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Horrores Humanos: Eric Smith

Eric Smith


Eric M. Smith (nacido el 22 de enero de 1980) es un criminal estadounidense, encarcelado por el asesinato del infante de cuatro años de edad, Derrick Robie (nacido el 2 de octubre de 1988) el 2 de agosto de 1993, en el condado de Steuben, Nueva York. Smith fue declarado culpable de asesinato en segundo grado en 1994 y condenado a la pena máxima entonces disponible para asesinos menores de edad mínimo de nueve años a cadena perpetua en prisión.


Primeros años

Smith le gustaba pasar tiempo con sus abuelos, Red y Edie Wilson; Red dijo: «Siempre entraba y nos daba abrazos y besos. Le gustaba ser un payaso».


Asesinato

El 2 de agosto de 1993, Eric Smith estaba montado en su bicicleta en un campamento de verano en un parque local y el niño de 4 años de edad, Derrick Robie estaba caminando solo a ese mismo campamento. Smith vio a Robie, y lo llevó a una zona boscosa muy lejana. Allí, Smith lo estranguló, lo golpeó con una gran roca en la cabeza del muchacho, desnudó su cuerpo, y lo violó y sodomizó con un palo.


Alrededor de las 11:00 horas, la madre de Robie, Doreen, fue al parque a recoger a su hijo, sólo para encontrar que Robie no había llegado. Después de cuatro horas de investigación, se encontró el cuerpo de Robie. El caso de asesinato fue noticia nacional, en gran parte debido a la edad del asesino (13) y de la víctima (4).


Eric Smith

Datos extraídos del programa radiofónico «La Noche» de Cadena COPE.

Eric Smith nació en Nueva York el 22 de enero de 1980. Siempre tuvo un problema, y fueron sus complejos. Esos complejos nacieron, o quizás se agrandaron, cuando sufrió lo que hoy día se conoce por el anglicismo de bullying, pero que en nuestro idioma es la presencia del matón de clase de toda la vida, el acoso escolar.


De Eric se reían constantemente sus compañeros por el simple hecho de tener muchas pecas, de ser pelirrojo, de usar gafas, incluso de tener grandes orejas. En ocasiones, ese acoso no era solamente verbal, psicológico, sino que llegaron a agredirle en varias ocasiones.

Se podría decir que la infancia y el paso por el colegio fue para Eric Smith una experiencia espantosa.


Sitúanos en la fecha, en los hechos concretos… [Adolfo Arjona al periodista José Manuel Frías]

Ocurrió el 2 de agosto de 1993. Aquella mañana, Eric estaba paseando por la calle cuando se cruzó con Derrick, un niño de apenas cuatro años que iba camino hacia un campamento de verano que estaba muy cerca. Por desgracia, y a pesar de que este chico nunca había salido solo a la calle, aquel día convenció a su madre para que lo dejara ir. Y la madre aceptó, teniendo en cuenta lo cerca que estaba su destino. Esa decisión, por desgracia, condenó a Derrick a la muerte.


Eric Smith estaba enfadado aquel día. Posiblemente se habría convertido, de nuevo, en el blanco de las burlas de sus compañeros. Al ver a Derrick, lo convenció para que lo siguiera a un lugar apartado. Una vez allí, lo golpeó hasta tirarlo al suelo, después le lanzó piedras a la cabeza y le provocó un severo traumatismo cerebral, y no sabemos si aún vivo o estando ya muerto, lo desnudó y lo violó con un trozo de madera.


Cuando llegó a casa, Eric tenía las manos manchadas de sangre, y tuvo que improvisar, incluso, diciendo a sus padres que, enfadado por las burlas de los demás, había golpeado una pared hasta sangrar.


Cuando la madre de Derrick fue a buscarlo al campamento de verano, no encontró a su hijo. Pocas horas después de iniciarse la búsqueda del niño, apareció el cadáver. Lo espantoso de la escena hacía pensar en cualquier cosa menos en un asesino de trece años. Siendo de esta forma, ¿por qué sospecharon de Eric?

Digamos que en este caso fue el mismo Eric el que se encargó de propiciar un poco esas sospechas. La policía acudió a las viviendas de todos aquellos que pudieran haber visto a Derrick con vida aquel día para obtener información, y uno de ellos era el propio Eric.

Cuando los agentes se personaron en su casa, el muchacho se puso muy nervioso.


Empezó a reprochar que sospecharan de él y eso empezó a despertar la intriga en aquellos miembros de la policía. Incluso dicen que llegó a ponerse visiblemente violento. Pero peor fue aún cuando le dijeron que acompañara a los agentes al sitio en el que vio a Derrick por última vez. En lugar de tratar de engañarlos, de llevarlos a cualquier enclave de su entorno, acompañó a la policía, sin ningún tipo de miramiento, al enclave apartado en el que había matado al niño y en el que se había descubierto el cadáver. A todo esto hay que sumar que encontraron una mancha de sangre con el ADN de la víctima en su cuarto de baño.


