El teniente general Alejandro A. Lanusse relató que en mayo de 1970 el país vivía un clima de generalizada desazón, que repercutía en las filas del Ejército. Por esta razón le pidió a Juan Carlos Onganía que realizara una exposición a los altos mandos de la Fuerza en Olivos. La cita se llevó a cabo en un salón cerrado cercano al chalet presidencial el 28 de mayo de 1970.
"La exposición -recordó Lanusse- fue lisa y llanamente una catástrofe nacional (…) Con la Nación a punto de estallar, el Jefe del Estado, calmosamente, se dedicó ese 27 de mayo a dibujar pirámides jerárquicas que indicarían nuevas ideas para lograr estructuras participacionistas. La filosofía era de un corporativismo literal, puro, en que intentaba embretarse la pasión política de los argentinos".
A medida que el Presidente iba exponiendo se notaba la sorpresa frente a la irrealidad y el desasosiego. El general Jorge Raúl Carcagno, luego de un tiempo prudencial, le preguntó a Onganía en cuánto apreciaba la duración de la etapa para concretar los objetivos que se exponían y el Presidente dijo: "Es un proceso muy largo. No se puede reestructurar la sociedad en diez o veinte años".
A la mañana siguiente el ministro de Defensa, José Cáceres Monié, mantuvo un off the record con los periodistas acreditados ante su cartera. Conocía lo sucedido el día anterior y les advirtió: "No creo ya que podamos seguir nuestras conversaciones informales sobre los planes del Gobierno Nacional. A partir de la exposición presidencial de ayer, no podemos esperar sino una acción enérgica del Ejército".
Así se llegó al viernes 29 de mayo de 1970 en que se celebró el Día del Ejército en el Colegio Militar de la Nación y se cumplía un año del Cordobazo. Como era una costumbre, tras las palabras del comandante en Jefe se pasó a un salón para un brindis. El general Onganía, en presencia de los otros dos comandantes en Jefe preguntó a Lanusse qué repercusión habían tenido sus palabras ante el generalato. La respuesta fue cauta pero sincera: "Las conclusiones que sacaron los generales fueron, por supuesto, variadas, pero puedo ubicar, dentro de la amplia gama de puntos de vista, a dos sectores: el sector de los generales que no entendieron lo que usted quiso decir y el sector de los generales que están en total desacuerdo con lo que usted dijo".
En ese instante del diálogo, un oficial se apersonó e informó que había sido secuestrado el general Pedro Eugenio Aramburu. El lunes 1º de junio se realizó una primera reunión del Consejo Nacional de Seguridad. Al día siguiente se llevó a cabo la segunda, de manera desordenada, en la que el ministro Imaz puso de relieve la condena peronista al secuestro del ex presidente de facto. Lanusse completó el concepto diciendo que Jorge Daniel Paladino, el entonces delegado de Juan Domingo Perón en el país, también culpaba al gobierno y propuso convocar a la dirigencia política. Una idea que fue considerada sacrílega por Onganía.
El miércoles 3 de junio, Paladino le escribió a Perón que desde el 30 de mayo había querido comunicarse con él por teléfono pero que no lo llamó para "no ponerlo en el compromiso de que sus primeras opiniones, mi General, dichas así con la información deficiente que yo podría darle telefónicamente, fueran grabadas como graban todo aquí y pasaran a estudio de los múltiples servicios de informaciones. Entendí que en estos momentos Perón es la última palabra y no debíamos jugarla de entrada".
Pedro Eugenio Aramburu fue presidente de facto durante la llamada “Revolución Libertadora”.
"Por la misma razón, aunque les dije que sí, no concreté finalmente un pedido que me hicieron esta mañana Rogelio Frigerio y monseñor Antonio Plaza. Vinieron a verme juntos y me sugirieron que lo llamara a Ud. por teléfono, mi General, para solicitarle algo así como un 'llamado a la pacificación'. Mi opinión es que Perón es la reserva final que tiene el país en estos momentos, y debe hablar en el instante preciso y sin pedido de nadie. Por otra parte es dar mucha ventaja, gastar lo más importante que tiene el Movimiento, que yo aparezca pidiéndole desde aquí por teléfono una definición que a su vez han sugerido otras personas. La situación del país hoy es crítica y puede ser grave. Ya le hablaré de esto", agregó Paladino.
