El Combatiente – periódico del PRT
El 19 de julio de 1976 cayó combatiendo junto a Mario Santucho el compañero Benito Jorge Urteaga. El estupor que causó la muerte de Santucho y los homenajes posteriores postergaron el reconocimiento a uno de los más grandes dirigentes de nuestro Partido y de la Revolución en la Argentina.
Benito, o Mariano como lo llamábamos en la clandestinidad, era oriundo de la ciudad de San Nicolás. Su padre era diputado radical durante la presidencia de Arturo Illía, cuando éste fue derrocado por el golpe militar encabezado por el general Onganía, el 28 de junio de 1966. En ese momento, Benito tenía alrededor de 19 años. Se había dirigido junto a sus compañeros a las inmediaciones del Congreso, reunidos en la confitería El Molino, y fue el más decidido del grupo. La leyenda cuenta que allí afirmó que había que empuñar las armas.
No conocemos las circunstancias de su ligazón e incorporación al PRT, pero es evidente que inmediatamente se puso a concretar la propuesta hecha en El Molino. Es así que los documentos partidarios ya lo mencionan jugando un papel destacado en la lucha interna desatada en el partido a mediados de 1969. Fue «la carta de Mariano, primera reacción del ala leninista» la que alertó sobre la inoperancia de la dirección en aplicar las resoluciones del IV Congreso partidario, convirtiéndose, de esta manera, en uno de los más firmes dirigentes de la Tendencia Leninista.
Formó parte del V Congreso del PRT que fundó el ERP el 29 de julio de 1970, y fue activo participante de las primeras acciones armadas. En noviembre de 1970, fue detenido por su participación en la acción del Banco Comercial del Norte, y el 6 de septiembre del año siguiente se fugó del Penal de Villa Urquiza junto a 17 compañeros. Él junto a otros lograron evadir el cerco que se montó en la ciudad de Tucumán.
Después de la detención de Santucho y Gorriarán Merlo en agosto de 1971, y del secuestro y desaparición de Pujals el 16 de septiembre, Mariano asumió la máxima dirección del Partido, y se instaló en Buenos Aires y en La Plata.
Además de dirigir al Partido y al ERP en momentos muy difíciles, debió asumir nuevamente la lucha interna en contra de dos corrientes que se oponían al leninismo del PRT: una, orientada por el trotskysmo de la IV Internacional, y otra, influenciada por el rebrote populista en las filas de la izquierda por la táctica confrontativa de Perón con la dictadura de Lanusse. En ese período lo conocimos, orientando la construcción de los Comités de Base, sobre los que se proponía construir un partido electoral para responder a la dictadura también en ese terreno.
Participamos de la reunión en la que Mariano le propuso a Silvio Frondizi integrar la formula presidencial junto al ya legendario Agustín Tosco. Donde comenzamos a conocer su calidad de dirigente fue en su manejo de la situación ante los fusilamientos de nuestros compañeros en la base naval de Trelew. Ante la indignación y la furia de la militancia partidaria y del ERP, Mariano escribió una extensa declaración en la que pronosticaba el fin de la dictadura y denunciaba los fusilamientos, y respondía «Ante esta provocación respondemos serenamente, han muerto dieciséis revolucionarios ¡Viva la Revolución!».
Después del 25 de mayo de 1973, Benito jugó un extraordinario papel en la tarea de construcción del Partido en el proletariado industrial de las grandes fábricas. Se conserva su conferencia sobre la formación multilateral de los cuadros de un partido revolucionario. En ella puso énfasis en la fusión del Partido con la vanguardia obrera. Por esa época además de sus responsabilidades en el BP partidario -inteligencia, dirigir la regional Buenos Aires y luego las tres en las que se dividió ésta-, fue designado también para completar su formación, responsable del Frente partidario en la automotriz Ford, tarea a la que imprimió un extraordinario dinamismo y no fue ajena a su intervención, el papel dirigente que los jóvenes y poco experimentados militantes obreros de esa fábrica jugaron en las movilizaciones de la Ford y de toda la zona norte del Gran Buenos Aires.
Después de la caída del Comandante Juan Eliseo Ledesma, jefe del Estado Mayor del ERP, Mariano fue designado al mando de la operación de copamiento del Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo, la acción más grande que emprendió el ERP y en la que participaron las tres compañías que formaban el Batallón General San Martín. La dura derrota sufrida en esta acción no doblegó su extraordinario optimismo y su voluntad de seguir firmemente en la lucha.
Mariano, o Benito era un muchacho alegre, dicharachero. Pese a que compartimos muchas reuniones pero siempre en su función de dirigente partidario, no podía ocultar su picardía y su buen humor. Siempre estaba dispuesto a contar un chiste, tomar un vino, tocar la guitarra y cantar con sus amigos. Una anécdota que cuenta Pola Augier lo pinta tal como era. Como no podían casarse legalmente, un día que caminaban por Avellaneda le dijo a Pola que ya era hora de que se casaran: «Se metió en una joyería y compró dos anillos de compromiso. Salió muy contento y detuvo a una viejita que pasaba. Sin vacilar y con esa sonrisa compradora que conseguía todo, le dijo: ‘Linda señora, hemos observado a todos los que pasan por esta calle y creemos que usted es la más respetable.
Ella y yo nos queremos mucho y no podemos casarnos por razones poderosas. Quisiera que usted nos casara, ahora, aquí mismo’…’ella dejó las bolsas y con una gran sonrisa preguntó a Mariano si teníamos anillos. Los tomó en sus manos, les dio un beso y mientras nos colocábamos mutuamente los anillos, dijo algo así como: ‘Deberán amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Dios los Bendiga’. Nos dio un beso. Levantó las bolsas y retomó su camino». De su matrimonio con Pola Augier nació su hijo José.
El 19 de julio, el PRT sufrió su golpe más duro del cual no pudo reponerse, no sólo Robi y el Gringo Menna cayeron combatiendo sino sus compañeras Liliana Delfino, miembro del Comité Ejecutivo, Ana María Lanciloto y Fernando Gertel. También perdimos a nuestro jefe y querido compañero Benito Urteaga, Mariano. Pese a todo, sus enseñanzas no se han perdido. Permanecen vigentes en la voluntad de las nuevas generaciones de revolucionarios quienes las llevarán como bandera hacia la victoria.
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