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Foto del escritorMuseo Negro

Roberto Canessa


Conociendo al Dr Roberto Canessa

Superviviente de los Andes y autor del libro "Tenía que Sobrevivir".

Roberto Canessa es actualmente un eminente cardiólogo pediátrico uruguayo, y vicepresidente de la Fundación Corazoncitos, para la mejora de la calidad de vida de niños que padecen cardiopatía congénita.


Un fatídico viernes 13 de octubre de 1972, como integrante del equipo de Rugby “Old Christians” viajaba rumbo a Santiago de Chile en el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya siniestrado en la cordillera andina. Dicho accidente aéreo es sin duda el más mediático de la historia.


Durante 72 días, con sus interminables noches, permanecieron 16 supervivientes en un elemento desconocido hasta entonces por muchos de ellos, la nieve, soportando gélidas temperaturas y padeciendo un enorme desgaste tanto físico como emocional.


Ante la pregunta de un reportero, a su llegada a Los Maitenes, respondió: “En este momento me siento casi feliz. Hasta que no estén a salvo todos mis compañeros, no seré completamente feliz”, lo que dice mucho de su talla humana.


Coautor del libro “Tenía que sobrevivir”, escrito junto a Pablo Vierci, reconocido escritor uruguayo, donde se conjugan de forma magistral las difíciles decisiones tomadas en la montaña con su apasionante trabajo con niños con severas cardiopatías.


En primer lugar, agradecerle la gentileza mostrada, concediéndome esta entrevista, que deseo sea del agrado de los lectores de Diario Digital Siglo XXI


Roberto, otros supervivientes narraron sus vivencias en la montaña en forma de libro. Podemos citar a Nando Parrado, Eduardo Strauch, Carlitos Páez, Daniel Fernández Strauch o Pedro Algorta. Tras diez años de gestación, ha visto la luz su libro “Tenía que sobrevivir” ¿Qué cree que tiene de diferente su libro, con respecto a los del resto de sus compañeros?

En primer lugar, creo y me gustaría que todos los sobrevivientes cuenten su historia en libros, porque son 16 formas de sobrevivir diferentes, y entre todas se forma un mosaico que nos muestra la historia completa.


En mi caso particular, no bien se lo planteé al escritor y amigo Pablo Vierci, con quien nos conocemos desde la infancia, llegamos a la conclusión de que lo que necesitábamos encontrar eran los hilos de titanio y de cristal que conectan lo que sucedió en la montaña, en 1972, con mi vida posterior, como médico, dedicado a las cardiopatías congénitas de recién nacidos. El libro es una forma de bucear en mi inconsciente para encontrar esas conexiones. Por eso, porque estábamos buceando en lo más profundo de mi alma, demoramos diez años en escribirlo.


¿Cómo definiría lo sucedido en la Cordillera? “Milagro en los Andes”, como el título del libro de Nando Parrado, porque al final de toda la odisea por la que tuvieron que pasar, consiguieron salvar la vida 16 personas, o “Tragedia en los Andes”, porque quedaron en el camino 29 compañeros de viaje o una mezcla de ambas cosas.

Claro que para los 29 que murieron fue una tragedia, lo mismo que para sus familias. Para los que sobrevivimos fue el final de un inmenso esfuerzo conjunto, de equipo, donde logramos salir gracias a los que murieron, que no solo nos entregaron sus cuerpos, sino también el espíritu que se formó en la montaña. Pero lo terrible de aquello no se borra. De modo que todos tuvimos nuestra cuota de tragedia.


Roberto, “Después del día 10”, es el título del libro de Carlitos Páez y momento en el cual escuchan en la pequeña radio, que ha cesado la búsqueda de supervivientes tras el accidente ¿Escuchar esa noticia fue providencial para que tomasen las riendas de su futuro y actuasen de forma más activa, en vez de continuar esperando a que los recatasen?

Hubo muchos momentos cruciales en esta historia, muchos giros de tuerca.