Claramente todo le señalaba a él. Entramos en el proceso judicial, y entramos también en la segunda derivada de la noche. Proceso judicial, teniendo en cuenta que hablamos de Eric, un chico que es menor de edad.

Ante todo, la defensa de Eric trató por todos los medios de demostrar que el niño sufría algún tipo de trastorno mental. Incluso, no sabemos si los episodios de violencia que se llega a vivir en el estrado con este niño dándose cabezazos contra el suelo, formaban parte o no de una especie de representación planeada.


Pero el caso es que durante el proceso, el abogado explicó que Eric se había sentido ninguneado durante toda su infancia por sus compañeros de escuela y que incluso tuvo problemas en casa durante toda su vida, donde lo trataron, al parecer, no de un manera precisamente agradable. Por ejemplo, cuando el niño acudía a su padre para explicarle que había tenido un problema, que tenía un episodio de ira, el hombre lo mandaba a golpear un saco de boxeo para que desfogara. No le daba ningún tipo de consejo ni de ayuda.

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Durante el juicio, una frase de Eric con relación al crimen que cometió dejó anonadados a todos los presentes. Dijo: «Ésta vez en lugar de que me hicieran daño a mí, era yo el que estaba haciendo daño a alguien.»


Eric Smith era menor de edad cuando comete el asesinato y seguía siendo menor de edad cuando en agosto de 1994 se dicta la sentencia contra él. ¿Cuál fue la condena que le impusieron a este pequeño?

En este caso no se tuvo en cuenta tanto la edad, sino la gravedad del crimen. Debido a ello, Eric Smith fue condenado a una especie de cadena perpetua revisable por asesinato en segundo grado. En aquel momento, además, el niño pareció no mostrar ningún tipo de remordimiento; en el estrado se mostró en todo momento con una frialdad total. Pero esa actitud cambió cuando una audiencia se reunió en 2004 para estudiar su posible puesta en libertad. En esa ocasión, Eric sí se mostró arrepentido, llegó a pedir perdón a la familia de la víctima e incluso a jurar que le hubiera gustado poder viajar al pasado y él convertirse en asesinado, en lugar de ser el asesino.


El resultado de esa audiencia y de los recursos posteriores fue completamente negativo. Los jueces consideraron que era peligroso ponerlo en libertad. Así que buena parte de su encierro lo ha vivido en la prisión de máxima seguridad de Dannemora, en Nueva York, hasta que en el año 2013 fue trasladado a la prisión de Collins.


La mirada del asesino pelirrojo de 13 años, la perturbadora historia de Eric Smith

César Cervera – ABC.es

7 de septiembre de 2016 – Actualizado: 8 de septiembre de 2016

A Eric Smith le gustaba pasar tiempo con sus abuelos, Red y Edie Wilson, que le tenían como un niño especialmente cariñoso y endulzado en sus rasgos por el color pelirrojo de su pelo y sus pecas. El corresponsal del diario ABC en Nueva York entonces, Juan Vicente Boo, lo definiría en su crónica como un «Tom Sawyer» en versión pelirroja con «el aspecto de no haber roto un plato» en toda su vida. Pero fueron precisamente esos rasgos dulces los que convirtieron a Smith en el blanco del acoso de los matones en la escuela. Cuando llegó a la adolescente, Smith apenas tenía amigos en Steuben, un pequeño pueblo en el oeste de Nueva York, su carácter era reprimido y se le veía constantemente pedalear solo en su bicicleta.


Durante el verano del 1993, los padres de Eric Smith quisieron que su hijo asistiera a un campamento de verano y pudiera así relacionarse con otros niños. Allí, el 2 de agosto de 1993, Eric Smith se alejó en su bicicleta por los alrededores y halló en un parque cercano a un niño de 4 años de edad. Derrick Robie también se encontraba jugando solo al fútbol, apenas a dos manzanas de su casa, equipado únicamente con un bocadillo y un refresco. «Fue la primera vez que le dejé ir solo a algún sitio», recordaría años después la madre del menor.


Al niño mayor no le resultó difícil obligar al apacible Derrick a que le acompañara a una zona boscosa. Lejos de los ojos del vecindario, Smith estranguló al pequeño con sus propias manos y, cuando el niño de cuatro años se encontraba moribundo, le introdujo en la boca la bola aplastada de lo que minutos antes fue un bocadillo envuelto en plástico.


