El recurso sistemático a la violencia para lograr fines políticos ha sido una práctica conocida en todo tipo de sociedades y ha experimentado un especial desarrollo desde el siglo XIX, internacionalizándose en el XX.
El 13 de marzo de 1996 los lideres de 27 países se reunieron en Egipto con motivo de la celebración de la denominada Cumbre de la Declaración de Guerra al Terrorismo. En la imagen vemos algunos de los asistentes a la cita, como Arafat, Boris Yestsin, Bill Clinton y otros
Características
Dentro de la definición apuntada caben todo tipo de tendencias, según cuáles sean los autores, los medios y los objetivos de los actos violentos, sin llegar a la guerra abierta.
Unas veces, quienes tienen el poder persiguen la neutralización o eliminación física de la oposición y el sometimiento por el miedo de la población (terrorismo de Estado). En otras ocasiones, son los enemigos del poder establecido los que pretenden su derrocamiento, pOr razones ideológicas (extremismos políticos o religiosos) o para lograr la liberación de grupos sociales o nacionales oprimidos. En determinados casos, lo que se pretende es movilizar a la población o crear un clima de inestabilidad que propicie el estallido de una revolución.
El término terrorismo suele aplicarse con más frecuencia a la subversión contra el Estado, y es un recurso frecuente de minorías étnicas, sociales o políticas para luchar por sus derechos en países que sufren graves desigualdades socioeconómicas o donde, al menos parte de la población, carece de libertades políticas. De hecho, la distinción entre «terroristas» y «luchadores por la libertad» normalmente depende de quién aplique el término, no del grupo o de las actividades calificadas por el mismo.
Los actos de terrorismo más frecuentes son los asesinatos de personalidades destacadas, los secuestros (a cambio de contrapartidas económicas o políticas), los sabotajes y la explosión de bombas, que causan daños materiales y humanos, y extienden el sentimiento de inseguridad. Por ello, la publicidad es un elemento importante de los actos terroristas, porque multiplica sus efectos y su alcance.
Evolución histórica
Desde la Antigüedad han existido grupos que han realizado actos terroristas por razones políticas o religiosas, como los zelotas judíos contra el dominio romano a comienzos de la era cristiana o la secta musulmana de los asesinos en el Oriente Medio de la época de las cruzadas. Los gobernantes también han recurrido con frecuencia a la violencia para asegurar el control sobre sus súbditos y la represión de los disidentes.
Pero fue a partir de la Revolución Francesa (1789) cuando se generalizó el uso de la violencia como arma política. Robespierre defendió abiertamente el recurso al terror contra los enemigos de la Revolución, dando nombre al periodo conocido como el Terror jacobino.
Ya en el siglo XIX fueron los grupos radicales de signo anarquista los que recurrieron con mayor frecuencia a los actos terroristas para luchar contra el Estado y despertar la conciencia popular. En este sentido, cabe mencionar la actividad de los nihilistas rusos, cuya acción más señalada fue el asesinato del zar Alejandro II (1881). De hecho, el asesinato de personalidades (magnicidio) fue una de las armas más empleadas por los sectores del anarquismo violento. En atentados anarquistas murieron el presidente francés Carnot (1894), el rey Humberto 1 de Italia (1900), el presidente estadounidense McKinley (1901) o el político español Cánovas del Castillo (1897).
Otros grupos, como el Ku-Klux-Klan, los republicanos irlandeses o los armenios, con motivaciones más o menos claramente nacionalistas, recurrieron también a los - actos violentos en Estados Unidos, el Reino Unido y el Imperio otomano, respectivamente. El asesinato del archiduque de Austria Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo, por un nacionalista serbio, fue la chispa que hizo estallar, en 1914, el primer gran conflicto de alcance internacional.