El del día 10 sin duda que es uno de ellos, porque como tú dices, ahora todo dependía de nosotros. Pero también fue crucial cuando hicimos el pacto de entrega mutua, donde cada uno se comprometía a entregar su cuerpo a los compañeros, si moría. Fue crucial, para mí, cuando Arturo Nogueira, que tenía las piernas partidas, me dijo “qué suerte tenés tú, Roberto, que podés caminar por los demás”.


Porque lo que Arturo me estaba diciendo es que mis piernas no eran solo mías, sino que eran del grupo. Y tal vez el punto de inflexión más emocionante ocurrió cuando un humilde arriero hizo lo que no suele hacerse en la sociedad del llano: dejó su trabajo, su ganado a merced de los pumas, para ir al rescate de dos desconocidos.


Nos habla de dos tipos de sociedades, “de la nieve” con sus códigos de fraternidad, afecto, esfuerzo, generosidad e ilusiones y “del llano” frenética, desnutrida emocionalmente, de lo instantáneo. Transcurridos más de 45 años del regreso a la sociedad del llano, ¿Le ha costado mantener íntegros los valores aprendidos en la sociedad de la nieve y adaptarlos a la sociedad del llano?.

Me ha costado, sin dudas. Muchas veces siento que me estoy preocupando por cosas que en el fondo son nimiedades. A veces le pregunto a la gente de qué se queja, cuando se lamentan porque no tienen más dinero, o se lamentan por cosas minúsculas. En mi consultorio, cuando observo en el ecógrafo una cardiopatía congénita grave, ahí siento, sí, que “se le cayó el avión” a esos padres. Y todo vuelve a tomar su escala adecuada, los lamentos por nimiedades son pérdidas de tiempo, y uno vuelve a valorar lo importante, que por regla general es lo más sencillo.


Durante la última expedición junto a Nando Parrado, comenta que la fórmula aplicada consistió en trazarse metas cercanas, concentrarse en lo inmediato, elaborando su particular Sistema métrico (sucesiones de 33 pasos) ¿Con posterioridad ha continuado ayudándose de esta fórmula, evitando programar o planificar su proyecto vital a largo plazo?.

Sin duda, porque de otra manera, hubiera sido imposible. Cuando los niños que atiendo, que muchas veces han sido desahuciados, y estamos entrando en un terreno desconocido, donde no sabemos cómo será la vida de este niño en diez o veinte años, porque nunca hubo antes niños que nacieran con medio corazón y estén vivos, no me pregunto qué será del futuro sino cuántos pasos hemos dado para llegar hasta aquí. Y las metas deben ser cortas, hoy este niño está bien, veremos que mañana también lo esté y haremos todos los esfuerzos para que esté bien en el futuro, pero por ahora me preocupo de hoy y mañana.


¿Considera que la montaña lo transformó en un mejor Roberto, más preocupado por el bienestar de los demás, que, por el suyo propio, con una nueva escala de valores y sabiendo apreciar lo verdaderamente importante?, ¿Podríamos hablar de un Roberto Pre-accidente y de otro Roberto Post-accidente?.

He llegado a la conclusión de que, en el fondo soy el mismo de antes del accidente. Lo que sí puede haber sucedido, es que algunas características de mi personalidad se acentuaron en la cordillera. La sociedad de la nieve era “contra intuitiva”, o sea no se ajusta a lo que usualmente se dice que sucede ante una gran adversidad, el “sálvese quien pueda”, los saqueadores ante los huracanes, etc., sino que allá en la montaña, el herido, el más lastimado era nuestra prioridad, y siempre fue así. Eso en cierto modo se imprimió en mi cerebro emocional. No es que uno sea más generoso que otro, sino que nosotros vivimos una experiencia que el común de la gente no vivió ni vivirá, por suerte para ellos.


Para su hija Lala, usted es una combinación de tres personas: Roberto mito al que la gente tiene especial veneración; Roberto doctor, con bata blanca e incansable trabajador y Roberto Papá, con el que convive a diario ¿En qué proporción considera que conviven los citados “Robertos” en usted? ¿Qué Roberto es el más predominante?.