"Hasta el momento no se sabe si Aramburu está vivo o está muerto. Lo que sí parece claro es que el secuestro ha sido obra de elementos organizados adictos al gobierno. Ya los sectores 'gorilas', civiles y militares, comienzan a acusar a Onganía. Por lo que yo sé esta actitud se irá incrementando. Además estos sectores se han dedicado a hacer la investigación del hecho que la policía y el gobierno no saben o no quieren hacer. El gobierno está dando espectáculo con miles de hombres en la 'gran cacería', helicópteros y aviones, como en las películas. Pero todo el mundo sospecha que se trata de un gran 'camelo'.
En los 'comunicados' de los secuestradores se advierten dos cosas: una, que no atacan ni al gobierno ni a la situación del país. Dos, que sugieren que son peronistas. Es decir, tratan de echarnos la culpa a nosotros. Pero todo ha sido tan burdo que en este aspecto han fracasado. Ni las masas se han dejado engañar, generalizándose la creencia general que la mano del gobierno está en esto, ni los 'gorilas' se han confundido. Prueba de esto es que los ex 'comandos civiles' han dado un documento que ha sorprendido a muchos invitándonos a 'dialogar'. Descartan cualquier participación peronista en el hecho y dicen que ya no son enemigos nuestros, aunque unos y otros piensen distinto, sino 'adversarios políticos'", continuó.
Sigue Paladino: "Esta actitud de los 'gorilas' auténticos, más la visita de Frigerio y Monseñor Plaza, más otra visita del Dr. Enrique Vanoli, segundo de Balbín, y otros contactos de sectores políticos no peronistas, constituyen uno de los elementos del nuevo panorama". Según el delegado de Perón, tanto para unos como otros el peronismo era la "niña bonita" y todos querían contar con el Movimiento o "por lo menos no tenerlo ya de 'enemigo'".
Un peronista en el Edificio Libertad
A través de un "gestor" se le preguntó a Paladino si estaba dispuesto a conversar con el jefe de la Armada. Contestó que sí. "Siempre que se tratara de un diálogo franco y a la luz del día, esto es, el Movimiento no estaba dispuesto a escuchar monólogos y tampoco clandestinidades. Rápidamente llegó la respuesta y la reunión se hizo a las 13 horas y duró hasta las 15, en la propia sede del Comando en Jefe de la Armada. Estaban el titular del arma y actual presidente de la Junta de Comandantes, Almirante Pedro Gnavi, y el Comandante de la Aviación Naval, Contralmirante Hermes Quijada", describió el delegado.
Según relató, Paladino fue recibido cordialmente y los jefes navales no entraron inicialmente en el tema, sino que pidieron conocer el pensamiento del peronismo sobre "la actual situación".
El dirigente, entonces, recordó "las palabras de Perón sobre las básicas que habían provocado lo que había ocurrido y lo que estaba ocurriendo. Que el pueblo argentino no estaba resignado a seguir soportando ser espectador de la ruina de su patria. Intercaló entonces el almirante Gnavi que, en su opinión, el error principal del actual gobierno era no haber fijado una fecha para una salida política. Que a su juicio esta debía ser con absoluta libertad, sin proscripciones de ninguna naturaleza y ajustada a las estructuras políticas que tuvieran vigencia en nuestro país, pues hasta que no aparezcan otras mejores debíamos ajustarnos a ellas. Sugirieron varios otros subtemas y llegamos al punto que a ellos les interesaba más, según supongo: el caso Aramburu.
Yo ya había convocado la conferencia de prensa para dar nuestra posición. Me manifestaron que no pretendían que les adelantara lo que iba a decir en esa conferencia, pero que sí podía ser importante conocer la línea general. Respondí que no tenía inconveniente y le anticipé que el Movimiento, dentro de la Doctrina fijada y mantenida por Perón desde hace 25 años, iba a condenar el hecho. Pero no ese hecho aisladamente, que no era más que una consecuencia, sino la política total impuesta al país que era la causa de todo. Estuvieron de acuerdo, según sus expresiones". También Paladino condenó la situación de destierro que sufría Perón.