A continuación, el niño pelirrojo levantó en el aire una piedra de doce kilos y la arrojó varias veces sobre la cabeza del menor. Una piedra más pequeña le sirvió para provocarle otra lesión en el pecho. El niño ya estaba muerto, pero Eric Smith siguió maltratando su cuerpo. Tras arrojar un refresco sobre el cadáver, el niño pelirrojo le bajó los pantalones y, «en un último acto de sadismo, introdujo un palitroque a través del recto», como describió el corresponsal de ABC en su artículo. Como si nada hubiera sucedido, Eric volvió al campamento a seguir jugando.


«Síndrome explosivo intermitente»

Alrededor de las 11:00 horas, la madre del niño, Doreen Robie fue al parque a recoger a su hijo, solo para descubrir que no estaba allí. Después de cuatro horas de investigación, se encontró el cuerpo y el caso se convirtió en una noticia de alcance nacional por el sadismo empleado. En los siguientes días, Eric fue uno más de los niños interrogados del campamento e incluso fue él mismo quien se dirigió primero a los agentes. La Policía concluyó que el pelirrojo había sido el último en ver con vida a la víctima y, de modo repentino, él mismo lo confesó todo sin mostrar remordimiento.


El rastro dejado por el adolescente, no en vano, dejaba poco lugar a las dudas. Después del asesinato, había dejado las gafas tiradas cerca y había marcas de sangre en el espejo de su lavabo.


Un año después del crimen, Smith, de 14 años de edad, fue juzgado como un adulto según las leyes de Nueva York. Durante el juicio, el abogado defensor argumentó que su cliente no era responsable de sus actos y sufría un trastorno mental, que le llevó a matar en un arranque de rabia patológica y sin provocación; es decir, «síndrome explosivo intermitente» debido a tantos años de acoso escolar e ira reprimida. Un argumento que sus padres corroboraron. Ya en otra ocasión -narraron ante el juez- Erik había experimentado un ataque de violencia súbito en casa. El niño desató su ira golpeando un árbol hasta que le sangraron los nudillos.


Un psiquiatra explicó en el juicio que la madre de Eric tomó un fármaco antiepiléptico durante el embarazo que pudo haber causado problemas al feto. Al precoz asesino le describió como un niño de un bajo coeficiente de inteligencia, serios problemas de autoestima personal y un defecto físico en las orejas que le reportaba bromas pesadas de sus compañeros de escuela (defecto causado por el medicamento). Otros testigos de la defensa dijeron que el padrastro del muchacho lo había maltratado físicamente. Sin entrar en el origen de su comportamiento, el fiscal John Tunney se limitó a presentar al joven tal y como había actuado, un pequeño sádico, que cometió un horrendo crimen a sangre fría y «disfrutando» en el proceso.


Sin remordimiento por su crimen

Nada de lo dicho por la defensa sirvió para rebajar la pena. Los seis hombres y seis mujeres del jurado rechazaron que una posible enfermedad mental le eximiera de culpa y, aunque fuera de verdad un muchacho enfermo, lo más recomendable era limitar su libertad para evitar otros ataques explosivos. Tras siete horas deliberando, el jurado declaró a Eric Smith culpable de asesinato en segundo grado, lo que se tradujo en la pena máxima entonces disponible para asesinos menores de edad: un mínimo de nueve años a cadena perpetua en prisión.


Mientras el menor permanecía impasible escuchando que iba a pasarse la vida en la cárcel, la madre del joven asesinado lanzó un sollozo y se abrazó con su marido. La abuela se desmayó en plena sala.


Eric Smith cumplió parte de su condena en un reformatorio hasta que alcanzó la mayoría de edad, en 2001, momento en el que fue trasladado a una prisión ordinaria. En la prisión de seguridad intermedia de Collins, en el Condado de Erie, desde hace una década trata de que se le conceda la libertad condicional. Por octava vez consecutiva, se le negó la libertad condicional el pasado mes de abril. Su obstáculo para lograr salir es que Eric debe demostrar que siente remordimientos por lo que hizo y hasta ahora ha sido incapaz de convencer a los tribunales de ello. De lo contrario, Eric Smith seguirá indefinidamente en prisión


Smith ha basado estos años su discurso en que la ira había ido germinando en su interior a causa de los abusos sufridos en el colegio: «Empecé a creer que yo no era nada ni nadie. Sentí que cuando iba a la escuela iba al infierno, porque eso es lo que era para mí…». Sin embargo, cuando se le ha preguntado por qué cometió el asesinato la respuesta siempre ha sido igual de ambigua: «Porque en vez de herirme a mí, el daño se lo estaban haciendo a otra persona por una vez». Sobre si disfrutó durante el asesinato, la contestación de Eric no deja lugar a dudas incluso hoy: «En ese momento, sí».

Eric Smith en la actualidad

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