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Foto del escritorMuseo Negro

Raymond Fernández: Asesino de viudas


Aprovechando la escasez de hombres que sufría EE. UU. hacia 1947 —se cálcula que en ese entonces las representantes del bello sexo excedían en 1 millón 250 mil a los varones—, un explotador de mujeres de nombre Raymond Fernández alcanzó por aquellos días triste fama en el complejo mundo del delito.


De origen hispanoamericano y nacido en Hawai, Fernández se dedicó al provechoso negocio de seducir mujeres maduras y solitarias, cual un nuevo Landrú, estableciendo contacto con ellas a través del club llamado "Corazones Solitarios".


Muy pronto, en una joven enfermera, Martha Beck, encontraría su digna cómplice y juntos llevarían esta ilícita actividad hasta los extremos doblemente repudiables del crimen.

"HERMANOS" EN EL CRIMEN En 1947, cuando contaba con 31 años de edad y lucía ya una peluca ¡para ocultar su ¡prematura calvicie, Raymond Fernández conoció a la enfermera Martha Beck, de 26 años.


Esta, pese a su juventud, había estado casada nada menos que tres veces, exhibiendo otros tantos divorcios. Lucía también el poco recomendable antecedente de que no se le había confiado la custodia de sus hijos por considerarla el juez poco indicada para educarlos recta y moralmente. Por razones misteriosas, Raymond y Martha se sintieron fuertemente atraídos «1 uno por el otro.

Sea por sadismo, o por celos, la mujer convenció al explotador que añadiera el crimen a sus prácticas delictuosas. Así fue como en un lapso de apenas dos años la pareja homicida asesinó a más de veinte mujeres. A (fines de 1948 los (fingidos hermanos se instalaron en la casa de una joven viuda de 28 años,Mrs. Delphine Dowling, cuyo esposo había perecido víctima de un accidente ferroviario, y que tenía una hijita de dos años.


Cinco semanas más tarde, en febrero de 1949, Mrs. Delphine Dowling desapareció abruptamente, presentándose la policía en su domicilio para interrogar a Fernández y su compañera.Y así, cuando la enfermera se enteró de las actividades y los métodos de su amante, en vez de escandalizarse y censurarlo, decidió lisa y llanamente colaborar con él. Desde ese momento, haciéndose pasar como hermana de Fernández, puso en juego todos sus recursos para ayudarle a estafar a las infortunadas mujeres que se cruzaban en su camino.


La incorporación de Martha a los negocios de Fernández pronto dio un trágico fruto.

Estos, que se encontraban en ese momento en el cine, al volver declararon no saber absolutamente nada acerca de aquella desaparición. Como no opusieron ninguna resistencia a que se revisara la casa, los agentes policiales procedieron a practicar en el acto un cuidadoso registro.


Al poco rato encontraron en el sótano restos de cemento fresco que encubrían una fosa en el piso, con apariencias de haber sido cubierta no hacía macho. Removiéndola, salieron a luz los cadáveres de Mrs. Dowling y su hija. Fernández y Martha Beck fueron arrestados y acusados del crimen, no tardando en hacer una completa confesión. Reconocieron que (habían matado a la mujer de un balazo, estrangulando dos días más tarde a la pequeña niña, la cual no había cesado de llorar desde te muerte de su madre.


Mrs. Beck declaró haber sido ella la autora del crimen, así también del de otra dama, Mrs. Janet Fay, ultimada en 1948, a la que había golpeado en la cabeza con un martilló después de apoderarse de su dinero.


LOS MAS ODIADOS No existiendo en el Estado de Michigan —donde se cometieron la mayoría de los crímenes— la pena de muerte, la policía obtuvo que el juicio se trasladara a la Corte de Nueva York, a pesar de las reiteradas protestas de los acusados.


A medida que avanzaba el proceso fueron conociéndose nuevos crímenes, la mayoría de los cuales tuvieron en Martha Beck su ejecutora material. Entre otros asesinatos, ésta admitió haber envenenado a una viuda llamada Myrde Young, la cual les había acompañado a Chicago, y de la que se sentía tan celosa que había exigido compartir su cama durante el tiempo que vivieron los tres juntos. El proceso de Fernández y Martha dio lugar a que durante su transcurso se revelara el tipo ^de relaciones sexuales que mantenían ambos, lo que evidenció que se trataba de dos completos degenerados.


Salieron a luz detalles tan repugnantes, que la corte acordó prohibir su publicación. Finalmente, el 22 de agosto de 1949 una sentencia de muerte recaía sobre la sádica y extraviada pareja. Encarcelados ambos en la prisión de Sing Sing, Fernández y su cómplice Martha Beck provocaron durante su permanencia en ella continuos revuelos. Tan pronto como se les autorizaba verse fugazmente en el patio del penal, seguían intercambiando apasionadas promesas de amor eterno.


Los reos compañeros de Fernández, enterados de la clase de relaciones que lo habían ligado a Martha, se solazaban en martirizarlo con la historia de que éste tenía un "affaire" en la cárcel. El delincuente casi se volvió loco de rabia y celos, haciendo más infernal aún el poco tiempo que le faltaba para marchar con su compañera al patíbulo, finalmente, los asesinos de los "Corazones Solitarios" fueron ejecutados el 7 de marzo de 1951.


Tras de sí habían dejado un amargo recuerdo que la prensa y luego la opinión pública se encargaron de sintetizar, al bautizarlos como "los criminales más odiados de América".

El detalle completo de sus homicidios, que sobrepasaron la veintena, permaneció ignorado, pues sólo se investigaron tres de los que confesaron.

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