Ninguno predomina sobre el otro. El mito es un tema de la gente, no soy yo, es la gente que se siente bien con un personaje, y yo tengo la ventaja de que soy esa persona, soy real, existo, estoy vivo. El Roberto médico es mi trabajo, es mi vocación. Y el Roberto de la familia es la ternura. Como me voy a olvidar que una de las principales motivaciones por las que hice todo el esfuerzo para volver a la vida, y atravesar los Andes fue para decirle a mi madre que estaba vivo, porque ella me había dicho, en el velorio de un compañero del colegio que había muerto en un naufragio, que no podría vivir con un hijo muerto.


Cada 22 de diciembre, los integrantes de la sociedad de la nieve, celebran un nuevo cumpleaños. Trascurrido todo este tiempo, sus “hermanos” y usted han formado una gran familia, junto a esposas, hijos y nietos ¿Cuántas personas integran actualmente dicha familia?.

Son casi 200 personas. Y es otro motivo para decirnos, que aquella tragedia que vivimos, aquello tan duro, valió la pena, valió la pena luchar, valió la pena ser tozudo, no dejarnos doblegar, porque ahora somos mucho más que aquellos 16, que además tenemos el compromiso de llevar vidas dignas, porque vivimos en representación de nosotros y en representación de los 29 que no tuvieron la suerte que nosotros tuvimos.


Fruto de su matrimonio con Lauri, la que por entonces era su novia, han tenido tres hijos. En una familia en la que tanto por su parte, como por la de su esposa había doctores en medicina, únicamente su hijo Tino ha seguido la tradición familiar de convertirse en médico. ¿En algún momento como padre trató de influir en la carrera profesional de sus hijos, o les permitió tomar sus propias decisiones?.

Cada uno hizo lo que le pareció más adecuado a su propia personalidad. Yo sé que los padres no educamos a nuestros hijos con lo que decimos, sino con lo que hacemos. Y lo que ellos vieron a lo largo de mi vida fue trabajo, esfuerzo, y siempre que puedo, esforzarme por los otros. Dar es algo que nunca se pierde, porque alguien lo tiene.


Más personal

Con el fin de conocerle un poco mejor, me gustaría respondiese a estas preguntas algo más personales.


¿Con qué comida y bebida disfruta más?

Ahora en Semana Santa hicimos un asado en un pequeño campo que tenemos en las sierras de Minas, con nuestros hijos, los nietos, los amigos. Y me sentí feliz.


En palabras de D. Miguel de Cervantes: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. En su caso, en la Cordillera anduvo mucho en busca de ayuda. Con respecto a la lectura ¿Qué libro es el último que ha leído, o está leyendo?

Un personaje de la historia que me fascina es Winston Churchill. Entre otras cosas él hacía lo que decía, “walk the talk”, sus aviones bombardeaban Alemania y él viajaba en ellos. Estoy leyendo otra biografía de este personaje fascinante.


Su hijo Tino, le define a usted como adicto a la vida. Cuando no trabaja, ¿Cómo disfruta de la vida?, ¿Viaja, hace deporte, conversa con amigos…?

El mejor momento de mi día es la mañana, muy temprano. Siento plenitud… Mi mujer siempre está a mi lado, y ahora, con mis nietos, no puedo imaginarme momentos más dichosos.


Por último ¿Cómo nos animaría, a las personas que, como es mi caso, aún no tienen el gusto de conocer Uruguay, para hacerlo cuanto antes?.

Es un país muy humanista, desde siempre. José Pedro Varela, en 1876, impuso en el país la escuela pública, gratuita y obligatoria. Y a comienzos del siglo XX, el presidente José Batlle y Ordóñez inventó la socialdemocracia, fue el primero en el mundo, con leyes más avanzadas que en Francia, como la ley de ocho horas de trabajo, o la abolición de la pena de muerte. Esa impronta humanista es lo que nos destaca, y creo que de algún modo estuvo presente también en el episodio de la montaña.

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