La película basada en el caso Sauan, que se estrena en cines el próximo jueves, recorrió un largo camino hasta llegar a la pantalla grande. Hablan su productor, el director y los protagonistas.
Por Carolina Taffoni / 21 de agosto 2022·03:10hs
Grandinetti interpreta al gran sospechoso. Enfrente, los abogados que encarnan Nicolás Francella y Matías Mayer.
Los procesos de las películas son largos. Desde que se empiezan a gestar hasta que llegan a la pantalla grande pueden pasar años o incluso décadas. “Un crimen argentino” es un gran ejemplo. El film que se rodó en Rosario y que el próximo jueves 25 de agosto se estrenará en todo el país ha estado en la cabeza del productor rosarino Juan Pablo Buscarini tal vez desde el mismo momento en que se enteró del hecho real que lo inspiró. La película —basada en la novela del mismo nombre escrita por Reynaldo Sietecase— se centra en uno de los homicidios más brutales cometidos en la Argentina: en Rosario, en diciembre de 1980, el abogado Juan Carlos Masciaro secuestró y asesinó al empresario Jorge Sauan, miembro de una familia rica dedicada al negocio textil.
Para no dejar rastros, Masciaro disolvió el cuerpo de Sauan en ácido sulfúrico, intentando imitar el terror impuesto por el régimen militar de entonces: sin cuerpo no hay delito” (ver suplemento Cultura). En la ficción, Nicolás Francella y Matías Mayer interpretan a dos jóvenes secretarios de un juzgado de instrucción que deben resolver este caso plagado de pistas falsas y las interferencias de una policía subordinada al poder represor.
“En 1980 yo estaba terminando quinto año de la secundaria, y (Jorge) Sauan era el tío de un conocido mío”, recordó Buscarini en charla con La Capital. “En esa época fue un caso muy llamativo, que nos impactó mucho, y a mí me quedó guardado en la memoria. En 2006 nos juntamos con Reynaldo Sietecase —en ese entonces no éramos tan amigos— a ver un clásico de Newell’s y Central mientras estábamos en Buenos Aires. Ahí él me regaló un par de ejemplares de «Un crimen argentino» y me contó de qué se trataba. Yo lo leí y a los 15 días le dije: «Reynaldo, acá hay una muy buena película. Me gusta la idea del policial, me gusta la idea de los hechos reales y además es un caso que me toca de cerca”.
La idea para la película arrancó en 2006, pero todavía faltaba mucho para que se transformara en un proyecto concreto. “Hubo un guión en 2009 o 2010, y sin embargo nos costó conseguir la financiación necesaria”, contó el productor. “Nos costó porque es una película de época, y entonces la producción no es fácil. Y también están en el medio los avatares del cine argentino. El proyecto estaba ahí, en stand by, pero yo nunca lo abandoné, y conté con la paciencia de Reynaldo”.
Casi una década después, en 2019, se vio la luz al final del túnel. “Ahí ya había un buen guión escrito por Sebastián Pivotto, Jorge Bechara y Matías Bertilotti, gente muy profesional que también dirige y que había trabajado en Pol-ka”, prosiguió Buscarini. “Ellos tenían la intuición de que la película se iba a hacer y periódicamente iban retrabajando el guión. En 2019 se alinearon los planetas a partir de la alianza de Warner con HBO. Yo había trabajado con ellos en la serie de Monzón, y ellos dijeron que querían empezar a producir cine y que el thriller les interesaba especialmente. Entonces yo les respondí: «Acá está el guión, acá está el proyecto»”. Y ese fue el punto de partida para “Un crimen argentino”.
Sin embargo, faltaba un paso más. Cuando Warner dio el visto bueno se vino encima la pandemia, entonces el proceso se hizo más largo todavía. “Hay gente que ve a las plataformas como una competencia del cine, pero esta película se hizo gracias a la combinación de Warner, que estrena fuerte en los cines, y de HBO, que te propone después exhibir en el streaming. De repente se logró un socio que cofinanció la película”, dijo el productor y remarcó: “Acá tuvimos la oportunidad de hacer cine de género sin perder identidad. Warner y HBO nunca nos quisieron llevar a un terreno de «lo regional», o a meter un actor de afuera, respetaron que fuera una buena película para el público argentino y que no pierda la esencia”, enfatizó.
