el despertar del progreso, ya que por sus rieles se transportaba la producción agropecuaria de toda la zona, los pasajeros, la correspondencia y los viajantes que traían su mercadería.


Luego comenzaron a circular los ómnibus que desplazaron a los trenes. En la actualidad no existe ninguno de ambos servicios. Albarellos tuvo su propio Juzgado de Paz pero los gobiernos militares lo cerraron y pasó a depender de Coronel Bogado.


El primer correo funcionó en la casa del fundador del pueblo, luego en el almacén de ramos generales de D’Onofrio Hermanos y hoy existe una unidad postal en la comuna. Sus antiguos pobladores recuerdan que la estación debió ser reinstalada porque en el terreno existía una pendiente que impedía la detención de los trenes. Hoy el edificio funciona como Casa de la Cultura con diversas actividades.

Viejos negocios, competencias y personajes para una historia

El primer almacén de ramos generales del pueblo fue Casa Dell’Elce donde además se acopiaban cereales; luego surgió Casa Nannini, más tarde la primera panadería de la familia Ferrary y había en los campos vecinos negocios que vendían alimentos, pero además funcionaban como pulperías y eran sitios de recreación para los trabajadores y agricultores.


En 1912 los hermanos D’Onofrio abrieron su negocio en la esquina de Comercio y Rosario e instalaron el primer surtidor de nafta que, con más infraestructura, sigue existiendo.


Es el único almacén de aquellos lejanos tiempos que perdura hoy como ferretería atendida por Edgardo y Edda, sus herederos. En su interior conserva uno de esos antiguos surtidores, toda una pieza de museo.


Otro de los ramos generales y carnicería de aquella época fue el de don Domingo Alonso y la panadería de don Scarini, con tienda incorporada. El poblado llegó a tener unos 2.000 habitantes en los años 50.


“Donde mirabas había chacras, había más movimiento. Antes, la cosecha requería mucha mano de obra y venía gente de Santiago del Estero, Entre Ríos, Tucumán y de otras provincias”, recordó Daniel Leone, bisnieto del fundador, que agregó que “las calles se llenaban de sulkys”.


“Era una zona de pequeños productores o arrendatarios con pocas hectáreas, por eso había mucha gente en los campos; luego por razones de trabajo y el auge de las fábricas, los hijos de esa gente se fueron trasladando a otros lugares y los campos se fueron concentrando en menos productores”, detalló el presidente comunal, Juan Angel Casanova.


Hijo campeón del pueblo. Chela Giusti, la mamá de Ricardo, que integró el plantel de la selección nacional de fútbol campeona en el Mundial de México de 1986, recuerda la fiesta que hubo cuando el futbolista regresó. “La gente nos fue a esperar a Coronel Bogado, habían venido de toda la zona”.


Ricardo “empezó en Newell’s Old Boys y al cumplir los 17 años se fue a Buenos Aires y jugó en Argentino Juniors e Independiente. Terminó su carrera en Unión de Santa Fe. Estudiaba el secundario en Bogado y cuando salía, se iba en el colectivo a practicar a Rosario”, comentó Chela con orgullo.


Las carreras cuadreras. Las reuniones hípicas en Albarellos fueron únicas. Quien las recuerda como si se hubieran corrido ayer es Roberto Horvat, un descendiente de yugoslavos que estuvo a cargo del bufé del club Sportivo por 29 años.


En el predio corrían los pingos sobre una pista de 450 metros y todos los fines de semana se reunían aficionados de la zona y provincias vecinas. Entre 1963 y 1993, Albarellos fue el epicentro de apuestas que se armaban en el momento. “Buscaban a un tercero encargado de tener el dinero y más de una vez alguno se fue con la plata”, aseguró el bufetero.


El jockey local Jorge Miranda también formó parte de los últimos años de esas competencias que, dicen, se terminaron por la presión que ejerció el Hipódromo de Rosario.


Delcia Karamoschon l La Capital l Miércoles 14 de mayo de 2008

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