Luego de la apertura China en 1979, el medio ambiente fue sacrificado en aras del crecimiento económico. Dieciocho de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China. Los principales ríos del país se encuentran tan contaminados que son tóxicos incluso al contacto con la piel. La provincia de Shanxi es el núcleo de la enorme y creciente industria china del carbón, produciendo las dos terceras partes del carbón del país. Su capital, la ciudad de Linfen, es el lugar más contaminado de esa provincia; sus habitantes literalmente se asfixian con el humo del carbón.
El desastre ambiental es tal, que desde hace medio año el partido comunista no consigue que alguien se haga cargo de la jefatura en la sede municipal (el cargo equivale a intendente). Ningún funcionario quiere hacerse responsable del puesto y vivir en Linfen se considera como un castigo de cadena perpetua. Su aire es cuatro veces más perjudicial que el de cualquier ciudad occidental gravemente contaminada. Linfen, la ciudad sin sol Linfen ocupa el primer puesto entre las ciudades más contaminadas del mundo.
Las fábricas y la industria minera enrarecieron el aire al extremo. Sus habitantes fuman un equivalente a 30 paquetes de cigarrillos diarios con solo respirar el humo en sus calles. La esperanza de vida de los ciudadanos de Linfen es de tan solo 60 años, diez menos que en el resto de China, y muchas ONGs afirman que su contaminación es mucho mayor que la existente en Chernobyl después del desastre nuclear. Luego de la apertura China en 1979, el medio ambiente fue sacrificado en aras del crecimiento económico. Dieciocho de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China.
Los principales ríos del país se encuentran tan contaminados que son tóxicos incluso al contacto con la piel. El desastre ambiental es tal, que desde hace medio año el partido comunista no consigue que alguien se haga cargo de la jefatura en la sede municipal (el cargo equivale a intendente). Ningún funcionario quiere hacerse responsable del puesto y vivir en Linfen se considera como un castigo de cadena perpetua. Su aire es cuatro veces más perjudicial que el de cualquier ciudad occidental gravemente contaminada.
En Linfen la agricultura prácticamente no existe, debido a que las verduras que se cosechan presentan una gran capa de polvo negro; los niños no conocen las estrellas ya que su cielo está permanentemente cubierto por un manto gris de humo. Los habitantes pasan gran parte del día en sus viviendas, prácticamente tapiadas para tratar de frenar la contaminación de afuera; cuando salen, deben usar mascarillas quirúrgicas para disminuir un poco la contaminación absorbida. Sus ciudadanos están condenados a vivir y trabajar en el peor de los medios posibles, ya que no tienen ninguna posibilidad de mejorar su situación o emigrar.
Solo los ricos, que acumularon millones de yuanes con fábricas y minas de carbón, pudieron marcharse y buscar un lugar mejor para vivir. Linfen es una clara muestra de la ambición con que el régimen chino busca la riqueza, sin importar el precio a pagar por ella. Parece claro que, para los líderes comunistas, la vida humana vale poco y es perfectamente reemplazable.
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