El estrés se define como un estado de fatiga física y psicológica del individuo, provocado por exceso de trabajo, desórdenes emocionales o cuadros de ansiedad. Aunque en ocasiones constituye el motor de nuestras vidas, es ante todo uno de nuestros más feroces enemigos. Frente al estrés, el organismo humano reacciona tanto en el aspecto biológico como en el psicológico.
Si bien el concepto de estrés fue ya reconocido por Hipócrates, el término comienza a emplearse a partir del siglo XIV, para referirse a experiencias negativas, adversidades, dificultades, sufrimiento, aflicción, etc. En el siglo XVII, de la mano del biólogo y físico R. Hooke, se asocia a fenómenos físicos como presión, fuerza, distorsión, etc. El estrés es la fuerza interna presente en un área sobre la que actúa una fuerza externa, cuando una estructura sólida es distorsionada.
Sería Selye, ya en el siglo XX, quien se referiría al hablar del estrés a un conjunto coordinado de reacciones fisiológicas ante cualquier forma de estímulo nocivo. Más tarde, Walter Cannon (1929) hablará de estrés para aludir a las reacciones de «lucha-huida», respuestas automáticas que emiten los organismos en defensa de estímulos amenazantes, tanto externos como internos. Esta respuesta implica la activación del sistema nervioso simpático, así como la liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) por la médula suprarrenal.
Cuando hablamos de estrés, nos estamos refiriendo a varios aspectos de un mismo concepto. Por un lado, podemos dar al término el significado de una respuesta emitida por nuestro organismo ante un estímulo. Llamaríamos estrés a las respuestas fisiológicas o psicológicas que la persona da ante un estímulo ambiental «amenazante». El estrés se entiende como síndrome general de adaptación, que incluye tres fases: de alarma, de resistencia o adaptación del organismo y de agotamiento, pudiendo, si la amenaza es suficientemente severa y prolongada, producir la muerte. La respuesta de estrés se da a tres niveles: fisiológico, cognitivo y motor. En el primer caso, puede manifestarse en forma de taquicardia, hipertensión, incremento del colesterol, hiperglucemia, diuresis, aumento-disminución de la temperatura, sequedad de boca, inhibición del sistema inmunológico, etc.
En el segundo nivel, puede provocar incapacidad en la toma de decisiones, dificultades de concentración y de atención, olvidos frecuentes o irritabilidad. Finalmente, las respuestas motoras se manifiestan con temblores, tartamudeo, predisposición a accidentes, disminución o aumento del apetito•o explosiones emocionales. Aproximación conceptual.
Al emplear el término estrés es posible, también, aludir a estímulos que provocan un cierto «desequilibrio»; en este sentido, el estrés se identificaría como agente externo nocivo. Por encima de los límites individuales de tolerancia al estrés (agente externo), éste provoca daños o alteraciones fisiológicos y/o psicológicos.
Los estímulos estresantes pueden ser de dos tipos: psicosociales —situaciones o estímulos que se convierten en estresantes por la interpretación que la persona haga de ellos— y biogénicos —situaciones o estímulos que, por su capacidad de producir cambios eléctricos o bioquímicos, desencadenan la respuesta de estrés—. Ambos tipos de estrésores pueden ser, a su vez, internos —físicos, como el dolor de una herida, o cognitivos, como sentimientos de culpa— y externos —físicos, como el ruido, o cognitivos, como una mirada irónica dirigida hacía nosotros.
Las situaciones o estímulos pueden ser estresantes porque constituyen un cambio o novedad, porque no hay suficiente información acerca de ellos, porque son impredecibles y crean incertidumbre y/o ambigüedad, porque se presentan de manera inminente y no se dispone de tiempo para prepararse ante ellos, etc.
Una visión más actual del estrés es la que considera el fenómeno como un proceso que englobaría tanto los estímulos como las respuestas y su interacción. El estrés se define como una consecuencia de la relación entre los estímulos estresantes, la respuesta del organismo y los procesos intermedios biológicos (factores hereditarios en general) y psicológicos (personalidad, estrategias de afrontamiento, apoyo social).
El elemento central de esta conceptualización es la llamada evaluación cognitiva, mediante la cual las personas valoran constantemente la significación de lo que está ocurriendo, .relacionado con su bienestar personal, teniendo en cuenta en un principio el tipo de demandas externas o internas que, en nuestra interpretación, nos plantea la situación; en un segundo lugar se estima cuáles son nuestros propios recursos de afrontamiento y, por último, se da el feedback que nos proporciona la posibilidad de corregir valoraciones previas.
Consecuencias del estrés
El estrés entendido como estímulo, como respuesta o como proceso de interacción entre ambos, actúa en el organismo desencadenando un gran número de alteraciones y enfermedades a distintos niveles. Entre los trastornos cardiovasculares pueden mencionarse la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria o las taquicardias.
El asma bronquial o el síndrome de hiperventilación constituyen trastornos respiratorios. Dentro de los inmunológicos figura la aceleración del desarrollo de los procesos infecciosos. En cuanto a alteraciones del sistema endocrino, las principales son el hipotiroidismo y el hipertiroidismo.