El productor rosarino Juan Pablo Buscarini. Buscarini, que trabajó en la producción de películas reconocidas a nivel nacional como “Nieve negra” (2017), “Kóblic” (2016) y “Un cuento chino” (2011), reforzó el carácter federal de “Un crimen argentino” eligiendo como director del proyecto a Lucas Combina, el realizador cordobés que se hizo conocido por la serie “La chica que limpia”, ganadora del Martín Fierro Federal de Oro y el premio a la serie más vista en la plataforma Cine.ar en 2017.
“Buscarini me llevó a pasear por Rosario, me hizo conocer bien la ciudad”, dijo Combina. “Filmar en Rosario fue una experiencia calurosa”, recordó entre risas. El rodaje se hizo en pleno verano, a principios de este año. “Había una expresión en el rodaje que era «sudamos la película». Igual queríamos que se notara esa humedad tan característica de acá, porque la acción de la película transcurre en diciembre”.
El director se sintió “atrapado” por el proyecto apenas leyó el guión. “Después leí la novela y me pasó lo mismo. Me di cuenta que teníamos una historia potente. Investigamos mucho, hicimos devoluciones sobre el guión y también recurrimos a la novela. Sobre el caso real había muy poco material, pero tuve la posibilidad de tener en mis manos el expediente, y eso me conmovió muchísimo, porque veníamos trabajando con una novela, con un guión, con los personajes, y entonces estaba con la cabeza metida en la ficción, pero cuando leí el expediente me acerqué más a la verdad porque descubrí que detrás de los personajes había gente, había madres, había familias, había realidad”, observó.
Combina es fan del policial, y cuando habla de sus directores preferidos cita a Martin Scorsese, Quentin Tarantino y David Fincher. “De esta historia me impactó más que nada la mente criminal, el decidir hacer una cosa así de aberrante. Y también es interesante el contexto, con los militares metidos en todas las instituciones”. De todas formas aclaró: “La película no trata de contar esos años de la dictadura. Ese no es el centro, es el contexto de la trama”.
El director cordobés Lucas Combina. Los que están en el centro de la trama son los jóvenes abogados Antonio Rivas y Carlos Torres, interpretados por Nicolás Francella y Matías Mayer respectivamente. Francella hijo tiene experiencia en cine y no necesita presentación, y Mayer se destacó en teatro, en el musical “Casi normales”, por el que recibió varios premios, y también en televisión, en la miniserie “Historia de un clan”. Al igual que Combina, los actores quedaron muy impactados cuando leyeron el guión de “Un crimen argentino”, porque no conocían nada del caso.
“Los casos judiciales siempre me shockearon”, dijo Francella a La Capital. “Y hasta me incomodan un poco: las formas, las resoluciones, las pruebas, tirar una conclusión cuando no hay algo sólido. Es un mundo que me es ajeno y al mismo tiempo me causa mucha curiosidad. Después de leer el guión con Matías buscamos información y también tuvimos la oportunidad de charlar varias veces con Sietecase”, contó.
El primer desafío para los actores fue viajar a diciembre de 1980, a un país y una época muy distinta a la actual. “Nosotros hemos escuchado mucho sobre los años 70, cosas que nos han contado nuestros padres y otros familiares. Nos fuimos armando una idea, y muy fuerte, de lo que fue esa época. Pero cuando filmás algo que transcurre en esa época se necesita cierta ingenuidad del personaje. Porque la gente que lo estaba viviendo en ese momento no tenía toda la información que tenemos ahora”, explicó Mayer. “Hay que tratar de no subirse a esa solemnidad del que lo sabe todo. Aunque no es fácil encontrar el equilibrio entre el peso del tema en sí, de la violencia y la dictadura, y la sorpresa de ir descubriendo cosas que no te esperabas”, reconoció.
