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  • Foto del escritorMuseo Negro

María Soledad Morales


María Soledad Morales (Valle Viejo; 12 de septiembre de 1972 -San Fernando del Valle de Catamarca; 8 de septiembre de 1990) fue una joven estudiante argentina asesinada en la capital catamarqueña, por dos «hijos del poder», lo que devino en una crisis política de repercusión nacional.


Biografía

María Soledad Morales nació el 12 de septiembre de 1972 en Valle Viejo, Provincia de Catamarca, hija de Elías Morales y Ada Rizzardo. A María Soledad, o «Sole» como la llamaban los más cercanos, le gustaba escribir poemas y era buena estudiante, excepto algunas veces en matemáticas. Era consciente de la situación económica de su familia, y por eso mismo le había comunicado a su madre que cuando terminara el secundario iba a estudiar para ser maestra jardinera, ya que era una carrera corta, y con su sueldo ayudaría en los gastos de la casa.


A veces era niñera de sus primos o de los hijos de los amigos de la familia, cuando estos tenían que salir y no sabían con quien dejarlos. Su pasatiempo era escuchar música del Trío San Javier o Paz Martinez. Uno de sus sueños era el de ser modelo, debido a su estatura (1,63) sus amigas la apoyaban alabando su figura.

Según un test realizado durante un retiro espiritual, se le pregunta sobre una fecha inolvidable y María Soledad escribe "21 de enero". Esa fecha se refiere al verano de 1989, día en que conoció a Luis Tula,​ un hombre mayor que ella con el que tuvo un noviazgo en secreto debido a la diferencia de edad; él tenía 28 años y ella 17.


Asesinato

En la noche del viernes 7 de septiembre de 1990, María Soledad Morales asistió a la discoteca "Le Feu Rouge", en donde se organizaba una fiesta con el fin de recaudar fondos para el viaje de egresados de su curso en el Colegio del Carmen y San José. Sus padres le habían dado permiso de quedarse a dormir en la casa de una compañera suya, y María Soledad les dijo que volvería alrededor de las 16 horas del siguiente día, pero no fue así. En la madrugada del 8 de septiembre, entre las 03:00 y 03:30, Luis Tula, un individuo maduro que -según relatos de compañeros-, era su novio, la recogió en la discoteca donde se celebraba la fiesta de su promoción de bachilleres y la invitó a otra discoteca llamada "Clivus". Allí la presentó con otros individuos, hijos de funcionarios políticos y policiales de la provincia, entre los que se encontraba Guillermo Luque y de acuerdo con testimonios de empleados de la discoteca, salió de allí "obnubilada", acompañada de varios hombres que la subieron a un vehículo. Nunca más sería vista con vida.


A las 9:30 del lunes 10 de septiembre de 1990, en una zona conocida como Parque Daza (a siete kilómetros de la capital catamarqueña sobre la ruta 38),​ el cuerpo de María Soledad Morales fue encontrado por unos operarios de Vialidad Nacional. Había sido salvajemente violada. La escena del hallazgo fue alterada, manipulada por tres individuos vistos por un colectivero. Más tarde se supo que había muerto de un paro cardíaco por una dosis letal de cocaína que le habían obligado a consumir sus secuestradores violadores y asesinos. Fue reconocida por su padre por una pequeña cicatriz en una de sus muñecas.


Desde un primer momento las investigaciones fueron demoradas y manipuladas. El mismo jefe de la Policía de la Provincia, comisario general Miguel Ángel Ferreyra ―padre de uno de los asesinos―, al hallar el cadáver ordenó que lo lavaran, borrando huellas y señales de modo irrecuperable.


Los primeros rumores del pueblo decían que los responsables serían parientes de funcionarios, a quienes coloquialmente se los llamaba «los hijos del poder». Los medios de comunicación difundían que en el crimen eran sospechosos los jóvenes Guillermo Luque (hijo del diputado nacional Ángel Luque), Pablo y Diego Jalil (sobrinos del intendente José Jalil) y Miguel Ángel Ferreyra (hijo del jefe de policía provincial).


Se tardó más de dos meses en abrir la investigación judicial, y una vez que la justicia intervino, el favoritismo hacia los posibles involucrados fue evidente.