El terrorismo contemporáneo
Tras la Primera Guerra Mundial, el siglo XX ha presenciado la difusión del terrorismo en gran escala, facilitado por los adelantos técnicos (armas más eficaces y maneja bies, mejores medios de comunicación). Regímenes totalitarios, como el nazismo alemán o el estalinismo soviético, recurrieron sistemática y masivamente a la violencia contra sus propias poblaciones para crear un clima de terror que facilitara la imposición de la ideología y los objetivos del Estado.
Otra forma de terrorismo aplicado por el Estado se produjo en el Tercer Mundo, en el marco de la lucha por la independencia de países como Argelia (1954-62) y Vietnam (1954-75), por parte de las fuerzas militares francesas y estadounidenses. La detención ilegal y clandestina de opositores, la tortura y la desaparición de las víctimas fueron empleadas de manera sistemática, dentro de la llamada “Doctrina de Seguridad Nacional”, que a partir de la década de 1960 aplicaron diversas dictaduras militares en América latina, Africa y Asia. El fin alegado era destruir a las organizaciones guerrilleras y los movimientos de liberación que realizaban acciones armadas, pero su aplicación se extendió a todo posible opositor.
La independencia no siempre ha satisfecho las aspiraciones de determinadas minorías, Lo que ha originado actos de terrorismo contra los nuevos Estados. Puede mencionarse, en este sentido, la actividad de los tamiles en Sri Lanka y la de los sikhs en la India (que asesinaron a la primera ministra Indira Gandhi en 1984); asimismo, habría que aludir Al surgimiento de un integrismo islámico violento, especialmente grave en países como Argelia, o a organizaciones palestinas como alFatah, en lucha contra el Estado de Israel. Precisamente, los terroristas palestinos alcanzaron gran notoriedad internacional a finales de la década de los sesenta y principios de la siguiente, con acciones espectaculares: secuestros aéreos, matanza de atletas judíos en los Juegos Olímpicos de Munich (1972), etc.
En los conflictos políticos de América latina, en especial a partir de la década de 1960, surgieron grupos que propugnaron la lucha armada contra los regímenes existentes. Algunos ejemplos serían las FARC colombianas, los tupamaros uruguayos, los sandinistas nicaragüenses o Túpac Amaru en Perú (protagonistas de un espectacular asalto a la embajada japonesa en Lima, en 1997). Estos grupos combinan la guerrilla rural con el terrorismo urbano, y en muchos casos defienden también reivindicaciones indigenistas, como el EZLN (zapatistas) mexicano. Paralelamente, han surgido organizaciones de ultraderecha (paramilitares), enfrentadas a los movimientos de izquierda y normalmente apoyadas por los gobiernos (escuadrones de la muerte en Brasil, Triple A argentina, «Contra» nicaragüense, etc.).
Los países europeos también se han visto afectad os por las acciones del terrorismo, bien en su versión nacionalista (IRA irlandés, ETA en España, terrorismo corso), bien protagonizada por grupos ideológicamente radicales, como los izquierdistas Baader Meinhof en Alemania, las Brigadas Rojas en Italia, el Ejército rojo japonés, el GRAPO español o las ultraderechistas OAS y Acción Directa en Francia o el GAL en España.
Frecuentemente, los grupos terroristas tienen contactos con organizaciones afines en otros países, lo que ha llevado a coordinar internacionalmente la lucha estatal contraterrorista. Numerosos países han suscrito acuerdos multilaterales para facilitar las extradiciones y el intercambio de información y recursos.
Pero, por otro lado, también se produce el fenómeno contrario, por el que determinados gobiernos financian, entrenan o proporcionan bases a grupos terroristas que actúan contra regímenes opuestos. Estados Unidos, por ejemplo, ha acusado frecuentemente a países como Libia, Irán, Irak o Siria de patrocinar dichas actividades. Pero, por su parte, el gobierno estadounidense también ha favorecido la acción de grupos subversivos, especialmente en América latina (anticastristas cubanos, “contras”) nicaragüense, entre otros).
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