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Foto del escritorMuseo Negro

Hambruna Rusa


En 1924, la Revolución Rusa sufrió una gran pérdida: la muerte de su líder, Vladimir IIich Lenin. Pronto, en la URSS, se desató una complicada lucha entre los que aspiraban a sucederlo en el poder. José Stalin, secretario general del Partido Comunista, logró imponerse. Desde entonces, se adueñó de todo el poder y lo ejerció en forma absoluta hasta su muerte, ocurrida en 1953. La URSS no sufrió las consecuencias de la crisis mundial de 1929, ya que por razones políticas se encontraba prácticamente aislada del comercio internacional. Aún así, debía superar profundas dificultades económicas, originadas por la guerra y por el atraso económico del ex Imperio Ruso. A fines de la década del 20, Stalin adoptó enérgicas medidas económicas para permitir la rápida expansión de la industria pesada. 


Necesitaba producir gran cantidad de acero, maquinarias, ferrocarriles y armas para construir un sistema efectivo de defensa contra la agresión de las potencias capitalistas occidentales. Pero los recursos necesarios para el desarrollo de la industria, sólo podrían lograrse con un aumento de las exportaciones agrícolas. Para ello había que terminar con las pequeñas explotaciones campesinas, organizar el trabajo en gran escala y mecanizar las tareas agrícolas. Stalin puso en marcha esa reorganización de la producción. 


Estableció la colectivización forzosa: los campesinos fueron obligados a unir su trabajo y sus parcelas formando grandes cooperativas colectivas. En 1936, fueron colectivizadas el 96% de las explotaciones campesinas y en 1940, la producción de granos superó en un 80% la registrada en 1913. Fue la mayor revolución agraria de la historia de la humanidad. La transformación en el campo favoreció el desarrollo de la industria pesada. Grandes cantidades de capital y mano de obra fueron destinadas a la electrificación masiva, a la explotación de nuevas minas de carbón, mineral de hierro y yacimientos de petróleo, a la instalación de ferrocarriles y, especialmente, a la fabricación de armamentos. No obstante, se sacrificó la producción de bienes de consumo. 


El Estado soviético controló tanto la actividad agrícola como la industrial. Nada fue dejado al azar o al “libre juego de la oferta y la demanda”. da la economía se planificó. Para ello, elaboró planes quinquenales fijándose se exigentes metas a cumplir. En poco tiempo, esta transformación tuvo como resultado un éxito e nómico notable y la formación de un poderoso ejército. Pero sus costos, sufrimiento y vidas humanas, fueron enormes. Para cumplir con las metas establecidas en los planes quinquenales, el Estado empleó métodos violen que generaron grandes resistencias en distintos sectores. A menudo. los campesinos preferían matar animales y quemar cosechas antes que permitir colectivización forzosa. 

El Estado respondía arrestando y deportando a ¡rebeldes a campos de trabajo forzado o bien optaba por fusilarlos. En las ciudades, los obreros fueron sometidos a exigentes regímenes de trabajo. Además, la mayor parte de la población vivía en viviendas primo vas, en condiciones miserables. Dado que todo el esfuerzo se dedicaba al desarrollo de la industria pesada, se sufría una crónica escasez de bienes consumo de primera necesidad, como ropa, frazadas y utensilios doméstico Hacia mediados de los años 30, la situación de los trabajadores soviéticos empezó a mejorar. 


Desde entonces, comenzaron a gozar de nuevos servicio como los de educación, salud y vacaciones pagas. En la Unión Soviética, no sólo la economía era rigurosamente planificación da desde el Estado, también estaban controladas las actividades políticas, sociales y culturales. Stalin disponía de todo el poder y lo ejercía en forma absoluta. Ello generando un fuerte rechazo aun dentro del partido. Stalin respondió organizando purgas de opositores. 


Millones de funcionarios, miembros del partido y personas comunes fueron arrestados, torturados y obligados a confesar toda clase de crímenes de los que en su mayoría eran inocentes. Se organizaban juicios simulados en los que invariablemente eran encontrados culpables y sentenciados a muerte o recluidos en campos de trabajo. Algunos historiadores calculan que hasta 1938 el número de víctimas del stalinismo ascendía a ocho millones. Entre ellas se encontraban los “viejos bolcheviques”, dirigentes de la revolución de octubre de 1917, y muchos de los mejores intelectuales y hombres de la cultura. Se trataba de pérdidas muy graves para un país en el que la clase educada era aún reducida. 


Entre los numerosos crímenes cometidos por Stalin se cuenta el de la hambruna forzosa de Ucrania durante los años 1932-1933. Como es común en los países en los que reina el socialismo, las hambrunas intencionadas se han usado como arma política utilizada para alcanzar los deseados objetivos contra varias clases. Las víctimas señaladas en esta ocasión fueron los kulaks, los agricultores campesinos que tenían propiedad y contrataban a trabajadores. 


Cuando Stalin alcanzó el poder en 1924, vio el nacionalismo ucraniano como una amenaza al poder soviético, creyendo que cualquier insurrección futura podría provenir probablemente de los kulaks. Así que decidió aplastarles utilizando los métodos que tan exitosos habían sido en la URSS durante la política de “liquidación como clase”. En 1929, arrestó a miles de intelectuales ucranianos bajo falsos cargos y o bien los fusiló o bien los envió a campos de trabajo en Siberia. 


Llevó a cabo la colectivización de las explotaciones ucranianas requisando todas las tierras y el ganado privados, lo que afectó aproximadamente al 80% de la población de Ucrania, anteriormente conocida como el granero de Europa. Declaró a los kulaks enemigos del pueblo.

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