La úlcera péptica, la colitis ulcerosa, la aerofagia y el estreñimiento son desequilibrios gastrointestinales. El prurito, la sudoración excesiva, la dermatitis atípica y la alopecia se inscriben dentro de los dermatológicos.
Los trastornos musculares más habituales son tics, temblores, contracturas musculares, etc. Como problemas? sexuales, pueden mencionarse la impotencia, la eyaculación precoz, el coito doloroso, el vaginismo y las. alteraciones del deseo. No’ hay que desdeñar la importancia de los desequilibrios psicopatológicos, Como miedos, fobias, de-’presión, trastornos de la personalidad, consumo de drogas, conductas obsesivas y compulsivas, alteraciones del sueño, etc.
Tratamiento
Hoy en día existen diversos métodos para combatir el estrés, un fenómeno que puede abordarse desde un’ punto de vista biomédico o, psicológico; sin duda, la combinación de tratamientos permitirá obtener unos resultados más beneficiosos para la persona que lo padece. Desde el enfoque biomédico el tratamiento para el estrés es la prescripción de tranquilizantes o ansiolíticos, especialmente las benzodiacepinas, que inciden directamente en las respuestas fisiológicas de estrés.
Desde el enfoque psicológico se plantean varias alternativas; todas ellas otorgan gran importancia al control de la ansiedad emocional, así como al aprovechamiento de los recursos del organismo. Entre las más importantes, cabe mencionar las siguientes.
Las técnicas de biofeedback, que consisten en el aprendizaje del control voluntario de las funciones fisiológicas y de las actividades automáticas (la tensión muscular, la presión sanguínea, etc.); las técnicas de respiración y relajación, que se basan en la idea de que, liberando el cuerpo de la tensión muscular (a través de la respiración abdominal, o de ejercicios de tensión-distensión de los grupos musculares, respectivamente), se liberará la «tensión de la mente»; las técnicas cognitivo-conductuales, por ejemplo la aserción encubierta (que consiste en aprender a detener el pensamiento distorsionador que provoca emociones negativas y a sustituirlo por otro más positivo y constructivo), la desensibilización encubierta (con la cual el sujeto aprende a relajarse mientras se imagina escenas que progresivamente van provocando mayor ansiedad), la inoculación al estrés (con ella se enseña como afrontar y relajarse ante una amplia variedad de experiencias estresantes, desarrollando nuevas formas de reacción más allá del miedo y la cólera); las técnicas de autocontrol (que suponen el entrenamiento de una persona para regular sus conductas, dirigiendo sus esfuerzos a regular su propio entorno, no a modificar posibles o supuestos estados internos inmanejables, a través de la manipulación de condiciones antecedentes y de consecuencias), etc.
Aparte de los tratamientos mencionados, la estimulación eléctrica, la acupuntura o la audioanalgesia constituyen técnicas alternativas para hacer frente al estrés y a sus consecuencias.
Posibles señales de estrés • Marcada pérdida de la concentración. • Sensación de cansancio, aun al despertarnos. • Despertarse demasiado temprano/dificultad para dormirse, pe sadillas. • Incremento en el consumo de alcohol o de cigarrillos. • Aumento de la irritabilidad. • Pérdida del sentido de la perspectiva. • Tendencia a apartarse de actividades sociales. • Aumento de la susceptibilidad ante las críticas. • Cambios en los hábitos de alimentación. • Tensión. • Rebeldía. • Dolores de estómago en forma de nudos. • Manos temblorosas. • Tics nerviosos, como por ejemplo en los párpados. • Pérdida de la confianza en sí mismo. • Fallas de la memoria. • Incómoda sensación de presión. • Palpitaciones. • Mandíbula tensa. • Comerse las uñas. • Náuseas. • Diarrea. • Ataques de pánico. • Sentimientos de furia, agresión y hostilidad. • Tendencia a las lágrimas. • Aspecto descuidado. • Agitación física, como por ejemplo tamborilear con los dedos o piernas inquietas. • Boca seca. • Manos húmedas, dedos fríos. • Color gris en la piel. • Aspecto demacrado. • Fuertes sentimientos de culpa.
Causas de estrés El estrés es el resultado de presión aplicada a una cosa u otra. Según la intensidad de la presión que se aplique y según la capacidad del objeto para resistir o doblarse con la presión, el objeto se quebrará o romperá o no. Tomemos por ejemplo un fideo spaghetti crudo. Si u no lo toma delicadamente entre los dedos de cada mano y lo dobla con suavidad, se requerirá muy poca presión (el hecho de doblarlo) antes de que se quiebre.
Las muñecas y los tobillos están diseñados para tolerar una gran presión y doblarse con bastante flexibilidad. Sin embargo, excesiva presión demasiado rápido es capaz de producir dolor y hasta f ractu ra. Lo mismo se puede decir de la mente.
