Otro de los acontecimientos que demuestra la influencia de las enfermedades sobre la Historia es la Plaga de Atenas del año 430 a.C. El Imperio ateniense se encontraba en su época dorada. Dentro de sus logros se encuentra la derrota del poderoso rey persa Darío en los combates terrestres de Maratón y Platea y en la batalla naval de Salamina.
Durante el reinado de Pendes (desde 462 a. C) (2), los templos de Atenas y la Sala de los Ministerios de Eleusis, destruidos por los persas, fueron restaurados por un arquitecto latino (también constructor del Partenón) y el escultor Fidias.
Esta época de esplendor se caracterizó por su brevedad, ya que en el año 431 a. C comenzaron las guerras del Peloponeso entre las dos ciudades-Estado más fuertes: Atenas y Esparta. Esta última poseía un gran ejército pero carecía de flota; en cambio, Atenas había desarrollado un poder marítimo que le permitía contar con una flota muy poderosa —aunque un ejército débil— y murallas prácticamente inexpugnables. En este sentido, Atenas no podía ser atacada por tierra ni tendría que someterse a nadie por falta de alimento. Sin embargo, su política defensiva de protegerse dentro de sus muros resultó poco favorable, pues en el 430 a.C. una plaga asoló la ciudad, que se hallaba superpoblada.
Se estima que la plaga comenzó en Etiopía y desde allí se expandió hacia Egipto, cruzando el Mediterráneo hacia el puerto de El Pireo y Atenas. No obstante, esta epidemia no duró mucho tiempo; pero con tanta gente encerrada en la ciudad, hubo gran cantidad de muertos, tal vez uno o dos tercios de la población.
El quebranto moral de los habitantes fue demoledor; hecho que no nos sorprende, pues es un rasgo común en las grandes epidemias. El historiador griego Tucídides dejó un relato terrible de esa época de los atenienses: ...el miedo a los dioses y a la ley del hombre no los contenía, pensaron que era lo mismo adorar o no a sus dioses ya que toda la gente moría; y en cuanto a la ley, no creían que nadie sobreviviera para juzgarlos”. Hasta los ciudadanos más ejemplares, según los relatos, se volvieron glotones, alcohólicos y licenciosos.
Cuando parecía que la plaga había disminuido, Pendes envió una poderosa flota para apoderarse de Plotidea, bastión sostenido por los espartanos; pero apenas izaron velas, la plaga irrumpió de tal modo que debieron regresar.
Atravesaron una situación similar cuando Pendes dirigió su flota a Epidauro, ‘pues la peste no sólo se llevó a sus propios hombres sino a todos los que tuvieron contacto con ellos”. Se estima que Pendes también se contagió y murió por esa causa en el año 429 a. C.
En realidad la naturaleza de esta plaga es desconocida, ni siquiera se encuentra alguna mención clara en los escritos de la época. En este sentido, Hipócrates no parece dar ninguna explicación en referencia a esta peste. Por otra parte, Tucidides, la describe como una brusca aparición de fiebre alta, sed intensa, lengua y garganta sangrantes; la piel del cuerpo, roja y amoratada, estallaba en pústulas y úlceras. Lo que se recoge de las fuentes es que afectó a todo el cuerpo social y que los médicos se encontraban impotentes, incluso ellos mismos sucumbieron en gran número.
Las investigaciones sostienen que esta fiebre era una forma maligna de escarlatina, que representó la primera aparición de la enfermedad en las costas del Mediterráneo, de allí se explica su carácter letal. Otras posibilidades son el tifus, la viruela y el sarampión, o alguna otra enfermedad desconocida que desapareció hace mucho tiempo. No obstante, cualquiera haya sido la naturaleza de esta infección, debió de provenir de otro lugar. Sumado a ello, la peste adopto un carácter explosivo y la celeridad del contagio impidió que las personas desarrollaran cierta inmunidad. Los sobrevivientes, a través de la recurrencia de la epidemia, fueron generando cada vez una mayor resistencia y así la peste, progresivamente, se volvió menos severa.
