Empezó por negarles el cuidado a los recién nacidos, hasta que estos morían de hambre y sed o agotados por los continuos llantos que los debilitaban y acababan muriendo sofocados. Esta mujer se convirtió así en la asesina serial más peligrosa de ese país.
Por: Gastón Marote
Miyuki Ishikawa fue una partera que en Japón mató por lo menos a 103 bebés con la ayuda de varios cómplices entre abril de 1944 y enero de 1948, aunque se estima que pudieron ser 169 en total, y solo recibió cuatro años de prisión por parte del Tribunal Superior de Tokio.
Esta mujer se convirtió así en la asesina serial más peligrosa de ese país, incluidos los hombres, y la quinta entre las homicidas femeninas de toda la historia, detrás de Erzsébet “La Condesa Sangrienta” Báthory (asesinó a 650 víctimas), Khaterina “Madame” Popova (300), Mariam “La Mujer Rasputín” Soulakiotis (177) y Olga “La condesa” Konstantinovna Briscorn (128).
Miyuki nació en Kunitomi, Prefectura de Miyazaki, en 1897 y egresó de la Universidad de Tokio para luego casarse con Takeshi Ishikawa, con quien no tuvo hijos.
Bautizada como “La Partera del Demonio”, fue directora del Hospital de Maternidad Kotobuki en Yanagichō (Shinjuku), pero después la consideraron matrona, aunque no existía una licencia de esa profesión en ese momento en Japón.
En 1940 había muchos bebés en su lugar de trabajo y los padres de muchos de estos chicos eran pobres e incapaces de criarlos sin problemas económicos. Ella no podía ayudarlos debido a la falta de servicios sociales y de beneficencia.
Por lo tanto, dice que se vio envuelta en un dilema y para solucionarlo Ishikawa eligió a los niños abandonados, muchos de los cuales fueron asesinados por esta persona.
Casi todas las parteras del hospital de maternidad Kotobuki estaban disgustadas por esta práctica y renunciaron sus cargos.
Luego, junto a su marido, intentó pedirles a los padres de los chicos elegidos la suma de 4.000 yenes para cometer los homicidios y les decía que sería menor ese gasto que el que tendrían en caso de criar a esos niños no deseados.
El doctor Shiro Nakayama era cómplice de este sistema y ayudaba a la pareja a falsificar certificados de defunción, con ayuda de su asistente Kishi Masako de 25 años. Para cubrir sus acciones los criminales dieron sobornos en las oficinas del barrio de Shinjuku.
Casos similares habían ocurrido en Japón antes de este incidente, ya que personas de Itabashi fueron acusadas en 1930 por asesinar a 41 niños de crianza temporal y Hatsutarō Kawamata fue arrestado en 1933 por asesinar al menos 25 niños.
Por entonces se decía que el gobierno japonés era consciente de esta crisis, pero no hizo nada por evitarla o condenarla.
De hecho, los casos de infanticidio por el padre habían sido considerados como lesión corporal con resultado de muerte bajo el Código Penal de Japón hasta 1907.
La comadrona Ishikawa halló una solución y pronto los bebés comenzaron a nacer muertos.
Empezó por negarles el cuidado a los recién nacidos, hasta que estos morían de hambre y sed o agotados por los continuos llantos que los debilitaban y acababan muriendo sofocados.
El 12 de enero de 1948 dos oficiales del departamento de Policía de Waseda investigaron la casa de Nagasaki Ryutaro, persona que trabajaba para una funeraria.
En aquel lugar hallaron cinco cajas sospechosas y tras interrogar al hombre de 54 años sobre esa cuestión, este reveló que provenían de la maternidad del hospital Kotobuki y su trabajo era llevarlas al crematorio.
Ryutaro fue detenido y ya en la estación de policía el hombre confesó que había hecho lo mismo con 30 cajas y por cada bebé recibía la suma de 500 yenes.
Tras realizar las autopsias en los pequeños descubrieron que no habían fallecido por causas naturales, ya que no tenían comida en sus estómagos, sus pulmones mostraban síntomas de neumonía y sus cuerpos estaban desnutridos.
Los investigadores concluyeron que la muerte de los infantes había sido intencional. Por lo tanto, Miyuki y su esposo fueron apresados el 15 de enero de 1948.
Durante el interrogatorio se descubrió que no les daba de beber leche, lo cual irritaba a los infantes y por su llanto constante morían sofocados o por hambruna.
Miyuki se defendió acusando a los padres de irresponsables, algo que sorprendentemente fue avalado por la opinión pública.
Posteriormente, fueron hallados 40 cuerpos esparcidos en el barrio Shijuku y 30 cuerpos más en un templo con un alto grado de descomposición.
Miyuki fue condenada a 8 años de prisión, mientras que sus cómplices recibieron 4 años de cárcel.
Este hecho permitió que el gobierno japonés considerara legalizar el aborto debido al número de infantes que nacían en Japón.
Las autoridades clasificaron sus actos como crímenes de omisión, ley que justificaba las acciones de Miyuki.
En 1952 la pareja apeló a sus sentencias y la corte superior de Tokyo revocó su tiempo en prisión por la mitad de la sentencia oficial.
Se puede decir que esta partera prácticamente quedó sin castigo gracias al vacío legal que existía en Japón, que no consideraba el abandono de un recién nacido como asesinato, porque únicamente la muerte directa estaba penada.
El 13 de julio de 1948 se creó la “Ley de protección contra del cuerpo de la madre”, norma que estableció en primera instancia el “Sistema Nacional de exámenes para matronas”.
El 24 de junio de 1949, la ley de abortos, por razones económicas, fue legalizada bajo la supervisión de la “Ley de protección contra el cuerpo de la madre”.
Los crímenes cometidos por la “partera asesina” generaron en Japón un balance en el sistema de leyes y regulaciones ante los vacíos legales que existían hasta entonces.
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Fuente: elciudadanoweb.com
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