Calificada por National Geographic como “la más grande experiencia de supervivencia de nuestra era”, la denominada “Tragedia de los Andes” conmocionó a la opinión pública mundial y tuvo gran difusión a través del libro y la película “Viven” (Alive).
El 13 de octubre de 1972, un avión uruguayo que llevaba 45 pasajeros, la mayoría jóvenes que iban a disputar un encuentro de rugby en Chile, se estrelló en plena cordillera de los Andes. Los sobrevivientes al impacto se encontraron en el ambiente más hostil que puede soportar el ser humano, a 4.500 metros de altura, con temperaturas de 30ºC bajo cero y sin alimentos.
Diez días después del accidente escuchan en una pequeña radio a transistores, única fuente de contacto con el mundo, la terrible noticia de que la búsqueda había terminado.
A partir de allí comienza una verdadera epopeya en la que la fe, la autosuperación, el liderazgo, la organización y el trabajo de equipo consiguen un milagro. Dieciséis hombres, o más bien dieciséis muchachos, se ven obligados a sobrevivir en condiciones infrahumanas, en las que a priori cualquier experto en supervivencia diría que es imposible salvarse. Y entonces ocurre una transformación en el interior de cada uno de ellos, cuya sinergia empieza a conformar un grupo humano.
Algo que puede lograr lo imposible. Algo de lo que se pueden obtener singulares e impactantes enseñanzas.
Luego de un cúmulo de sucesos dramáticos, los jóvenes deciden emprender el camino de la salvación por sus propios medios. Pese a las tremendas condiciones de la montaña encaran el desafío de atravesar la cordillera. Y lo hacen de forma tan valerosa como metódica y precisa. Una apuesta a la vida en la que sopesan las dificultades y los riesgos de forma tan acertada que aceptan el desafío y triunfan. Designan un pequeño grupo de para buscar una salida a través de la cordillera. Antonio Vizintin es uno de esos expedicionarios y se ha dedicado a difundir el espíritu y los valores que hicieron posible esta historia única de características irrepetibles.
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