En esas condiciones, Ángel Luque ―diputado nacional por Catamarca y padre de Guillermo Luque―, declaró que si su hijo hubiera sido el asesino, el cadáver no habría aparecido. El escándalo llevó a la expulsión del diputado del Congreso y a que en 1991 el gobierno nacional, a cargo entonces del presidente Carlos Menem, interviniera primero el poder judicial de la provincia, luego el poder legislativo, y finalmente el poder ejecutivo, destituyendo a Ramón Saadi, continuador de una larga tradición de gobernadores pertenecientes a su familia y aliado de Menem.


El interventor enviado por Carlos Menem fue Luis Prol.

Prol fue enviado para fortalecer al Frente Esperanza, que era el menemismo, pero le salió el tiro por la culata porque perdieron las elecciones y ganó el Frente Cívico. Martha Pelloni

El presidente Carlos Menem ordenó la intervención federal a la provincia, y para aclarar los hechos envió al exsubcomisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Luis Patti ―represor en cadena perpetua desde el 14 de abril de 2011 por crímenes de lesa humanidad―, que también demostró falta de voluntad en la resolución del caso, y abierta complicidad con los acusados.

Sólo dos personas fueron condenadas por "violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes", aunque se estima que participaron más hombres en el crimen. Guillermo Luque fue condenado a 21 años de prisión y Luis Tula a 9 años. Hoy gozan de libertad.


El juicio

En esas condiciones, recién en 1996 se inició el juicio oral por el asesinato de María Soledad. Los imputados fueron Guillermo Luque y Luis Tula (exnovio de la víctima). La televisión nacional dio amplia cobertura al juicio transmitiéndolo en directo y registró en detalle los gestos de los jueces que evidenciaron una actitud parcial. Los gestos del juez Juan Carlos Sampayo fueron reiterados por Canal 13 (de Buenos Aires) ―que había sido autor de la primicia, alertado por un televidente― y por el resto de la televisión nacional y produjeron un nuevo escándalo que llevó a la anulación del juicio


En 1998 se realizó un nuevo juicio. Las condiciones políticas en el país y en la provincia habían cambiado considerablemente, y el 27 de septiembre de 1998, Guillermo Luque fue condenado a 21 años de prisión por el asesinato y violación de María Soledad Morales ―pero solo cumplió 14 años de prisión―, en tanto que Luis Tula fue condenado a 9 años de prisión como partícipe secundario del delito de violación.

El tribunal ordenó investigar el encubrimiento, pero nunca se hizo. El encubrimiento podría alcanzar a la plana mayor de la policía catamarqueña, al exgobernador Ramón Saadi, al subcomisario Luis Patti y al propio expresidente Carlos Menem.

La cobertura mediática

En medio de la investigación, Guillermo Luque dejó de ser visto en la provincia. Su huida fue notoria y motivo de especulaciones periodísticas. El 22 de febrero de 1991, el periodista Alberto Moya lo descubrió en Buenos Aires, adonde había sido llevado por el comisario Luis Patti ―actualmente en cadena perpetua―.

El primer periodista de Buenos Aires enviado a Catamarca para cubrir el caso fue Ernesto Tenembaum --quien hizo varias notas para el diario Página/12 antes que nadie, lo que le valió un importante ascenso en su carrera.​

Días después llegaron periodistas de Canal 9 y la periodista Alejandra Rey, de la revista Somos.

El periodista Luis Pazos, del diario Clarín (de Buenos Aires) fue galardonado con el premio ADEPA por su cobertura sobre el tema.

En 1991, Luis Pazos y Alejandra Rey escribieron el libro No llores por mí, Catamarca. Tras la publicación, Alejandra Rey fue despedida de la revista Somos porque había escrito el libro en horario de trabajo y con material perteneciente a la editorial.

Su importancia social

El intento de las autoridades de Catamarca por encubrir el asesinato desencadenó históricas movilizaciones populares que contaron con el apoyo de amplios sectores en todo el país, tras lo cual se logró el esclarecimiento del homicidio, se puso de manifiesto las condiciones semifeudales de ejercicio del poder en muchas provincias argentinas, y produjo un considerable cambio político en Catamarca.

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