En cuanto al pensamiento expresado por Gnavi, en nombre de las Fuerzas Armadas, ya que Paladino entiende que está "actuando como canciller de las tres armas en este momento del proceso", el Delegado lo resumió así: "1º) Onganía debe convocar a los dirigentes políticos representativos; 2º) Luego de esa apertura, que debe ser diálogo real y no monólogo, constituir un gobierno de conciliación o pacificación nacional; 3º) Onganía debe fijar fechas para la salida política que debe ser 'republicana, representativa y federal'. Concretamente: fecha para elecciones sin proscripciones. Implícitamente surgió de la expresión de este pensamiento, que ya se le habría anticipado a Onganía, que el plan va a realizarse con Onganía o sin Onganía."
En la misma carta, el Delegado cree oportuno aclarar que él no puede asegurar que las palabras de Gnavi son sinceras, pero que en el Movimiento "el único que toma o deja los compromisos es Perón" y así lo afirmó en la reunión.
En cuanto al aniversario del Cordobazo le informó que, a diferencia del año 1969, ésta fue una jornada "totalmente peronista". "Como en el paro del 23 de abril –dice Paladino – los marxistas brillaron por su ausencia (…) de todos modos esto nos permitió demostrar que el peronismo sólo llena las calles, con algunos sectores aliados, claro está, pero manejando nosotros el proceso. En 1969 no hubo un solo grito o cartel de 'Perón'. Esta vez fue la técnica no solo en Córdoba, sino en todas las provincias donde se hicieron manifestaciones de intensidad y violencia variables. Y me parece que todo va encajando, mi General. Porque la agitación que estamos haciendo con los actos en las provincias, y esta demostración con menos coches quemados, pero nuestra, del 29 de mayo y días anteriores, explica por qué las Fuerzas Armadas consideran necesario hablar con el Movimiento. Hasta ahora no existíamos para ellos, salvo contactos clandestinos de tercer y cuarto orden para arreglos 'personales'."
Los chicos del Pindapoy
Hoy pocos dudan de la autoría de Montoneros en la muerte de Aramburu. Algunos sostendrán que la Operación Pindapoy se hizo para impedir la caída de Onganía, pero lo cierto es que el presidente de facto ya estaba condenado a partir de la reunión de Altos Mandos del Ejército del 27 de mayo. Es más, quizá hubiera caído antes si no fuera porque todo quedó en segundo plano tras el secuestro de Aramburu.
Otros dirán que los integrantes del grupo montonero habían sido armados y financiados por gente cercana al gobierno. Sobran razones que prueban alguna conexión con uno u otro integrante del comando. Pero nadie puede probar ni la instigación ni mucho menos la complicidad en el asesinato.
Sus miembros, casi todos, venían de vertientes ligadas con el nacionalismo y la Juventud Católica; otros del catolicismo postconciliar. Habían pasado – como Fernando Abal Medina y Emilio Ángel Maza—por la Guardia Restauradora Nacionalista, una escisión gorila de Tacuara. Esther Norma Arrostito había militado en "La Fede" comunista, lo mismo que su marido Rubén Ricardo Roitvan. Arrostito fue más tarde pareja de Abal Medina. Maza, Abal Medina y Arrostito, a su vez, se entrenaron en Cuba, en 1968, en el marco de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), una suerte de multinacional de bandas terroristas digitadas desde La Habana e insertadas en la Guerra Fría.
Parte de una ficha de contacto en el aeropuerto de Praga en el que aparecen los apellidos Arrostito y Abal Medina. Ambos apellidos son acompañados por lo de los falsos pasaportes cubanos, que se entregaban a aquellos que viajaban para recibir instrucción militar
Ignacio Vélez, lo mismo que Maza, había sido cadete del Liceo Militar General Paz.
En definitiva fueron ocho los que intervinieron en la Operación Pindapoy contra Aramburu: Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus, Ignacio Vélez Carreras, Emilio Ángel Maza, Carlos Capuano Martínez, Mario Eduardo Firmenich, Norma Arrostito y su cuñado Carlos Maguid. Así lo relataron el 3 de septiembre de 1974 en el semanario La Causa Peronista Nº 9, en el último ejemplar del semanario que dirigía Rodolfo Galimberti. El relato fue tomado como una provocación por el gobierno. No estaba equivocado: 72 horas más tarde la organización Montoneros pasaba a la clandestinidad mientras gobernaba en la Argentina la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón.
