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Foto del escritorMuseo Negro

La ESMA, el templo del terror de la última dictadura argentina


Han pasado 40 años, pero el tiempo apenas hace mella en el antiguo edificio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el templo del terror de la última dictadura argentina (1976-1983), donde unas 5.000 personas fueron secuestradas y torturadas y casi todas arrojadas luego con vida al mar.


El edificio, en pleno casco urbano de Buenos Aires, todavía conserva tintes de la frialdad de sus tiempos de mazmorra. No obstante, sigue siendo prueba material en los juicios contra los verdugos que aún ahora se llevan a cabo.


"Es el emblemático de lo que fue la represión en Argentina y en el Cono Sur. El centro clandestino (argentino) más conocido en el mundo", cuenta a Efe Alejandra Naftal, directora del actual Sitio de Memoria ESMA, el museo que se creó en ese espacio, del que se cree solo existen 250 sobrevivientes.


Militantes políticos y sociales, de grupos revolucionarios armados y no armados, trabajadores, gremialistas, estudiantes, artistas y religiosos pasaron por el edificio desde 1976, cuando el golpe de Estado del 24 de marzo desembocó en el periodo más oscuro de la historia argentina, que duró siete años.


"Este es un templo de homenaje a la vida mutilada, a quienes no tuvieron futuro. De recuerdo a los que no están más y de condena", explica emocionado el juez Pedro Rubén David, integrante de la Cámara Nacional de Casación Penal desde la creación de este tribunal, en 1992, y exmiembro del Tribunal de la Haya.


Paredes descascarilladas, espacios diáfanos y luz tenue, acompañados solamente de paneles explicativos de lo que esos muros fueron testigo, permiten hacerse una pequeña idea de la realidad.


El recorrido de los prisioneros comenzaba en el sótano, donde eran sometidos a torturas con el fin de extraerles información tanto de sus organizaciones políticas como de otros militantes.


Después iban al tercer piso donde estaba la sala conocida como "capucha", que era la que más prisioneros alojaba. En la misma planta se hallaban las embarazadas que esperaban dar a luz a sus hijos, de los que muchos son los desaparecidos vivos que aún se siguen buscando.


Una primera reconstrucción de lo que ocurrió fue posible por la investigación realizada por la Comisión Nacional de Desaparición de Personas en 1984, pero también por la desclasificación de documentos desde 2003 y sobre todo a la información de los sobrevivientes durante los juicios.


"A partir de los testimonios podemos dar cuenta de que acá hubo un plan sistemático de exterminio, de aniquilamiento, de tortura y de desaparición forzada de personas", señala Naftal.


Para Alejandra Naftal, que fue secuestrada a los 17 años durante varios meses en el centro de detención conocido como "El Vesubio", el antiguo ESMA puede ser considerado "un centro clandestino sofisticado", ya que con el tiempo se fueron innovando tanto las tareas represivas como el resto de delitos cometidos por los represores.


"No solo se secuestró en busca de información política y de destruir cualquier tipo de oposición al régimen sino que se convirtieron en una asociación ilícita que robó bienes, falsificó documentos, robó comercios, campos...", recuerda.


Una vez que los verdugos decidían el destino de sus víctimas, estas eran llamadas por un número, se las colocaba en fila y se les inyectaba una sustancia para adormecerlas y prepararlas para los vuelos de la muerte, durante los que eran arrojadas vivas al mar.

A diferencia de otros centros de detención, funcionó durante todo el periodo de la dictadura.

Así, en 1979, el edificio del casino fue parcialmente modificado ante la visita de representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, provocada por la cantidad de denuncias sobre la represión, y con lo que se intentó borrar pruebas.

Durante la visita, los prisioneros en su mayoría fueron llevados temporalmente a una isla en el delta de San Fernando.


En 2004, el Gobierno de Néstor Kirchner anunció la creación del Espacio Memoria y Derechos Humanos en el amplio solar en la que se haya el complejo de la exEsma, que fue definitivamente desocupado por las Fuerzas Armadas en 2007.


Ahora, 40 años después del golpe, son un grupo de jóvenes con formación histórica los encargados de narrar a los grupos de visitantes lo que fueron las entrañas del terror de la dictadura.


"Que exista este lugar le hemos dado la libertad al sobreviviente de decir: tomamos tu legado, somos nosotros los que vamos a narrar y que pueda sentir que su misión está cumplida en el mundo", concluye Alejandra.


Actualmente, y desde 2012, se lleva a cabo una nueva etapa de la causa judicial por los delitos que allí se cometieron, que investiga los casos de 789 víctimas y juzga a 56 imputados.


El primer juicio no llegó a su fin, ya que el único imputado murió antes de conocerse la sentencia en 2007, mientras que en un segundo juicio, que finalizó en 2011, fueron condenadas 16 personas.


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