Una de las causas de la caida del Imperio sin lugar a dudas fue la plaga. Debido a la mortandad, la desmoralización del pueblo y, sobre todo, a causa de la destrucción de su poderio naval, Atenas no pudo darle un golpe decisivo a Esparta. La guerra continuó durante veintisiete años y terminó con la rendición; Atenas perdió su armada y todas las posesiones en el extranjero. Sus murallas fueron demolidas por completo, aunque, por fortuna para la posteridad, la ciudad y su cultura permanecieron intactas.
(2)Bajo el mando de Pendes, la supremacía de Atenas, convertida en un centro para la literatura y el arte, despertó los celos de otras ciudades-Estado griegas, que temían el proyecto hegemónico de Pendes. La separación de la ciudad de Plotidea de la Liga Ateniense desató la guerra con Esparta, que se extendió entre el 431 y el 404 a.C. Después de que estalló la peste en la ciudad, Pendes fue destituido, juzgado y multado por malversación de fondos públicos; luego fue reelegido estratega pero murió ese mismo año.
(2)Bajo el mando de Pendes, la supremacía de Atenas, convertida en un centro para la literatura y el arte, despertó los celos de otras ciudades-Estado griegas, que temían el proyecto hegemónico de Pendes. La separación de la ciudad de Plotidea de la Liga Ateniense desató la guerra con Esparta, que se extendió entre el 431 y el 404 a.C. Después de que estalló la peste en la ciudad, Pendes fue destituido, juzgado y multado por malversación de fondos públicos; luego fue reelegido estratega pero murió ese mismo año.
La peste en Atenas
Al comienzo del verano siguiente los peloponesos y sus aliados entraron otra ven en territorio del Ática [. . .] y habiendo establecido su campo, robaban y talaban la tierra. Pocos días después sobrevino a los atenienses una epidemia muy grande. Jamás se vio en parte alguna del mundo tan grande pestilencia, ni que tanta gente matase. Los médicos no acertaban el remedio. No aprovechaba el arte humana, ni los votos ni plegarias en los templos, ni adivinaciones ni otros medios, de que usaban, porque en efecto valían muy poco; y vencidos del mal, se dejaban morir.
Comenzó esta epidemia (según dicen) primero en tierras de Etiopía, que-están en lo alto de Egipto, y después descendió a Egipto y a Libia, se extendió largamente por las tierras y señoríos del rey de Persia y de allí entró en la ciudad de Atenas, y comenzó en Pireo [. . .] Poco después invadió la ciudad alta, y de allí se esparció por todas partes, muriendo muchos más [. . .] Además de la epidemia, apremiaba a los ciudadanos la molestia y pesadumbre por la gran cantidad y diversidad de bienes muebles y efectos que habían metido en la ciudad los que se acogieron a ella, porque habiendo falta de moradas, y siendo las casas estrechas y ocupadas por aquellos bienes y alhajas, no tenían donde revolverse, mayormente en tiempo de calor como lo era.
Por eso muchos morían echados en las cuevas, y donde podían, sin respeto alguno, y algunas veces los unos sobre los otros yacían en calles y plazas revolcados y medio muertos; y en torno de las fuentes, por el deseo que tenían del agua. Los templos, donde muchos habían puesto sus estancias y albergues, estaban llenos de hombres muertos; porque la fuerza del mal era tanta que no sabían qué hacer [. . .] los pobres que heredaban los bienes de los ricos no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites, pareciéndoles que no podían hacer cosa mejor, no teniendo esperanza de gozarlos mucho tiempo [. . .] no teniendo esperanza de vivir tanto que la pudiese ver acabada, ante todo aquello que por entonces hallaban alegre y placentero al apetito humano, lo tenían y reputaban por honesto y provechoso, sin algún temor de los dioses o de las leyes, pues les parecía que era igual hacer mal o bien, atendiendo a qué morían los buenos como los malos, y no esperaban vivir tanto tiempo que pudiese venir sobre ellos castigo de sus males hecho por mano de justicia, antes esperaban el castigo mayor por la sentencia de los dioses, que ya estaba dada, de morir de aquella pestilencia. Historiador Tucídides
Fuente Consultada: Grandes Pestes de la Historia de Frederick F. Cartwright y Michael Biddiss Enciclopedia Encarta - Enciclopedia Cosmos Vol. 7 Por Araceli Boumera
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