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Foto del escritorMuseo Negro

Ataque al batallón de Monte Chingolo


El fallido asalto al Batallón Depósito de Arsenales 601 «Domingo Viejobueno», acaecido el 23 de diciembre de 1975 en la localidad de Monte Chingolo, Buenos Aires, Argentina, fue la última gran acción del Ejército Revolucionario del Pueblo. Tenía como objetivo la apropiación de trece toneladas de armamento: novecientos fusiles FN FAL con sesenta mil proyectiles, cien fusiles M16 con cien mil proyectiles, seis cañones antiaéreos de 20 mm, quince cañones sin retroceso, escopetas Ithaca 37 con sus respectivos proyectiles y ciento cincuenta subfusiles.​ Entre los efectivos militares en Monte Chingolo figuraba un soldado entregador e informante del Batallón de Arsenales 601.​ El ataque había sido planeado desde agosto de 1975.


Preparativos

Los guerrilleros desconocían que estaban infiltrados por un agente de inteligencia del Ejército: Jesús El Oso Ranier, un exmiembro de las Fuerzas Armadas Peronistas, que había desertado en los primeros días del Operativo Independencia. Por medio de la información de Ranier, más los croquis encontrados en poder del jefe de logística del ERP, Juan Eliseo Ledesma, capturado por el Ejército el 7 de diciembre, y las delaciones producidas tras esa captura —no tanto por Ledesma, sino por su segundo en logística, Elías Abdón—, se produjo al día siguiente el secuestro de varios familiares de Santucho —los cuales fueron liberados poco después— y aún más importante, la anticipación de un gran ataque.


Montoneros informó a la inteligencia del ERP acerca de la infiltración, pero Santucho desechó la investigación al respecto y se negó a abortar la operación. El secuestro de los responsables de las contenciones en los puentes permitió al Ejército deducir —correctamente— que el blanco sería el Batallón «Viejobueno», dejando a la guerrilla sin su principal ventaja: el factor sorpresa. Los militares montaron un contracerco alrededor del cuartel y redujeron la cantidad de personal en el mismo a fin de dar la impresión de un debilitamiento que indujera al ERP a lanzar su ataque. Como contrapartida, se reforzó la defensa del Batallón y se puso en alerta a varios regimientos, al Comando de Operaciones Navales de la Armada, a la Policía Federal, y a las Unidades Regionales 1, 2, 3 y 7 de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.


Desarrollo

Anillos de contención

Las fuerzas del batallón urbano «José de San Martín», más un refuerzo de entre 30 y 40 guerrilleros recién llegados de Tucumán, iniciaron las acciones con el corte de los nueve puentes sobre el Riachuelo que unen la Capital Federal y el oeste con el sur del Gran Buenos Aires. Se hostigó a las brigadas de la policía provincial de Quilmes, Avellaneda y Lomas de Zamora, así como al Regimiento 7 de La Plata y al Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell.


Asimismo, se interrumpió el tránsito en los dos caminos que unen La Plata con el sur de Gran Buenos Aires y se tendieron dos anillos de contención alrededor del cuartel de Monte Chingolo. El combate fue encarnizado en muchos de esos puntos, algunos con particular éxito, como el de la Avenida Pasco y en el Puente La Noria, en donde se reportó que unos teinta francotiradores erpianos abrieron fuego contra el destacamento de camineros y la subcomisaría de la zona.


​ Por otro lado, en el puente del camino de Cintura sobre el río Matanza, una escuadra del ERP, mal armada, cruzó un número de automóviles particulares y un camión cisterna, derramando el gasoil que contenía y provocando un incendio.


Combates en el Batallón

Alrededor las 18:50, unos 70 combatientes al mando de Abigail Attademo (capitán Miguel) iniciaban el asalto al cuartel. La avanzada encargada de violentar el portón de entrada estaba compuesta por un camión a la cabeza, seguido de nueve autos. El coronel Eduardo Abud y el mayor Roberto Barczuk los esperaban con una ametralladora FN MAG en la torre de agua. La columna principal, que transportaba unos 55 guerrilleros, se abrió paso dividiéndose en dos a fin de rodear la Guardia Central, pero debió detenerse luego de veinte metros al encontrarse con zanjas y montículos.


Fueron inmediatamente recibidos por fuego de MAG; una ubicada en el puesto de guardia y otras empleadas por soldados que se hallaban atrincherados en pozos de zorro. Allí se produjeron las primeras bajas del ERP. Un segundo grupo de 17 guerrilleros de la sección Logística ingresó en una camioneta Ford F-350 por la parte posterior de la garnición. Sin embargo, dos M-113 del Regimiento 3 de Infantería penetraron hacia las 21:00 en el complejo, luego de haber rebasado todas las contenciones del ERP, y comenzaron a disparar a los insurgentes con sus ametralladoras de 12,7 mm.


Ante la llegada de refuerzos militares, los guerrilleros emprendieron una retirada en desorden. El Batallón y la villa aledaña se transformaron en un infierno de tiros, explosiones y luces. A las 21:47, dos bombarderos Canberra lanzaron bengalas, mientras helicópteros artillados iluminaban el área con reflectores,​ permitiendo a efectivos del Ejército y la Policía Bonaerense batir la zona en busca de aquellos guerrilleros que, heridos, habían logrado escapar y buscaban resguardo. Un cronista que se encontraba presente comparó los sucesos con la guerra de Vietnam. Hacia la una de la mañana del 24 de diciembre, Urteaga perdió el contacto con buena parte de las unidades que se encontraban dentro del Batallón de Arsenales.


El escribiente militar detalló en el parte que a las 03:30, unas siete horas después de comenzado el ataque y habiendo ya finalizado, «el capitán Lazzarano con cinco vehículos marcha a transportar detenidos, custodiados por la fracción al mando del teniente Silvani». Media hora más tarde, señaló el regreso de la columna con los detenidos. A partir de este momento, el registro se limita reflejar los preparativos efectuados para recibir la visita del comandante general del Ejército, teniente general Jorge Rafael Videla.


Bajas, detenciones y ejecuciones extrajudiciales

El ERP tuvo más de 90 bajas. De los 62 que murieron en combate, nueve no pudieron ser identificados debido a que sólo eran conocidos por su nombre de guerra.​ Un número indeterminado de ellos, estimado en 30 por Daniel De Santis, fueron tomados como prisioneros y ejecutados de modo ilegal luego de rendirse.​ Unos 25 heridos fueron evacuados por sus compañeros. Por su parte, las fuerzas armadas y de seguridad tuvieron entre siete y diez muertos y 34 heridos.​

El propio general Oscar Gallino, responsable de la represión en el Batallón, reconocería en 1991 que se produjeron detenciones y que un número de prisioneros quedaron a disposición de las unidades de inteligencia del Ejército.


Consecuencias

La conducción del ERP intentó justificar el desastre militar de Monte Chingolo con la crisis interna de la Fuerza Aérea Argentina de días antes que había acabado con el pase a retiro del comandante en jefe, brigadier general Héctor Fautario, y su reemplazo por el brigadier general Orlando Ramón Agosti.


El ERP afirmaría que su objetivo era demorar la consumación de un nuevo golpe de Estado en preparación. La falsedad de esta afirmación surge de que la información sobre los planes del ataque comenzó a circular al menos desde el 7 de diciembre, once días antes del inicio de la crisis en la Fuerza Aérea y el subsecuente intento de golpe, y los croquis y las delaciones de Abdón demuestran que se estaba ante un plan largamente estudiado.

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