El segundo desafío era sonar como rosarinos. Mayer sin dudas lo logra: su personaje no pronuncia ni una sola “s”. “Me contagié del acento al estar filmando acá”, dijo entre risas. “Estábamos rodeados de equipo técnico, muchos rosarinos, y a mí el tema de imitar los acentos me gusta mucho. Siempre lo hago con mucho respeto, claro, me fui acercando de a poquito, para que no sea algo tan alevoso. Era parte del juego de hacer el personaje”.
Francella y Mayer durante la presentación de la película en Rosario. Rivas y Torres son la típica pareja de opuestos: un personaje se quiere ir del país, el otro apuesta a quedarse, uno es realista, el otro es idealista. “Era necesario generar un contraste en esa dupla para que los personajes no se peguen, para que sean complementarios”, comentó Mayer. “Y eso también nos daba a nosotros un anclaje mucho más fuerte en cada uno de los personajes.
En el guión no estaba explícito qué profundidad de vínculo tenían ellos. Nosotros, con el aval del director y el productor, mostramos un vínculo quizás más afianzado, porque creo que le daba un vuelo distinto desde la parte humana a la película, más allá de todo lo que atraviesan a nivel judicial y dramático. Esas diferencias entre ellos me parece que alivianan un poco, le dan cierto oxígeno a la historia”, apuntó.
La experiencia de filmar en Rosario, finalmente, fue “fantástica” para los dos actores, que están acompañados por un elenco de lujo que incluye a Darío Grandinetti, Luis Luque, Rita Cortese y Alberto Ajaka, entre muchos otros. “A medida que pasaban los días, la gente (de Rosario) se iba enterando que había un rodaje, entonces recibías comentarios sobre el caso real, pequeñas cosas que no sabías”, dijo Francella. “Todos fueron súper cálidos.
A veces filmábamos en la calle, a la noche tarde, y había público en el rodaje. Parecía un teatro. Hubo una escena en la que los personajes se pelean en la calle. Era un viernes a la noche y la gente se empezó a amontonar alrededor del lugar de rodaje, atrás de las vallas. Era un show en vivo prácticamente. Estaba el silencio del rodaje y después estallaba el aplauso de la gente. Fue muy divertido”, recordó. Las locaciones: lugares detenidos en los años 70 En “Un crimen argentino” el sello local está en todas partes. El productor es rosarino, está basada en la novela de un rosarino y en papeles secundarios aparecen actores locales como Luis Rubio, Roberto “Negro” Moyano, Héctor “Nene” Molina y Juan Nemirovsky. Pero, además, la película transcurre en Rosario y fue filmada íntegramente en la ciudad. Así aparecen construcciones clásicas (Tribunales, el Monumento a la Bandera, el Hipódromo, la Sede de Gobernación de calle Santa Fe) y lugares que parecen detenidos en la década del 70, como la Plaza Montenegro (ex Pinasco), el bar Laurak Bat y la galería San Jorge de la calle San Luis.
El personaje de Mayer, los autos de la época y de fondo el Monumento. “Suena feo pero, si uno le puede encontrar algún beneficio a nuestro no crecimiento económico, es encontrarte con esos lugares de clara estética de los años 70 y 80”, dijo el productor Juan Carlos Buscarini. “Si un tipo en Hong Kong quiere hacer una película de los 80 no puede, porque la modernidad y el progreso borraron todo. Pero en Rosario vos entrás a galerías y decís: «¡Pero estos tipos no hacen la vidriera desde los 80!». Igual, en el sentido artístico, el rodaje fue incómodo, porque no podés mover mucho la cámara en exteriores. No podés hacer un plano secuencia con el personaje dando vueltas porque cuando empezás a girar se te va la arquitectura de los 70”, afirmó.
Buscarini destacó sobre todo “la generosidad del gobierno de la provincia y el gobierno de la ciudad con respecto a las locaciones”. “La Corte Suprema nos cedió un piso en Tribunales. La Sede de Gobierno ha sido reciclada pero se cuidó el patrimonio, fueron muy cuidadosos en las intervenciones. Y como producción hicimos un gran esfuerzo para conseguir autos de época. Claro que hubo posproducción digital, por supuesto. La película tiene mil planos y unos 150 tienen retoque digital. Incluso en los edificios antiguos tenés splits, por ejemplo, y eso hay que modificarlo digitalmente”, explicó.
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