Durante la última dictadura cívico-militar, en la ciudad de Buenos Aires, el denominado “Club Atlético” funcionó entre febrero y diciembre de 1977 en el sótano de un edificio de tres plantas ubicado en la avenida Paseo Colón, entre Cochabamba y San Juan, que era la sede del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la Policía Federal. El grupo de tareas a cargo de la represión en el lugar estaba integrado principalmente por personal de esta fuerza, que dependía operacionalmente del Primer Cuerpo de Ejército. Se calcula que en el “Atlético” permanecieron secuestradas y fueron torturadas más de 1500 personas. Muchas de ellas continúan desaparecidas.
El centro de detención formó parte del circuito represivo conocido como “ABO” (Atlético-Banco-Olimpo). A finales de 1978 el edificio fue demolido para la construcción de la Autopista 25 de Mayo. Parte de su infraestructura fue posteriormente utilizada en el centro de reclusión ilegal “Olimpo”. Desmantelado el “Atlético”, los detenidos-desaparecidos fueron trasladados provisoriamente a otro campo de secuestro, "El Banco", situado en Camino de Cintura y Autopista Ricchieri, en la provincia de Buenos Aires. Tiempo después, comenzó a funcionar “Olimpo”, centro de reclusión ubicado en el barrio porteño de Floresta.
Se conoce como “Operación Cóndor” a la coordinación represiva implementada desde la Central de Inteligencia Estadounidense (CIA) hacia los países del Cono Sur: Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil y Venezuela. Esta Operación fue la encargada de expandir a escala regional el Terrorismo de Estado, cristalizado en el intercambio de prisioneros en forma coordinada y sistemática. Stella Calloni, en su libro “Los Años del Lobo”, cita a Valentín Mahskin, historiador e investigador, quien la definió como la “(…) continentalización de la criminalidad política. Es decir, difusión en todo el continente de las acciones terroristas que se manejan desde Washington”.
Por el CCDTyE “Club Atlético”, en particular, se ha podido confirmar a la fecha, el paso de detenidos–desaparecidos inscriptos en la lógica del “Cóndor”: Gustavo Edison Inzaurralde y Jorge Felisberto Gonçalves Busconi, uruguayos, actualmente desaparecidos y Sonia Díaz Ureta y Laura Elgueta Díaz, chilenas, exiliadas en Argentina junto a sus familias luego del golpe en ese país en 1973. Ambas lograron sobrevivir a ese “infierno”. Laura narró su experiencia a través de estas palabras:
“El Atlético. Siempre supe que estaba cerca de mi casa, que incluso caminando un poco podría llegar hasta él. Pienso. ¿Cómo podíamos vivir con estos centros de terror metidos en el corazón mismo de nuestras vidas, de nuestras casa, de nuestros barrios? Sin embargo lo hacíamos. Estuve secuestrada en El Atlético solo ocho o nueve horas, tiempo suficiente para no olvidar jamás nada de lo que ahí ocurrió. Percibo su olor a humedad a miedo, a dolor, percibo frío...El lugar tenía identidad, tenía olor, tenía códigos, tenía tiempos propios, tenía horror. También contuvo dentro de esa identidad los gestos de amor y solidaridad más grandes que puede realizar un ser humano hacia otro ser humano. Ahí en medio de todo esto, estuvo también la identidad de nosotros, los secuestrados, las víctimas."
"La escalera maldita que nos introducía violentamente hacia el infierno de esas paredes que retumbaban con nuestros gritos, con nuestra resistencia, es el principal recuerdo que tengo del lugar. La escalera simboliza para mí el corazón mismo del Atlético. La escalera que no diferenciaba edades, sexo, nacionalidad.
La escalera que fue testigo de los pasos de todos nosotros, de todos, y que retiene en su estructura los pasos ausentes de nuestros miles de compañeros que jamás volvieron. No quisiera alterar esa escalera. Me gustaría dejarla ahí, inmóvil, hablándonos a cada uno en este proceso de diálogo que se produce en la reconstrucción de la memoria; tanto colectiva como individual. Es más, quisiera no tocarla, no violar su estructura en nada, para que fueran solamente nuestros pasos el recuerdo de lo que allí sucedió. Para que sean los pasos de los que caminamos a la inversa, hacia la liberación, los que digan día a día, en todo momento, en cada lugar, lo que allí sucedió con nosotros, y por sobre todo, con los que no regresaron". Laura Elgueta Díaz. Octubre de 2004. La DINA en el Atlético. Decía una crónica publicada en un diario argentino: ‘Al llegar nos estaban esperando chilenos… no entendía por qué había chilenos ahí’. Eso dice una parte del testimonio de dos ciudadanas chilenas secuestradas en julio de 1977, interrogadas por chilenos y argentinos sobre las actividades que su familia realizaba en Chile contra la dictadura de Pinochet. Ahí estuvo presente el agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) Arancibia Clavel, quien ha sido declarado culpable por el asesinato del General Prats y señora, y por el secuestro de las dos chilenas que fueron llevadas al Atlético.”
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