El segundo motivo que dio la organización para aplicar la condena de muerte al ex presidente fue que "preparaba un golpe militar…y del que nosotros teníamos pruebas". Tenían razón porque era vox populi que Aramburu era una figura de recambio para poner fin al onganiato.
Párrafo del inédito informe realizado por el Tercer Cuerpo tras la detención de los integrantes de la organización que copó la localidad de La Calera. Este informe conecta a los asaltantes con el secuestro de Aramburu y comienza a resolverse el caso
En un trabajo, mecanografiado, sobre la historia de Montoneros que se le atribuye a Arrostito mientras estaba presa en la ESMA, y que fue sacado por una detenida, la participante del secuestro va a decir que la "ejecución" del ex presidente de la Revolución Libertadora se llevó a cabo el 9 de junio de 1970. Sin embargo, en otras de las tantas contradicciones, la organización en su comunicado Nº 4 del 2 de junio va a informar a la población que a las 7 de la mañana de ese día "ha sido ejecutado Pedro Eugenio Aramburu".
La última entrevista que Héctor Sandler (en 1963 y 1973, diputado nacional) tuvo con Aramburu se llevó a cabo cuando el militar volvió de Costa Rica, invitado por el presidente José Figueres. Según el dirigente de UDELPA, el partido fundado alrededor de Aramburu en 1962, el encuentro se realizó en la cocina del departamento de Montevideo 1053, 8º A. El mandatario costarricense, según Sandler, le había dicho a Aramburu: "General, hágase cargo del poder en la Argentina, porque si no es así va a haber un baño de sangre". Sandler observó que Aramburu estaba sorprendido y alterado. También le dijo que esto que va a pasar acá no son ajenos algunos intereses monopólicos norteamericanos.
Para la dirigencia de la organización peronista Guardia de Hierro, "a Aramburu lo asesinaron no porque fuera Aramburu fusilador, sino que era el Aramburu que había comprendido su error y acababa de conversar con Perón". Ricardo Rojo me relató que Perón y Aramburu mantenían un hilo de comunicación. Él reconoció ser un conducto, de los pocos. "Aramburu estaba trabajando con Perón", le dijo Sandler al general Bernardino Labayru y, a las horas del secuestro, durante una conferencia de prensa, denunció la complicidad del gobierno en el hecho.
"Queríamos privar al régimen de su carta más importante para la salida demoliberal dando con ello un golpe durísimo al sistema. Aramburu era el hombre de recambio del régimen, contando para ello con el apoyo de los generales y oligarcas, su prestigio entre los sectores gorilas e imperialistas y su intentona populista de acercamiento al peronismo apoyada por la traición cómplice de algunos tránsfugas", afirmó un miembro de la organización armada al diario cubano Granma en diciembre de 1970.
La portada de la revista “Panorama” en julio de 1970
Onganía invitado a devolver el cargo de Presidente
Entre el 29 de mayo y el 8 de junio de 1970 se sucedieron innumerables reuniones entre el presidente Onganía y los Comandantes en Jefe; de funcionarios de la Administración Pública con altos jefes militares; cónclaves de altos mandos en las tres Fuerzas Armadas; conciliábulos de dirigentes políticos, todo bajo un clima de desinterés general de la población. El sistema se había conmovido y la figura de Onganía, la denominada esfinge estaba hecha trizas. Reclamaba una autoridad que ya no tenía y una seriedad que había perdido el 27 de mayo. El poder no estaba en la calle, se encontraba en los cuarteles y había llegado la hora del reemplazo.
El lunes 8 de junio, el Comandante en Jefe del Ejército emitió un comunicado, a las 11.20 por Radio Rivadavia, informando que "la responsabilidad asumida por el Ejército, en la Revolución Argentina, es incompatible con la firma de un nuevo cheque en blanco al Excelentísimo señor Presidente de la Nación, para resolver por sí aspectos trascendentales para la marcha del proceso revolucionario y los destinos del país".
A las 14.55, los tres Comandantes en Jefe dieron a conocer una declaración, informando que reasumía "de inmediato el poder político de la República", e invitaba "al señor teniente general Onganía a presentar su renuncia al cargo que hasta la fecha ha desempeñado por mandato de esta Junta".
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