Desde el punto de vista psicológico, somos por lo general bastante buenos en lo que a adaptación se refiere a los niveles de presión que existen a nuestro alrededor. Pero cuando esa presión se hace demasiado grande, comenzamos a sentir dolor psicológico. Y si la presión se mantiene o es forzada sobre nosotros antes de que estemos en condiciones de resistirla, nuestra estructura psicológica también se quiebra.
Las investigaciones han demostrado que las presiones psicológicas aparecen bajo la forma de acontecimientos de la vida. Medida de los niveles de estrés Acontecimiento Puntos de estrés Muerte de cónyuge o pareja 100 Divorcio 73 Separación conyugal/ruptura de pareja 65 Encierro en la cárcel 63 Muerte de un miembro cercano de la familia 63 Accidente o enfermedad personal 53 Matrimonio 50 Pérdida del trabajo 47 Reconciliación conyugal 45 Jubilación 45 Cambio en la salud de algún familiar 44 Embarazo 40 Dificultades sexuales 39 Aumento de la familia 39 Reajustes en los negocios 39 Cambio de situación financiera 38 Muerte de un amigo íntimo 37 Cambio a un tipo diferente de trabajo 36 Cambio en el número de discusiones con el cónyuge 35 Asumir la responsabilidad de una gran hipoteca o préstamo 31 Negativa a un préstamo o hipoteca 30 Cambio en las responsabilidades laborales 29 Hijo o hija que se va del hogar 29 Problemas con los parientes políticos 29 Logros personales notables 28 Cónyuge o pareja que comienza o deja de trabajar 26 Comenzar o terminar los estudios 26 Cambio en las condiciones de vida 25 Reconsideración de hábitos personales 24 Problemas con el jefe 23 Cambio en los horarios o condiciones de trabajo 20 Cambio de residencia 20 Cambio de colegio 20 Cambio en los hábitos de recreación 19 Cambio en las actividades parroquiales 19 Cambio en las actividades sociales 18 Tomar un préstamo o hipoteca pequeña 17 Cambio en los hábitos de sueño 16 Cambio en el número de reuniones familiares 15 Cambio en los hábitos de alimentación 15 Vacaciones 13 Fiestas navideñas 12 Violación menor de la ley 11
Puntajes: menos de 150,30 % de probabilidades de sufrir alguna enfermedad (es decir, el riesgo promedio); 150-299,50 % de probabilidades; más de 300,80 % de probabilidades. (Del libro Schedule of Recent Life Events, de Holmes y Rahe.)
Todos éstos son acontecimientos que provocan estrés comunes a la mayoría de las personas. Por sí mismos pueden producir diversos grados de dolor y molestia emocional, pero por lo general son controlables. Lo que nos causa dificultades es: • Sufrir varias de estas cosas a la vez. • Sufrir un acontecimiento que provoca mucho estrés en un contexto ya estresante por sí mismo, por ejemplo, alguien que se ocupa de su hijo sin tener pareja o cónyuge puede manejar el hecho de no tener quien le brinde apoyo, así como la circunstancia de contar con bajos ingresos, pero le resulta difícil manejarse cuando a esto se agrega el estrés adicional detener a la madre enferma, o el provocado por la muerte de un amigo íntimo. El viejo dicho acerca de la última gota que rebasa el vaso resulta significativo en estas circunstancias.
¿ Quién corre más riesgos de sufrir estrés ? Los investigadores han descubierto dos tipos de personalidad que corren más riesgos de padecer problemas de salud relacionados con el modo en que reaccionan ante el estrés.
Primero está el tipo de personalidad "A". Éstas son las personas que bien pueden manifestar que el estrés es para ellas un estímulo. Esto puede muy bien ser verdad en el corto plazo. Ello es así porque sus cuerpos estarán produciendo altos niveles de noradrenalina química, la que, al igual que ciertas drogas, es causa de sensaciones de bienestar, como la confianza en sí mismo y la distensión. Muchos médicos creen que las personalidades del tipo "A" son adictas a las sensaciones producidas por el estrés, y al igual que cualquier otra adicción puede tener serias consecuencias.
Otros tipos de personas que corren riesgos de padecer enfermedades relacionadas con el estrés son los supuestos triunfadores.
Estas personas ("B") no son tan agresivamente hiperactivas como la personalidad tipo "A", pero también se imponen niveles de exigencia muy altos. Son excelentes para manejarse en cualquier tipo de situación. Jamás se dejan dominar por la enfermedad, les resulta difícil admitir que son vulnerables a algo o reconocer cuáles son sus propias necesidades. En efecto, este tipo de personas muy posiblemente coloque las necesidades de los demás en primer lugar. Son perfeccionistas y con frecuencia muy autocríticas. Muchos de los que se dedican a ocuparse de los demás tienen este tipo de perfil.
Si bien ninguno de estos dos tipos de personalidad resume con exactitud el propio caso, uno debería tener clara conciencia de hasta qué punto uno cae dentro de una categoría u otra en diferentes situaciones, así como también debería poder reconocer las señales de exceso de estrés en la etapa más temprana posible.
Fuente Consultada: Gran Enciclopedia Universal (Espasa Calpe)
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